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Angel Haze en Øyafestivalen, festival de música en Noruega, 2013. Crédito: Jørund Føreland Pedersen.

Especial LGBTI

La pansexualidad: sin máscaras impuestas

Cada vez más personas se declaran pansexuales, una orientación sexual que no se limita al género opuesto o al mismo. Aunque se trata de un fenómeno antiguo, su introducción en el argot popular denota una incipiente revolución tanto sexual como lingüística. ¿Quiénes son?

Alonso Sánchez Bauté* Bogotá
3 de noviembre de 2016

La cita con Clara (nombre cambiado) fue en el Park Way el lunes siguiente al plebiscito. El lugar estaba repleto de miles de universitarios convocados para buscar soluciones por la derrota del . Nunca antes en Colombia tantos jóvenes se habían volcado a las calles para manifestar sus preocupaciones políticas. Mientras caminaba por entre la multitud, recordé Después de mayo, la película de Olivier Assayas que comienza con una declaración de intenciones en los sucesos alrededor del mayo francés de 1968: los jóvenes ya no son lo que eran. En la escena en la que el protagonista se despide de su novia, quien parte a vivir a Londres, cada uno sabe que el romanticismo y los sentimentalismos han quedado para siempre atrás y les corresponde a ellos, y solo a ellos, la construcción de una nueva estructura política y social. 

Pensaba en la película cuando me encontré con mi cita: una estudiante muy bella de 20 años y voz cavernosa, como de cantante de tangos, que por sus rasgos físicos bien podría ser francesa. Desde la primera frase me conmovió la seguridad en sus palabras. “Cuando descubrí, siendo muy chica, que no soy una persona con un comportamiento totalmente heteronormativo, busqué apropiarme de alguna postura que me definiera en el plano afectivo y sexual. Vivimos en una sociedad y un contexto familiar muy binario, lo cual me llevó a plantear inicialmente el problema solo en esos términos de A y B. Para entonces no había indagado sobre otras posturas o sobre personas diversas. Me atraían los hombres, pero no me interesaba la vida solo con chicos. A los 15 años comencé a salir con chicas, aunque los chicos me seguían atrayendo física y energéticamente. Definitivamente no soy lesbiana, me dije y entendí que la sexualidad no es un asunto de genitalismo (reducir o circunscribir el sexo a los genitales), sino algo energético, algo que va de compartir, de poder hablar con alguien más allá de lo sexual sin ser sapiosexual (sentirse atraído sexualmente por la inteligencia de otro). Me di luego la oportunidad de tener relaciones con una transgénero femenina (tránsito de hombre a mujer) y con otros modelos diferentes de lo gay o lo lésbico. Me atraía su energía más allá de lo físico, aunque también me excitaba pensar que ella era una especie de divinidad con senos y pene, dos cosas que me fascinan. ¿Será que soy trans?, me pregunté. En estas nuevas relaciones supe que no estaba sola, que muchas de mis amigas y amigos de los que nos acompañan hoy aquí, son como yo: personas con géneros fluidos (quienes se identifican un día como hombres y otro como mujeres) a quienes nos atraen otros géneros. Nadie imaginaba que fuéramos posibles. Alguien trajo una palabra de internet. Entonces supimos que somos pansexuales. Las personas, en general, casi nunca son capaces de asumir su libertad. Las personas que nos definimos públicamente como pansexuales hemos aceptado ante nosotros mismos que tenemos la capacidad de decidir”. 

Pansexualidad 

“La pansexualidad es una orientación sexual humana caracterizada por la atracción sentimental, estética, romántica o sexual independiente del género o sexo de otras personas así como toda práctica sexual. También es definida como atracción sexual a todos los géneros, incluyendo géneros no binarios. Se distingue de la bisexualidad en que esta se define como la atracción sexual a dos géneros”.  

Esta confusa definición de Wikipedia, que podría ser el primer acercamiento de un lector desprevenido con el tema, se resume así: la palabra pansexualidad se compone del prefijo pan, que significa todo, y sexo. Es la orientación sexual de quienes no restringen su sexualidad al género opuesto (heterosexualidad), al mismo género (homosexualidad) o a los géneros binarios, hombre y mujer (bisexualidad), sino que se extiende a otros géneros. 

Tak Combative es una reconocida activista de los derechos igualitarios que hoy tiene 30 años y desde hace unos cuantos se define como pansexual. “Cuando empecé a tener influencia política en el colectivo trans cambié mi nombre de pila. Soy transgénero masculino pero no me he hormonado ni me pienso operar los genitales (hablo de transgénero y no de transexual, porque la identidad de género va mucho más allá de la definición biológica del sexo). Estoy en el between de los géneros. Cuando estoy muy chica, me maquillo o me pongo tacones, pero estoy jugando porque no creo que eso sea ser chica. También he estado rapado como hombre y he tenido una serie de looks más complejos. El género es necesariamente social: se aprende algo de pequeño y luego se asume. Todo esto es una ficción social que genera un montón de violencia porque algunos insisten en creer que solo existen dos ficciones sociales. La pansexualidad nació porque uno puede ser atraído por cualquier género y no solo por los dos aceptados por la ficción social”. 

Los pansexuales no hablan ni de genitalismo ni de construcción binaria porque estética, física y genéticamente hacen parte de un género, pero emocionalmente pertenecen a otro. Afirman que no se sienten atraídos por el género (muchas veces ni siquiera se ocupan de averiguarlo) sino por la persona, por lo cómodas que se sientan con ella. Clara dijo sobre esto: “Desde que me entendí pansexual soy una persona mucho más energética. Me abro a todo el mundo, a conocer a todos, pero nunca decido dar el paso hacia la intimidad teniendo en cuenta la construcción de género o la sexualidad. Fluyo más cuando estética, energética y políticamente me agradas, no me detengo nunca a pensar si eres hombre, mujer o trans”.

Por su parte, Tak Combative contó al respecto: “Me gusta encontrar la armonía del cuerpo. Cuando conozco un cuerpo me sorprendo. Me dejo llevar por el deseo hasta descubrir qué hay allí. No llego buscando el pie pero me sorprendo con la belleza del pie. Me parece toda una aventura explorarlos. Me intriga mucho saber qué contiene. Hasta ahora mis cuerpos favoritos son los trans masculinos porque he encontrado en ellos una armonía muy atractiva: barba y espaldas anchas pero con senos y vagina. No espero que este hombre tenga pene. Me pregunto si lo tendrá, que es diferente. Me fascinan los pipís chiquitos, pero encontrar vagina y clítoris me parece más lindo. Quizás por eso me gustan los penes chiquitos, porque parecen un clítoris… Así como yo hay un montón de hombres transgénero en Bogotá, muchísimos más de los que uno imagina y si ellos deciden no revelarlo no hay manera de saberlo. Muchos tienen una identidad de género alternativo. Cada quien tiene sus propios gustos, pero muchos se castran a sí mismos porque la sociedad castiga la desviación y uno pasa por un proceso tan tremendo para decirle a lo familia lo que es, que luego ya no se puede echar atrás. Uno mismo se encasilla, se niega el permiso de expresarse a las emociones. Pero resulta que el deseo tiene muchos niveles. Eso muy bonito eso de quitarse arandelas y permitirse ser. El sexo es un asunto de libertad”.

Entrevista a Miguel Rueda, PhD en Psicología, director de Pink Consultores

Estos últimos años varios famosos —Miley Cyrus, la rapera Angel Haze, la actriz Natasha Negovanlis, Willow Smith— han hablado públicamente de su pansexualidad. Algunos medios reducen el tema y dicen “es una moda”.

La pansexualidad ha existido desde siempre, pero hace diez años no se hablaba de ella. Primero, no tenían necesidad de nombrarse de una manera particular; segundo, no encontraban la manera de nombrarse y, tercero, muy fácilmente los podían confundir con cualquier otro tipo de orientación sexual que existiera. Hay una sobrevaloración enorme al sexo; una urgencia por negar las orientaciones sexuales diversas. Se dice que los intersexuales (hermafroditas) no existen, por ejemplo. Sé de 49 casos en el país.

¿Y pansexuales?

Actualmente llevo el caso de un hombre que tiene relaciones sexuales con más de dos personas al tiempo; es alguien que colinda con lo poliamoroso y lo pansexual. Tuve una vez un caso de un hombre heterosexual que se sentía atraído por una transgénero femenina que tenía pene y senos. Él no se identificaba como homosexual y necesitaba definirse, saber qué era. Le dije que era un hombre transorientado. En esta sombrilla de la diversidad hay un montón de clasificaciones que, en la etiquetada de la etiquetadera, al final solo importa saber que cada quien vive su erotismo y su forma de estar y de ser en el mundo desde su propia identidad con la sexualidad como la quiera vivir.

La teoría queer rechaza todas estas clasificaciones que parten de la base de la heterosexualidad y el patriarcado y que al final generan más confusión y caos que el género o la orientación sexual en sí. En Colombia hablamos solo de la sigla LGBTI, pero sabemos que hay países donde la sigla cubre casi medio abecedario. ¿Por qué tantas etiquetas si, como dijo Florence Thomas, antes que el derecho a la diferencia hay que luchar por el derecho a la indiferencia?

Dos conclusiones a las que han llegado las ciencias sociales son, uno, la manera como uno mismo se autodefine: soy como me defino yo mismo y no como tú me defines y, dos, la sexualidad es una parte fundamental en la construcción de la identidad. Las etiquetas tienen el efecto cauchera: dar la cara para poder luego invisibilizarse. Ahora bien, hay dos formas muy sencillas para no confundirse: para referirse a lo político se habla de LGBTI; si es algo más allá, lo correcto es hablar de diversidad sexual. 

Estamos construidos por tantas máscaras que al final tampoco sabemos quiénes somos, pues la construcción social es al tiempo una negación de la identidad sexual, de lo que somos. Incluso la socióloga Christine Delphy, quien trabajó con Simone de Beauvoir, afirma que “el género crea el sexo”. ¿Hasta dónde la pansexualidad es una deconstrucción total de la sexualidad?

Probablemente lo es. Quizá no sea tanto una evolución como un volver a lo básico, a lo completamente primario: esto somos sin máscaras impuestas. Los pansexuales  tienen relaciones que no estén mediadas por lo monogámico o lo heteronormativo y carecen de culpas en cuanto a su erotismo.

*

La diversidad sexual es una gran sombrilla que abarca todas las experiencias y las expresiones de la sexualidad y el erotismo. Es inabarcable. Cada quien tiene sus propios gustos y placeres, incluso quienes se los niegan. Mientras se mantengan en la privacidad, las prácticas sexuales de cada quien son sus propias prácticas sexuales. Muchos las viven y practican sin necesidad de expresarlas. La expresión sexual está ligada a lo político —toda pose es política— y lo que no se nombra no existe. Es cuando se nombran, también, que adquieren una postura política en cuanto a subvertir y a reconocer que en algún momento los géneros son obsoletos. Lo revolucionario entonces es reconocer que hay identidades que van más allá de los dos géneros y mantenerse en esa postura. En este sentido, el pansexual sería un bisexual+ o un bisexual plus: no solo siente atracción por el hombre y la mujer, sino por las personas trangénero, bien sean masculinos o femeninos. 

Pero, en últimas, la gran revolución de estos jóvenes está en el lenguaje; en la arquitectura de una nueva estructura política, social y sexual a partir de la palabra; en la construcción de la identidad propia nombrando lo innombrable que es —en este caso—, al tiempo y por demás, lo rechazado, lo que no quiere la sociedad en que vivimos que veamos y vivamos. No sucede solo en Colombia y es imposible ocultar o negar porque la diversidad sexual no es una ideología; es un facto. 

*Escritor.

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