GUAYABO ROJO

Descubierta la sustancia que hace del vino tinto el terror de los borrachos.

20 de junio de 1988

¿Se acuerda de su primera borrachera? Si lo hace, lo más probable es que también se acuerde de su primer guayabo y de las promesas, hechas en ese momento, de no volver a beber nunca más. Claro que todo depende de la fortaleza de la resaca. Como los buenos tomadores saben, no todas las consecuencias de una "perra" son similares. Una cosa es pasarse de copas con aguardiente y otra hacerlo con ron o whisky y, sobre todo, con vino rojo.
Esa conclusión, por lo menos, es la que se desprende de una investigación adelantada por el doctor Merton Sandler, un médico adscrito al Queen Charlotte's Hospital en Londres. Al cabo de varios meses de investigación, Sandler y su equipo encontraron un componente que puede ser el causante de la pesima reputación del vino rojo, que agrega al problema de la intoxicación etílica, un fuerte dolor de cabeza.
De hecho, la mala fama del vino rojo cuando de guayabos se trata ya se conocía desde hace rato. Sin embargo, la mayoría de los especialistas creía que todo era causado por una sustancia llamada tiramina, un compuesto que se encuentra en ciertos alimentos, al igual que en el vino.
Para determinar si la causante de las penas era la tiramina, los investigadores tomaron dos grupos de personas con tendencia a sufrir jaquecas crónicas y que pensaban que el vino rojo acentúa el dolor de cabeza. Para saber si esto era cierto, un grupo recibió dosis de vino nuevo (es decir, de cosecha reciente) y otro de vodka diluido. Las pruebas se hicieron en la oscuridad y ninguno de los pacientes pudo determinar la diferencia entre el gusto de uno y otro.
El resultado acabó siendo llamativo. Nueve de once personas que tuvieron ataques de jaqueca después de beber vino rojo, no presentaron ninguna reacción cuando se les dio el vodka.
Como consecuencia, los investigadores determinaron que el vino rojo -y no solamente el alcohol- es causante de buena parte de los dolores de cabeza que sufren las personas que lo beben. Esa sensibilidad se acentúa, cuando el bebedor tiene tendencia a sufrir jaquecas.
Pero ese no fue el único descubrimiento. El vino administrado en el experimento tenía niveles muy bajos de tiramina. Descartada esa causa, el doctor Sandler y su equipo identificaron a los flavanoides como los causantes del problema.
Para decirlo en términos simples, los flavanoides son el conjunto de compuestos que le dan el color al vino rojo que, al entrar al cuerpo humano inhiben paulatinamente la acción de una enzima en el intestino -llamada PST-, cuya función es la de actuar como barrera de protección contra ciertas toxinas. Al impedir la acción de la enzima, el vino llega "entero" a la corriente sanguínea, con lo cual se produce el dolor de cabeza. La teoria estaría confirmada por el hecho de que las personas que sufren de jaquecas crónicas tienen niveles bajos de PST. Igualmente, dado que los flavanoides no se encuentran en el vino blanco, ello confirmaría la creencia de que éste produce menos estragos.
A pesar de estar bien sustentada, la idea de los flavanoides tiene sus críticos. Algunos especialistas sostienen que hay causas diferentes en el caso de las personas que sufren de jaquecas, tal como anormalidad en algunas células sanguíneas. Esa explicación, sin embargo, no cubre a las personas con niveles normales de PST que, cuando exageran su consumo de vino, se ven afectadas al otro día por un fuerte dolor de cabeza.
La confirmación de los poderes "malévolos" del vino rojo no es del todo terrible. Aparte de que cuando el consumo es moderado no hay ningún problema, diferentes especialistas han encontrado que el nivel de flavanoides disminuye a medida que la edad de añejamiento del vino aumenta. Aunque esa noticia puede no ser del todo buena para el bolsillo (los vinos añejos son normalmente los más costosos), sí muestra que se puede seguir siendo consumidor intenso y disminuir la incidencia del dolor de cabeza. Obviamente a esa alternativa se le pueden añadir dos más aparte de volverse abstemio: pasarse al vino blanco o a otro tipo de bebida. Aunque el doctor Sandler no hizo la prueba con bebidas derivadas del alcohol de caña, nada tendría de raro que un día de estos se encuentre que en materia de gustos el vino rojo podrá ser más sofisticado, pero que en materia de guayabo no tiene nada que hacer frente al que deja una "juma" de aguardiente o de ron de caña.