EL VIEJO NUEVO MUNDO

Unas ruinas encontradas en el Perú resultan ser tan viejas como las pirámides de Egipto.

6 de noviembre de 1989

Los arqueólogos quedaron boquiabiertos. Al fin y al cabo, no todos los días se encuentran edificaciones magistrales construidas hace cinco mil años en tan perfecto estado. Sucedió en Perú, donde un grupo de arqueólogos de distintas partes del mundo ha descubierto suficiente evidencia que comprueba que ya América no tiene nada qué envidiarle a los egipcios en lo que a antiguedad se refiere. Mientras aquellos construían sus pirámides, por aquí se levantaban inmensas edificaciones de más de diez pisos, pirámides escalonadas, templos y plazas rodeadas de áreas residenciales.

Y también le ganaron los peruanos a los indígenas de Centroamérica, considerados durante años los pueblos más antiguos del hemisferio occidental. Los descubrimientos recientes se anticipan al surgimiento de los mayas en dos mil años, al de los aztecas en tres mil, y ni qué hablar de pueblos posteriores como los incas.

Con los hallazgos es mucho lo que se puede deducir acerca de la civilización que se desarrolló en los valles del Perú. Se sabe que se trataba de personas que dependían del océano para su supervivencia, que vivieron en sus costas durante años hasta que - sin que nadie sepa la razón - se trasladaron a las montañas, en donde alcanzaron una economía estable basada en la agricultura, que se desarrolló a pesar del inhóspito clima. Vestían túnicas de algodón y se protegían del clima con chales. Se alimentaban de papa, fríjol, maní, pescado y ocasionalmente de venados y leones marinos. Y según Richard Burger, arqueólogo de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, trataban el cerda "como sifuera caviar". Posiblemente practicaban sacrificios humanos si tenían alguna religión, porque así lo demuestran sus templos. Algunos arqueólogos aseguran que los centros más desarrollados eran ciudades gobernadas por la élite que controlaba la economía. Aseguran que no hay nada que indique que existía la opresión asociada con el viejo mundo y que dependían de una cooperación económica y de la religión para la organización de sus ciudades.

Como resultado de todo esto los antropólogos y arqueólogos del mundo entero se están devanando los sesos. Por tercera vez les toca revisar sus teorías acerca del desarrollo de la civilización andina. Inicialmente se creía que los incas habían sido los responsables de la creación de esa civilización. Pero a principios de este siglo el arqueólogo alemán Max Uhle encontró una serie de culturas pre - incas que los habían anticipado en mil quinientos años. Uhle aseguraba que las culturas de Centroamérica se habían expandido luego por todo Suramérica. Pero en 1920 Julio C. Tello derrumbó estas teorías afirmando que la civilización andina había nacido allí y que su progenitor era la cultura chavina, llamada así por Chavír de Huantar, un centro ceremonia monumental, que surgió en el centro del Perú hace dos mil quinientos años. Allí, aseguraba Tello, la civilización andina se cristalizó y luego se difundió a otras regiones menos desarrolladas en las montañas y en la costa.

Los arqueólogos aceptaron su teoría durante más de medio siglo, pero con los últimos hallazgos queda claro que así no fue la cosa. La cultura no viene de la chavina, sino más bien de una serie de desarrollos que se iniciá 2.500 años antes de esta. Donald Lathrap, arqueólogo de la Universidad de Illinois, va más allá. Basándose en hallazgos que datan de ocho mil años atrás, afirma que las culturas mesoamericana y andina provienen de culturas neolíticas que florecieron en el Amazonas hace siete mil años.
Lo que sí queda claro es que las civilizaciones andinas tuvieron un desarrollo muy diferente al del viejo mundo e incluso al de las culturas centroamericanas. "Hay que reevaluar la idea de que el viejo mundo está adelante del nuevo", afirma el doctor Burger. Los imponentes monumentos que se han encontrado son comparables con los que se estaban construyendo en el Medio Oriente al mismo tiempo.

Las culturas peruanas eran mucho más difusas y descentralizadas que las centroamericanas, probablemente como resultado de los valles aislados en los que surgieron. No deja de sorprender, sin embargo, que una cultura hubiera florecido de esta manera en un lugar tan árido. Pero sin duda lo hicieron y con muchísimo éxito.

Todas las ciudades que se han encontrado tienen en el centro una plaza, generalmente construida en forma de U, rodeada de áreas residenciales edificios públicos y hasta edificaciones para almacenar los alimentos que sobraban. Las paredes están cubiertas de frescos con jaguares y arañas.

La más vieja de estas fue construida, según los análisis realizado con radiocarbono, hace más o menos cinco mil años. Un templo respresen tativo de esta época se encontró el Aspero, en la costa, y consiste en una edificación de tres pisos. Y cuando los hombres se trasladaron a las montañas, la economía se transformó. Se desarrolló una agricultura basada en sofisticados riegos y se abandonó la pesca. Se aumentó el tamaño de sus templos ceremoniales, el más grande de ellos hallado en el valle del río Casma, al norte de Lima. Aunque todavía no se han terminado los análisis se cree que fue construida hace tres mil quinientos años. El templo de diez pisos parece tener alguna relación con un complejo encontrado en el mismo valle, y que ha sido llamado Pampa de las Llamas Moxeke. Consiste en un templo en forma de U, con un edificio secular de tres pisos al norte.
Entre ellos se descubrió una plaza rodeada de edificios más pequeños. Se encontró un edificio de almacenamiento que sorprende además porque su construcción permite una fácil vigilancia, probablemente para que la élite pudiera controlar lo que allí se almacenaba.

Sin duda alguna, los hallazgos tendrán gran impacto en la antropología y arqueología del mundo entero. Porque aunque estas civilizaciones no desarrollaron una escritura o la rueda, como lo hicieron los egipcios, su capacidad para construir comunidades en forma organizada los pone por lo menos a la altura de esos precursores de la civilización actual.