A TODA MAQUINA

Los fabricantes de computadores no respetan límites de velocidad,y creen que lo único permanente es el cambio.

3 de agosto de 1998

La semana pasada fue lanzada en Bogotá la nueva línea (mas no la última) de procesadores Pentium II Xeon. Este procesador es el nuevo niño mimado de Intel, ya que su impresionante velocidad de 400 megahertz es 20 veces superior a la de los antiguos modelos 386. La velocidad de los procesadores determina la facilidad con la cual el cerebro del computador se comunica con las demás partes del aparato.
Hablar de la velocidad de los computadores es casi como hablar de las cualidades de un carro último modelo o de un equipo de sonido. Sus propietarios suelen alardear de todo lo que sus máquinas puede hacer, así toque exagerar un poco sobre los alcances de su desempeño. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con los carros o los equipos de sonido, la posibilidad de presumir con los computadores es mucho más limitada, ya que el período en que se puede hablar de un computador último modelo es muy breve.
La velocidad de los computadores que se mide en megahertz es determinante como parámetro de rendimiento de la máquina. Hasta hace unos pocos años dicha velocidad permaneció en un nivel estándar de 66 megahertz. A ese ritmo los computadores ejecutaban todas las aplicaciones comunes e inclusive corrían programas de multimedia, con sonido y animación, que para la época parecían de ciencia ficción. Durante muchos años, los fabricantes de hardware parecieron no preocuparse excesivamente por elevar las frecuencias (léase megahertz) con que trabajaban los aparatos. A tal punto que se necesitaron más de 10 años para pasar de los 16 ó 20 megahertz que tenían los primeros PC domésticos, a los 75 ó 100 con que venían los primeros procesadores Pentium.
Pero este fue apenas el principio de una competencia desenfrenada, junto a la cual la carrera armamentista parecería un juego de niños. Por su parte, a la par con la aparición de procesadores más rápidos, los desarrolladores de software empezaron a crear programas más exigentes que requerían de máquinas con mayor capacidad para ser ejecutados adecuadamente. En esta onda entraron también los drives para CD-Rom, cuya velocidad empezó en 2x _es decir, que eran dos veces más rápidos que un CD de audio_. Hoy, el promedio es de 16x, pero las unidades más recientes superan los 40x, con lo cual se benefician principalmente los usuarios de aplicaciones multimedia, que pueden ver cómo las imágenes son cada vez más nítidas, las transiciones más naturales y el sonido más impactante.
Lo peor o lo mejor, dependiendo de cómo se le mire es que a diferencia de la carrera armamentista, nadie en el mundo parece estar interesado en detener la carrera tecnológica. No en vano muchos ex especialistas en armamento se dedican en la actualidad a crear productos para el mundo de la cibernética. Así que si usted está estrenando computador por estos días, disfrútelo mientras pueda, porque quizás dentro de unos meses parecerá un simple tiesto, comparado con el que se compre su vecino en Navidad.