Internet

La nueva cortina de hierro

Veinte países han declarado la guerra contra Internet, según un informe de Reporteros sin Fronteras.

7 de diciembre de 2002

Alguien levanto de nuevo la cortina de hierro. Está hecha de códigos, leyes absurdas y sentencias judiciales que bloquean el tránsito por las autopistas de hoy: Internet y el correo electrónico. El auge de la red no es tan universal como parecía y numerosos gobiernos del mundo han levantado esta muralla, que prohíbe o restringe el uso de los nuevos medios de comunicación electrónicos, apoyándose en los mismos argumentos de siempre: "garantizar la unidad del país", "prevenir brotes insurreccionales", "bloquear a la subversión", "controlar a los terroristas", etc. Según el informe de la organización internacional Reporteros sin Fronteras, 45 países controlan el acceso a Internet, utilizando especialmente el viejo truco de un proveedor de acceso exclusivo. Veinte de ellos se pueden calificar claramente -según el informe- como auténticos enemigos de la autopista, censuran sitios, sancionan internautas y restringen el acceso. Estos países son: Arabia Saudita, Bielorrusia, Corea del Norte, Cuba, China, Irak, Irán, Libia, Myanmar, Sierra Leona, Siria, Sudán, Túnez, Vietnam, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turmekistán y Usbekistán.

En Arabia Saudita hay 37 empresas autorizadas para ofrecer acceso a Internet pero todo el tráfico se mueve por los servidores de un organismo estatal que estableció un cortafuegos (firewall) que impide el acceso a sitios que contienen información "contraria a los valores islámicos". En Bielorrusia el régimen de Alexandre Loukachenko estableció censuras contra medios electrónicos y de papel por igual y sólo se puede acceder a la red a través del proveedor estatal Belpak. En China, no obstante el alto desarrollo de Internet, el gobierno vigila las actividades de internautas considerados "sospechosos". En 1999 fueron clausurados 300 café Internet en Shanghai y de vez en cuando el Estado bloquea sitios, como los de Times y BBC, o a internautas indeseables, como Lin Hai, quien se ganó un carcelazo por proporcionar las direcciones de correo electrónico de 30.000 ciudadanos chinos a una revista disidente.

En Myanmar el control es total. Los ciudadanos están obligados a declarar al Estado la posesión de un computador y tener uno en casa de forma clandestina puede significar 15 años de prisión. En Libia el gobierno no quiere enredarse demasiado con este tema; simplemente el país está desconectado de la red mundial, quizá para evitar influencias occidentales sobre la población, tal como hiciera hace varios años el gobierno iraní cuando apagó todas las antenas parabólicas que captaban señal internacional de televisión. En Irán están censurados sitios relacionados con sexualidad, religión, crítica a la República Islámica y otros temas. Los casos denunciados en el informe son impresionantes, especialmente en los países de Asia Central y el Cáucaso, así como en Túnez y Sierra Leona.