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'Proyecto para mural del Congreso', de Beatriz González, estaba a punto de caer en el olvido en Bucaramanga.

Arte

La historia del tríptico de Beatriz González que fue recuperado en Bucaramanga

‘Proyecto para mural del Congreso’, de la artista santandereana Beatriz González, fue recuperado recientemente por la Alcaldía de Bucaramanga. El hecho es una noticia clave para la historia del arte nacional: el regreso de un eslabón vital de su obra que estaba a punto de perderse.

Isaías Romero P.
10 de mayo de 2019

Una voz que dibuja

Lo que empezó como un ejercicio artístico, terminó convertido en una crítica estética contra un sistema que en los periodos más difíciles de la historia nacional estaba demostrando sus oscuras intenciones. Beatriz González descubrió que al aplanar la imagen del entonces presidente Julio César Turbay, luego de recortarla en fotos de prensa, surgía una dimensionalidad que le atraía; diría, tiempo después, que ese ejercicio era similar a propuestas de otros artistas, pero, sobre todo, una posibilidad de expresarse. Venía practicándolo recortando otras noticias y desarrollando el mismo esquema en varias obras. Sin embargo, el presidente colombiano, o lo que surgía en su parecido, ocupó un espacio especial en sus cuadros.

Coincidía, además, el paso de un periodo a otro en sus realizaciones: algunas grafías planas y unicolores cobraban volumen y superficie en la recreación de escenas cotidianas del país. De ese periodo pueden identificarse fácilmente otras obras como Los suicidas del Sisga (1965) y Mi lucha (1974). Ese cambio venía con fuerza hacia lo que sería su estilo: pinceladas y escenas fuertes con la crudeza del color y de la realidad. Dominada la forma, González elevó su rebeldía y rompió, tiempo después, con la rigurosidad del lienzo usando para ello planchas metálicas, muebles con vinilo sintético y las espectaculares cortinas, como las de Decoración de interiores (1981), siguiendo sin detenerse hasta muebles más grandes, telones, murales, hasta llegar a las Auras anónimas (2007- 2009), una intervención en los columbarios del Cementerio Central de Bogotá.

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La valentía de Beatriz González transformó ese ejercicio inicial en una obra que hincaba su descontento y alzaba la voz, que no le hacía el quite a un contexto terrible; se volvió descomunal su voz pictórica. Parecía como si el descontento nacional creciera en paralelo con el tamaño de sus obras. En la mitad de todo ese proceso creativo y transformador, en un país que desde la política orquestaba la génesis del paramilitarismo, el estatuto de seguridad, el exilio de Gabriel García Márquez, la persecución de Luis Vidales, entre otras fatales decisiones, surgió como un eslabón fundamental una obra suya prácticamente desconocida: Proyecto para mural del Congreso, de 1981, recuperada recientemente del olvido por la Alcaldía de Bucaramanga y su Instituto de Cultura.

La génesis

Proyecto para mural del Congreso fue la contestación de la artista santandereana a un concurso que pretendía embellecer con una intervención artística el recinto parlamentario. Su respuesta, como era de esperarse, y tan consecuente con su obra, fue esta enorme pieza dibujada totalmente sobre papel Canson que terminó sin participar en el concurso. Su importancia radica en la dimensión, en el trabajo, en el contexto, en la ubicación dentro de la brillante carrera de González y en el ser redimida: estuvo a poco tiempo de terminar diluida por la indiferencia, el abandono y la humedad en las antiguas instalaciones de la Biblioteca Gabriel Turbay de Bucaramanga.

Inicialmente, cuenta Álvaro Ramírez Ortiz, crítico de arte y uno de los responsables en la recuperación de la obra, esta fue cedida a la ciudad por la cercanía de la artista con Jorge Valderrama Restrepo, el gestor de la Biblioteca Gabriel Turbay, en un período de euforia cultural de la ciudad y un fuerte temor por la represión que crecía en el ambiente nacional a principios de los años ochenta. Después de estar expuesta por algunos años en las instalaciones, la obra fue confinada a ocultarse, sin una razón aparente, salvo una serie de pésimas decisiones administrativas que además convirtieron, a la que fuera una de las biblioteca referentes en el país, en menos de 40 años a un lugar infame para el arte.

Junto a la obra de González, más de 400 piezas fueron abandonadas a morir en una especie de morgue que cumplía funciones de pinacoteca, muchas en pérdida total, otras sin ser propiamente arte, lejos seguramente, del sueño de Valderrama Restrepo. Ese perverso desinterés rampante que muchos funcionarios públicos históricamente han demostrado hacia las artes plásticas y al arte en general, tenían a la Biblioteca a punto de caerse: una galería descuidada, unas instalaciones poseídas por las palomas y un lugar, por qué no decirlo, deprimente, a pesar de ser el pulmón cultural de la capital santandereana. “¿Cómo expusieron allí durante años artistas, curadores, gestores de la cultura local promoviendo eventos en un sitio indigno para las artes?”, se preguntó Álvaro Ramírez, al descubrir el lienzo de González a punto de perderse. Para octubre está prevista la entrega de la modernización de la Biblioteca en la administración del polémico alcalde Rodolfo Hernández con una inversión que supera los 4.000 millones de pesos.

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‘Proyecto para mural del Congreso‘, de Beatriz González, estaba a punto de caer en el olvido en Bucaramanga.

De Turbay a Turbay

La biblioteca Gabriel Turbay debe su nombre al líder liberal santandereano que dio luchas desde la región comunera y el congreso en favor de las ideas de su partido, entre esas la cédula electoral y la separación de poderes entre iglesia y estado. Ideas que fueron determinantes del movimiento político y que se encuentran lejos del panorama presente. Turbay murió joven después de que la división del liberalismo en 1946 le bloqueara su carrera al primer cargo nacional, dándole una fácil victoria a Mariano Ospina Pérez. Jorge Eliecer Gaitán, que representaba la otra división del liberalismo también perdió esa campaña a la presidencia y quedó de tercero en la votación. Turbay moriría de un infarto en París sin ser testigo del crimen de Gaitán. Todo indica que el árbol genealógico del Turbay de la Biblioteca y el Turbay de la presidencia no coinciden, aunque unos dicen que sí, y en la mitad de esto Beatriz, donando su pintura a la Biblioteca Turbay durante el gobierno de Turbay.

Beatriz vuelve a casa

Beatriz González anunció una visita a Bucaramanga con la clara intención de recuperar esa pieza en particular a principios de éste año y así se lo hizo saber al Instituto de Cultura. La razón: comentarios de su abandono y el valor que tiene para su obra. Era en un momento propicio, además: se preparaba desde meses antes, el enorme e importante homenaje que recibiría en Estados Unidos, desde mediados de abril hasta septiembre de 2019 en manos del Pérez Art Museum de Miami y el Museo de Bellas Artes de Houston. Más de 150 obras de la artista en casi 6 décadas de producción inagotable se exponen con toda la contundencia y el merecido homenaje a su carrera. Ahora la artista aclamada por el mundo, que sólo meses atrás había recibido ovaciones en buena parte de Europa, tendría una retrospectiva completa, faltaba esta pieza selecta y diciente que será novedad en Estados Unidos y que dicta el ADN de la artista.  

En el encuentro de reclamo de su obra, el Instituto y los maestros Álvaro Ramírez y Guillermo Quintero Rojas, quienes fueron claves en la administración municipal por el hallazgo, lograron demostrarle a González que tenían toda la intención del cuidado y preservación de la pieza, así como el compromiso del Instituto y de la misma Alcaldía. La maestra dudaba, recuerdan, pero al conocer el plan de recuperación previsto, el avanzado y delicado trabajo de Orlando Zafra Rodríguez, quien venía de ser el jefe técnico de restauración en el prestigioso laboratorio especializado de la Universidad Industrial de Santander, a cargo de la salvación, no fue muy difícil terminar de convencerla. La obra debía estar lista para la exposición en Estados Unidos y ser prestada para esos fines. De esta manera quizás con la misma emoción y euforia de sus trazos al dibujarla, como la entregó a Valderrama y a la Biblioteca Turbay, la maestra le cedió definitivamente a la ciudad como una parte de su vida y le encargó a la misma que respondiera por ella. Beatriz, oficialmente, está de nuevo en casa.

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