VIAJE A LO DESCONOCIDO

Las exploraciones del lecho del Atlántico abren perspectivas insospechadas para la comunidad científica

11 de mayo de 1987

Un émulo del archiconocido Jacques Costeau, el oceanógrafo norteamericano Peter Rona, ha presentado la semana pasada en Miami los resultados preliminares de sus exploraciones en las profundidades más ignotas del mar, un extraño y desconocido mundo que a estas alturas permanece prácticamente desconocido y que encierra más misterios y sorpresas que lo que pudiera imaginarse.
El nuevo Capitán Nemo hizo su histórico descenso en Alvin, el mismo minisubmarino que permitió recoger imágenes de los despojos del trasatlántico Titanic, en el lecho del Atlántico. Pero lo que trajo de vuelta en esta ocasión es mucho más que imágenes de platos y botellas de vino. Los hallazgos de esta aventura tienen en ascuas a la comunidad científica internacional.
El objetivo de la exploración se centró en el estudio de una abertura en el lecho marino que el mismo Rona ayudó a descubrir hace algún tiempo. Tales aberturas, conocidas desde 1977 en el Océano Pacífico, son una especie de géyseres submarinos por donde fluye, proyectada hacia arriba, una corriente de agua sobrecalentada y saturada de minerales que permite el florecimiento de formas de vida desconocidas que no pueden existir en ningún otro lugar de la Tierra.
El sistema que Rona y sus colegas descubrieron a cuatro mil metros de profundidad es el primero del que se tiene noticia en el Atlántico. Alrededor de la abertura, se encuentran cantidades fantásticas de minerales como manganeso, cobre, hierro, zinc y azufre, que harían las delicias del más exigente ministro de Minas. De hecho, el descubrimienío de este tipo de fenómenos oceanográficos ha llevado a los científicos a pensar que muchos de los depósitos de minerales explotados comercialmente en tierra firme podrían corresponder a antiquísimas aberturas submarinas de este tipo, que los habrían formado hace muchos millones de años, cuando esas regiones estaban cubiertas por los mares. Según Rona, "lo que se ha aprendido sobre los depósitos del Atlántico, debería en el futuro ayudar a los geólogos a encontrar depósitos en tierra y, tal vez en el futuro, llegar a desarrollar la explotación minera del lecho del mar".
Pero lo anterior es solo la parte geológica de lo que se ha descubierto. Exploraciones de Rona han llevado a conocer especies vivientes jamás imaginadas, que viven en condiciones diferentes a las de cualquier otra criatura en el planeta. Tales organismos han creado el único ecosistema de la Tierra independiente en forma completa de la energía solar. Al contrario de los demás, que forman la cadena alimentaria a partir de la fotosintesis, las bacterias de las profundidades convierten los sulfatos del agua en energía, y son a su turno devoradas por organismos más avanzados. Como dice el doctor Rona, "derivan su energía directamente del calor de la Tierra". El estudio de las especies encontradas en las profundidades cercanas a la abertura reviste especial dificultad, no solo por su captura, sino porque resulta casi imposible mantenerlas con vida en un medio de laboratorio. Pero los misterios implícitos en ellas son sencillamente apasionantes. Por ejemplo, existe alrededor de la raja una gran cantidad de camarones de especie desconocida, que sobreviven a altisimas temperaturas y que tienen en su costado un "parche" luminoso, que bien podría ser un órgano sensorial de características únicas. Pero eso no es todo. No se ha podido explicar cómo ese mismo tipo de camarones es el que vive alrededor de las aberturas encontradas en el Pacífico, y los científicos se preguntan cómo animales de tan precaria locomoción pueden hallarse a una distancia tan considerable, más aún si se tiene en cuenta que son criaturas que viven en un medio caliente, a grandes profundidades, en hábitats separados entre sí por miles de kilómetros de gélidas aguas.
Son muchas las especies que guardan las profundidades y que no han sido, y probablemente jamás serán vistas por el hombre. Pero las exploraciones de Rona han abierto una pequeña ventana a un universo totalmente desconocido y misterioso, que sinembargo yace en el mismo planeta que el hombre se precia de conocer tan completamente.