LO QUE NATURA NO DA...

Crece el ejército natural de microbios e insectos, que podría reemplazar a los plaguicidas en la protección de los cultivos.

27 de agosto de 1990

Los plaguicidas químicos parecen estar perdiendo la batalla en la lucha para controlar las plagas de las cosechas. Entre otras razones, por sus efectos contaminantes del medio aMbiente. De ahí que se esté intensificando la investigacion en materia de control biológico y que se piense en lanzar masivamente sobre los campos sembrados, ejércitos completos de insectos y microbios, cuyo poder se puede reforzar por medio de técnicas de ingeniería genetica. En los últimos diez años, en este campo se ha duplicado el número de agentes biológicos disponibles.

Los investigadores estan descifrando las formas en las cuales una amplia variedad de microorganismos mata o elimina a otros microbios, así como malezas, hongos e insectos perjudiciales para las cosechas y las areas de cultivo. Y están utilizando sus conocimientos para diseñar mejores agentes biológicos. En uno de los campos de avanzada, los científicos están aislando y produciendo masivamente ciertos genes de una bacteria capaz de producir un antibiótico que mata a los agentes patógenos. Para expandir el campo de aplicación, están transfiriendo los genes a otras variedades de bacterias, de tal manera que se crean otras que pueden producir el mismo antibiótico.

Mediante esas transferencias de genes, los cientificos esperan diseñar microorganismos que puedan controlar enfermedades en ambientes que no podrían protegerse de otra manera; mejorar la potencia de los microbios de control; hacer una sola cadena de microbios efectiva para atacar más de una plaga, y diseñar microbios de control que se suiciden después de cumplir con su misión. En un esfuerzo paralelo, están tratando de incorporar genes resistentes a las enfermedades en las cosechas mismas, y se espera que algunos de estos agentes puedan ser accesibles al público en los próximos cinco años.

Los investigadores también están estudiando minuciosamente la compleja ecología del suelo, para entender las comunas microbianas cuyas interacciones determinan, en parte, la salud de las cosechas . El control biológico es, en realidad, el intento de aprovechar a favor de la agricultura un inmenso microambiente que ha permanecido mucho tiempo inexplorado.

Es significativo que el interés por el control biológico y la investigación en esta materia haya resurgido a partir de muchas presiones. No son pocos los cientificos y expertos en ambiente que creen que los plaguicidas químicos contaminan altamente el medio. Y afirrnan que la producción de esos químicos depende en gran parte de fuentes energéticas de origen fósil, lo cual no se puede sostener indefinidamente, y que algunos plaguicidas pierden con el tiempo su efectividad, a medida que las plagas desarrollan resistencias. Como si fuera poco, crecen los temores entre la población sobre las secuelas que el uso de ese tipo de sustancias puede tener en la salud humana.

Aunque muchos aseguran que el control biológico de las plagas va a acabar por predominar sobre los químicos, otros tantos dicen que los agentes biológicos no significan una respuesta total al problema de las plagas. No se puede confiar solamente en el control biológico, porque no siempre funciona, afirman. Según esa posición, lo conveniente es utilizar los controles biológicos como parte de una aproximación integral que incluya rotación de cultivos, desarrollo de nuevas especies resistentes a las plagas y algunos plaguicidas químicos, utilizados unicamente como último recurso.

El sistema de control biologico es prometedor en una gran variedad de enfermedades de las plantas y plagas, pero no lo es tanto en lo que se refiere a hongos y malezas. Por eso esa tecnica debe verse más como complementaria y no como alternativa para las deficiencias del control quimico.

Pero independientemente de su inadecuación o de sus deficiencias, los sistemas de control químico de las plagas han imperado en la agricultura desde la Segunda Guerra Mundial. La investigación sobre lo biológico languideció hasta la década de los 80, en parte por el predominio de los químicos y en parte por las limitaciones inherentes al control biológico. Un microbio que puede funcionar en una región, puede no hacerlo en otra. Y aunque los controles biológicos tienden a ser más estables y de efecto más duradero, generalmente sus consecuencias no son tan radicales como las de los químicos. Los controles biológicos mantienen las plagas en niveles tolerables, no las aniquilan. Por otra parte, no sirven para controlar un amplio espectro de plagas, cosa que sí hacen los químicos.

Todas estas son las limitaciones que intentan superar los investigadores mediante la utilización de la ingenieria genética. De esta manera podrían producir bacterias para ambientes especificos.
Por lo pronto, los expertos han descubierto los mecanismos mediante los cuales trabajan las bacterias. El ejemplo mas diciente es un antibiótico, phenazina-lacido carbocílico, que se produce en las raíces del trigo. A partir de este, el gen responsable ha sido aislado y clonizado y luego insertado en otra bacteria.

El próximo paso sera insertar el antibiótico del gen en bacterias capaces de reproducirse en ambientes diferentes del original. Y también se introducira en bacterias que controlan otras enfermedades. Algunos investigadores ven la ingeniería genetica de los microorganismos como un sistema de ataque tan efectivo contra las plagas, como los plaguicidas.

Dentro de las posibilidades esta incrementar la virulencia de los agentes biológicos, pero sin que pierdan su especificidad, de tal manera que no dañen sino a su objetivo. Y algo mas exótico.
Los investigadores no descartan la posibilidad de "construir" agentes biológicos que hagan su trabajo y luego se suiciden.

Pero algunos científicos advierten sobre esas estrategias, especialmente si se las está viendo como una panacea, sin tener en cuenta la ecología de los campos, que es lo que ha sucedido con los plaguicidas químicos. Por eso hay que ir con calma, y analizar el uso de los agentes biológicos como parte inseparable de una estrategia global de manejo del entorno.