NACI EN EL MEDITERRANEO

Plaga africana invade los frutales colombianos

12 de octubre de 1987

Después de una intensa lucha contra enfermedades como la roya o la sigatoka negra, la agricultura colombiana enfrenta ahora a un enemigo no menos temible, la mosca del Mediterráneo. Este pequeño bicho, de cuatro a cinco centímetros de largo, que ha puesto en jaque a la agricultura de muchos países, ha encontrado en Colombia un medio ambiente ideal para su reproducción.
Desde hace varios años, naciones como Brasil, Venezuela, Perú y Ecuador vienen sufriendo los estragos que esta plaga ha causado en sus cultivos. Colombia, gracias a severas medidas aduaneras que impedían la entrada de productos agrícolas provenientes de países infestados, detuvo durante mucho tiempo la llegada de la mosca mediterránea. Pero en octubre del año pasado se descubrió la presencia de algunas colonias de moscas en zonas cafeteras del departamento de Nariño, en la ribera del río Guaitara, que al parecer llegaron en una importación de zapotes ecuatorianos. En un comienzo se tomaron algunas medidas primarias para detener el avance de la plaga pero, en el pasado mes de julio, se detectaron varias colonias en algunas zonas del departamento de Antioquia aledañas a Medellín.
Es en estas áreas, con temperaturas entre 20 y 28 grados centígrados, que la mosca se reproduce más fácilmente, aunque su capacidad de adaptación la puede llevar a otras zonas, aunque sea en menor cantidad. La hembra coloca entre uno y cien huevos en los frutos maduros y sanos, que pasan a convertirse en alimento de las larvas. Esto afecta especialmente a las regiones cafeteras en las que se ha iniciado una ofensiva para diversificar la agricultura con la producción de frutas, que se han estado exportando con buenos resúltados. Se calcula que en frutos como los cítricos, las peras, manzanas y ciruelas puede resultar destruido hasta el 90 por ciento de la producción, mientras que los daños en el café ascienden al 15 por ciento. Las cifras son especialmente alarmantes si se tiene en cuenta que en un año se pueden dar 10 ó más generaciones de mosquitos, bajo condiciones ideales.
Las pérdidas que puede ocasionar el mosquito del Mediterráneo son incalculables, si no se toman las medidas necesarias a tiempo. Sólo en el departamento de Antioquia la cifra se acercaría a los 4 mil millones de pesos. A esto hay que sumar que países como Japón y Alemania, compradores de café y frutas colombianas, cuentan con normas que prohíben la importación de productos agrícolas provenientes de zonas en las que se haya detectado la presencia del dañino insecto.
DE FRUTA EN FRUTA
Según la doctora Ligia Núñez Bueno, miembro de la División de Sanidad Vegetal del ICA, las labores de erradicación de la mosca pueden dar resultado, pero los costos son muy altos. En países como Chile, se logró erradicarla temporalmente, pero al poco tiempo se volvió a detectar su presencia. En Centroamérica y Colombia es aún más difícil exterminarla por las condiciones climáticas y por la variedad de frutos. En nuestro país, si bien los daños que puede llegar a producirle al café no son demasiado grandes, las áreas cafeteras le sirven para reproducirse y atacar cultivos de frutos más grandes y llamativos.
Se están utilizando varias estrategias para luchar contra este flagelo. La primera consiste en colocar trampas con cebos como proteínas, a los que se añade insecticidas. Otra muy exitosa constituye en liberar machos estériles. Esta última se aplica sólo cuando se ha logrado reducir considerablemente la población, con la utilización de otros sistemas como el de los cebos envenenados. Gracias a tales métodos, en la zona de Antioquia se ha logrado un relativo control de la mosca mediterránea, impidiendo que se extienda a otras regiones. Hasta el momento su presencia se limita a Medellín, Bello y Copacabana, en donde ha atacado los cultivos de café, naranja dulce y agria y ají. Sin embargo, su peligro es muy grande por el gran comercio de frutas que esa región mantiene con otras partes del país. Además, la mosca puede fácilmente aprovechar los vientos para transportarse a lugares muy distantes, ampliando su radio de acción. Desafortunadamente para Colombia, la mayoría de los frutos para exportación y consumo interno pueden sufrir sus ataques, incluído el banano. "Las medidas deben ser extremas en la zona cafetera porque la temperatura y la humedad ambiental facilitan su reproducción", afirmó a SEMANA la doctora Núñez.
En la semana pasada el gobierno, industriales y gremios agrícolas se unieron para luchar contra la mosca mediterránea, ya que se calcula que de no tomarse medidas inmediatas, la producción nacional de frutas puede desaparecer en un término no mayor de 6 anos. Los expertos opinaron que es necesario conformar un fondo de emergencia que se encargue de la detención a nivel nacional del insecto. La creación de este fondo, la aplicación de las técnicas de erradicación y la capacitación del personal requerido tiene un costo aproximado de mil 140 millones de pesos.
Todo parece indicar que, a pesar de que todavía no se ha extendido ampliamente, las medidas para acabar con la mosca deben tomarse inmediatamente, pues los problemas que puede acarrear son comparables con los de la roya del café o la sigatoka del banano dada su cercanía con el Urabá antioqueño, principal productor y exportador de esta fruta en el país, lo que sería un golpe mortal para la naciente industria exportadora de frutas en Colombia.