UNIFORME MOTORIZADO

Diseñador de EE.UU. propone al Ejército traje que anda solo.

1 de junio de 1987

La fecha puede ser cercana al fin el siglo. El Ejército norteamericano, por cualquiera de los motivos que los estadistas consideran suficientes para la guerra, está empeñado en la ocupación de alguna isla estilo Grenada. Pero los asombrados habitantes del lugar ven desembarcar en sus costas a un escuadrón de extraños seres parecidos a robots, con cascos tipo Dart Vader, máscaras antigás, protección contra laser, y un estilo para caminar que más se parecería al de una creación de Jaime Manzur que a un ser humano común y corriente. Su aspecto, en suma, recordaría vagamente a los seres humanos que, supuestamente, estarían en el interior de los extraños engendros.
La anterior podría ser una narración de ciencia ficción, pero puede pasar a convertirse en realidad si el Ejército norteamericano resuelve aceptar la propuesta de un diseñador de armas avanzadas, llamado Jeffrey Moore.
El doctor Moore, quien trabaja en el Laboratorio Nacional de Ciencia de Los Alamos, en Nuevo México, afirma que el nuevo traje de combate para los soldados norteamericanos representará la comodidad de los combatientes, algo que resulta difícil de creer si se tiene en cuenta que pesará doscientas libras, que deberán sumarse a los ciento veinte que comprende el equipamiento habitual de cada soldado. Pero la comodidad no tiene nada que ver con el peso, al menos en este caso.
Lo que hace que su inventor lo anuncie como un gran avance en pro del confort del soldado norteamericano es que el nuevo uniforme será autopropulsado, esto es, podrá caminar por sí mismo, atendiendo las "órdenes" que el soldado le dará directamente de su cerebro. De hecho, Moore anunció que el traje "leerá" los deseos en materia de locomoción del soldado, y los trasmitirá a un sistema motriz accionado por baterías. Eso deja al descubierto un riesgo, dicen los críticos, y es que un ataque de nostalgia, por ejemplo, haga que el traje se desboque de vuelta a Missouri. El doctor Moore tiene una respuesta también para eso. Se trata de una nueva ciencia que avanza a pasos agigantados en Norteamérica, y que se llama la magnetoencefalografía, por la cual se ha llegado a medir los campos magnéticos producidos por las neuronas mientras viajan por el sistema nervioso, lo que hace posible "reconocer las neuronas que gobiernan el movimiento muscular y filtrar las señales que no interesan".
Lo anterior, no es sino una muestra de las capacidades del nuevo traje de combate. El inventor en su presentación afirma que "en esta era de armamento de alta tecnología, (el traje) es la única respuesta posible, se trata de usarlo, o sacar a los hombres de infantería del campo de batalla". Para cumplir su propósito, el traje podrá proteger al soldado contra las armas laser, las químicas y las biológicas y contra la radiación nuclear. Por si lo anterior fuera poco, un sistema interno de aire acondicionado mantendrá al combatiente fresco y, si lo atacare el hambre, un tubo dispuesto en el casco le proporcionará comida al instante. El traje es maravilloso. Y ese parece ser su mayor problema. Como dice James Sampson, del Ejército de EE. UU., "tiene el problema de que es demasiado ciencia ficción".