SI POR ACA LLUEVE...

Tras su exitoso lanzamiento, el trasbordador soviético recibe las mismas criticas del gringo.

2 de enero de 1989

Desde antes de presentarse la tragedia del Challenger, las voces de ctítica contra todo el programa del trasbordador espacial norteamericano hacían ya carrera en medios cientificos del país del norte.
Para muchos, el trasbordador no representaba una utilidad que justificara la enorme cantidad de dinero invertida en su desarrollo, y su uso como camión espacial de muy corto alcance imponía un severo recorte a la inversión en exploración científica, donde, según muchos, está el futuro del esfuerzo del hombre en el espacio.

Ahora el turno le ha tocado al trasbordador soviético Buran, el aparato diseñado y construido por los rusos y que recuerda en su forma a su análogo norteamericano. En medio de los aires de apertura, los científicos soviéticos se han lanzado a criticar el nuevo aparato con las mismas razones que tiempo atrás se ventilaron en relación con el shuttle norteamericano.
Así como el aparato soviético es muy semejante al norteamericano, la historia de las críticas se caracteriza por un paralelismo interesante en ambos países. El ingeniero Roald Sagde yev, antiguo director del Instituto de Investigación Espacial de Moscú quien se ha convertido en cercano consejero de Mikhail Gorbachov en asuntos espaciales, declaró a Associated Press, refiriéndose al vuelo del Buran: "Subió y bajó, pero no tiene absolutamente ningún valor científico. Mi perspectiva personal es que la experiencia norteamericana, que deberíamos aprovechar, indica que desde el punto de vista de eficiencia, la nave está en graves problemas. Es mucho más simple y barato poner en órbita una carga con cualquier clase de vehículo (cohete) desechable".

De hecho, los funcionarios soviéticos que describieron la semana pasada el vuelo del Buran no pudieron decir claramente cuál era el propósito específico de la nave. Aunque dijeron que tenía capacidad para poner grandes cargas en órbita y para traerlas del espacio, no dijeron cuáles podían ser esas cargas.

El desarrollo del trasbordador espacial soviético comenzó aparentemente en los años 70, bajo el régimen de Leonid Brezhnev. Por lo visto, cuando los soviéticos se dieron cuenta de que el modelo norteamericano estaba destinado al fracaso económico, por cuanto ya era evidente que no podría tener mayor eficiencia que los cohetes no tripulados, era demasiado tarde para cancelar su producción.

Según los expertos occidentales en el programa espacial soviético, las reacciones que se han presentado en la URSS alrededor del lanzamiento del trasbordador, revelan una fuerte diviión entre dos, burocracias separadas, la una de parte del Ministerio de Defensa y la otra de un grupo de ministerios de industrias y aviación.

Estas últimas serían las que emprendieron el trabajo del Buran bajo el liderazgo del Instituto Central de Aerohidrodinámica Zhukovsky.
Sin embargo, la organización tradicional, que es la que ha puesto en órbita los sistemas convencionales como los vehículos espaciales Soyuz y la stación MIR, trabajan bajo la directa supervisión del Ministerio de Defensa. La separación ha llegado a tal punto, que el New York Times afirnó que un cuerpo separado de astroautas, reclutado especialmente para as misiones del trasbordador, solamente ha podido viajar en las Soyuz ni los asientos reservados para "inviados extranjeros" o para "científicos-pasajeros" .
El vehículo, de 100 toneladas de peso, tiene una gran similitud con los trasbordadores norteamericanos en su tamaño, capacidad y forma. Como ellos, tiene alas en forma de delta para el reingreso a la atmósfera y su fuselaje está cubierto con losas de cerámica para enfrentar la fricción. Una diferencia significativa es que el aparato soviético no tiene motores-cohete incorporados. Prácticamente toda la propulsión corre a cargo del supercohete Energia, sobre el cual va montado. La ventaja es que este cohete, del que se han producido varias unidades, puede ser usado tanto para llevar el trasbordador al espacio como para transportar cargas no tripuladas. El diseño ha causado tan buena impresión en medios científicos occidentales, que Jerry Grey, director del instituto Norteamericano de Aeronáutica y Astronáutica, declaró que si se pudiera empezar de nuevo, los Estados Unidos deberían inspirarse en el Buran.

Eso no esconde, sin embargo, la incógnita que representa su utilización.
Por lo que parece, los soviéticos se embarcaron en el mismo tren de los norteamericanos y unos y otros se dieron cuenta muy tarde de que era el equivocado. Sólo el cercano futuro de la exploración espacial probará si este ha sido uno de los errores más costosos, en términos económicos, de la historia. -