La idea detrás de estas gafas de Google es que conectarse a internet no sea una actividad adicional en la vida diaria, que implica movimientos específicos, sino una experiencia permanente, como respirar o mirar, y que libere las manos de los usuarios.

'SOFTWARE'

Tres ideas locas de Google

Proyectos que parecen sacados de una película de Spielberg están a punto de romper el cascarón en los laboratorios de esta popular empresa.

Álvaro Montes
16 de noviembre de 2013

Si algo tiene Google es ideas creativas. No es solo una empresa hambrienta de facturación, que por supuesto también lo es  –faltaba más– sino que apuesta fuerte por innovaciones que cambien la manera en que la gente utiliza internet. 

El público conoce de Google el buscador, el sistema operativo móvil Android, los videos de YouTube y los anuncios publicitarios que nos persiguen por toda la web, pero la empresa tiene mucho más. Tres ideas futuristas, entre muchas otras, extraídas del mundo de la ciencia ficción se están cocinando en los patios de Google y podrían llegar a convertirse en tendencias de consumo masivo dentro de algunos años.

Las gafas de Terminator
Ya han sido dadas a conocer al público, pero ni siquiera está previsto por ahora ponerlas en los mercados. Son prototipos experimentales, aunque plenamente funcionales y con acabados de lujo, y todo aquel que las prueba siente que es una pena que no se pueda ir corriendo a una tienda a comprar unas. 

Las Google Glass no son otro artilugio, sino un enfoque diferente de conectarse al mundo digital. No hay que sentarse, ni mirar hacia abajo, ni ocupar las manos para navegar la red. Un pequeño cristal encima del ojo derecho, que no afecta el ángulo de visión, responde a las órdenes de voz del usuario y ofrece acceso a la red, respuestas a cualquier pregunta que el buscador Google pueda suministrar, filma videos de lo que el usuario está viendo, ejecuta música y ofrece información del clima. 

Por ahora solo sirven para eso, mientras un ejército de desarrolladores, a los que Google les entregó las gafas, piensa en nuevos usos para ellas y las dotarán de una utilidad tan grande que en algunos años podrían ser objetos imprescindibles, como los teléfonos móviles de hoy. ¿Caminará todo el mundo con unas gafas de estas en el futuro? No se sabe, aunque constituyen la propuesta más avanzada conocida hasta hoy del wearable computing, la computación que se lleva puesta, el computador que se incorpora en el cuerpo humano como la ropa. 

Internet en globos
La economía mundial necesita conectar a internet a todos los habitantes de la Tierra, pero por ahora solo uno de cada tres personas lo está. Hacerlo con el resto no será tan fácil ni tan rápido como se pensaba y Google trabaja en una solución bautizada proyecto Loon: los globos aerostáticos. Sí, los mismos que Julio Verne utilizó en su Vuelta al mundo en 80 días, que mediante tecnologías en desarrollo pueden ser dirigidos por el hombre para proveer de conexión inalámbrica a vastas zonas del planeta, a costos más inferiores que la tecnología de satélites. 

La idea tiene un toque cómico, pero en realidad se necesitan tecnologías de punta para culminarla con éxito, como globos de larga duración y realmente maniobrables, para lo cual brillantes ingenieros aeroespaciales fueron reclutados y trabajan en los primeras pruebas. Los globos flotarán a una altura diez veces mayor que la de cualquier avión, soportarán presiones enormes, temperaturas extremas y radiaciones solares, y estarán dotados de la inteligencia suficiente para cubrir de internet exactamente los lugares en que se requiera. Recién en el pasado mes de junio tuvo lugar la primera prueba piloto y 50 hogares en Nueva Zelanda disfrutaron de internet inalámbrico. 

El auto fantástico
Otra idea futurista que vimos en la televisión de los años ochenta está en fase de pruebas. El Google Self-driving es un sistema para que los automóviles se conduzcan solos, mientras los pasajeros comen papas fritas o leen una revista. El ciudadano Steven Mahan, un invidente de Morgan Hill, en California, se convirtió hace poco en el primer humano en probar un auto de estos sin estrellarse. Hacen falta muchos factores por controlar para que se pueda utilizar en las carreteras de todas las ciudades, pero el experimento funcionó perfectamente.