CIBERPOLITICA

Oficio peligroso

Expresarse líbremente en internet empieza a hacerse tan difícil como hacerlo en la calle.

Alvaro Montes
24 de noviembre de 2003

Disentir es un oficio peligroso, aun en Internet, en donde el mundo cree que todavía reina el libre albedrío y la libertad de expresión. Medio centenar de ciberdisidentes están encarcelados según la organización Reporteros Sin Fronteras, que monitorea la libertad de expresión y la persecución a periodistas en todo el mundo.

A los gobiernos no les hace gracia que se les critique, ni siquiera en el reducido mundo virtual de Internet, en donde menos del 10 por ciento de la población mundial puede conectarse por ahora. A pesar de la baja penetración global de la 'red de redes' -nada comparable con la omnipresente televisión- Internet es, no obstante, una bruja que no pocos Estados del planeta quisieran ver en la hoguera.

Reporteros Sin Fronteras galardonó este año al tunecino Zouhair Yahyaoui con el Premio Ciberlibertad de RSF-Globenet 2003.

Yahyaoui fue encarcelado por el gobierno de su país tras crear la página TuneZine, desde la que se hace oposición y denuncias.

Según Reporteros Sin fronteras, China se lleva el título al país que más carcelazos propina a quienes utilizan Internet para manifestar su inconformidad política. En China hay en la actualidad 42 prisioneros de esta naturaleza y decenas de cafés Internet han sido cerrados en los últimos meses, mientras crece la afición de los ciudadanos por conectarse.

Las razones en que los gobiernos suelen apoyarse son las mismas de siempre: terrorismo, como en el caso de Estados Unidos y sus sistemas de control de las comunicaciones y el correo electrónico después del 11 de septiembre; o protección del credo religioso, como en los casos de países musulmanes que limitan los contenidos en los que sus ciudadanos pueden navegar.

Las técnicas de censura son variadas: invasión de la privacidad con poderosos sistemas de espionaje electrónico, como el Carnivore o el Echelon, creados por Estados Unidos y sus aliados; o menos sofisticadas como la de un único proveedor de acceso a la red administrado por el gobierno, como en Libia y otras tantas naciones. O iniciativas de seguridad como la que ha planteado el gobierno colombiano de registrar a quienes navegan en los cafés Internet.

Pocas veces autoridades policiales de cualquier país han mostrado pruebas contundentes del uso de Internet por parte de redes terroristas. Internet es utilizado a fondo por organizaciones de derechos humanos, grupos contestatarios y gente de oposición, que no encuentran en sus naciones el espacio democrático para expresarse y controvertir. Por eso Vincent Cerft, el padre fundador de Internet, en su prólogo al informe de Reporteros Sin Fronteras proclamó -aunque suene como una rareza- la necesidad de mantener a la red lejos del alcance de las leyes y las censuras.