En 2017 Colombia tomó una decisión trascendental para el futuro del país y muy posiblemente del mundo. La sentencia T-622 reconoce al río Atrato, que recorre gran parte del departamento de Chocó, como sujeto de derechos. La medida entiende al río como un elemento fundamental en la vida de las personas, ya que la comunidad que vive alrededor del Atrato depende totalmente de él. Como parte de la medida, se define la figura de los "guardianes del Atrato", las personas responsables de hacer cumplir la sentencia y actuar como la voz del río. El grupo está conformado por el estado colombiano y por la comunidad. El estado está representado por el ministerio de Ambiente y la comunidad, por un cuerpo colegiado de 14 personas que son representantes de las organizaciones que interpusieron la tutela.
Para ser efectivos en su misión, es necesario que los guardianes sean reconocidos tanto a nivel institucional como a nivel comunitario. Para lograr ese posicionamiento, crearon una campaña llamada ‘Todos somos guardianes del Atrato’. “Entienden que la sentencia solo va a poder ser implementada con la unión de muchas fuerzas”, explica la politóloga Carolina Rincón, miembra del centro de estudios para la justicia social Tierra Digna, una de las entidades que ayudó en el proceso de la sentencia, y también coordinadora del ‘Circuito cultural Todos somos guardianes del Atrato’. Esta es una de dos ramas de la campaña ‘Todos somos guardianes‘. Rincón explica que, entendiendo que la figura de los guardianes por si sola no puede hacer que se cumpla la sentencia, buscan la mayor cantidad de personas posibles que se unan al movimiento o apoyen la defensa del río. "Al final es que defiendan la gestión de las cuencas o de lo que implican los ríos en los territorios o que asuman también un compromiso con la defensa territorial".
La campaña empezó con dos actividades principales. La primera fue una gira de incidencia política por medio de la cual los guardianes visitaron ministerios y agencias de cooperación internacional con el objetivo de generar sensibilidad sobre el tema y comunicar las necesidades que tienen para implementar la sentencia a nivel institucional. De manera paralela se hizo la segunda, un circuito cultural para invitar a más personas de la sociedad civil a unirse a esta iniciativa. "El circuito se pensó como un espacio de participación y de reflexión en torno a la sentencia desde otros lugares como el arte, la comunicación, la cultura. Se hace lo que dice la sentencia sobre reconocer unos derechos bioculturales donde se entiende la cultura como un elemento central en el desarrollo humano", explica Rincón.
Para ella, el reconocimiento de los derechos bioculturales es la verdadera innovación de la sentencia, en la medida en que refleja un avance jurídico al tener un enfoque ecocéntrico. “Los cuerpos de agua o el territorio no son vistos como recursos al servicio del hombre sino que son elementos fundamentales en un ecosistema. No tiene ese enfoque antropocéntrico según el cual cuidamos los recursos naturales, porque sino hay recursos naturales nos morimos nosotros. Esto va un poco más allá: dice que tienen derecho a ser protegidos porque hacen parte de un ecosistema donde todos sus elementos son importantes para la vida misma. Es la parte ‘bio‘ de lo ‘biocultural‘. Lo ‘cultural‘ es entender como el río o el territorio entran en el desarrollo de las personas y cómo la cultura es central en el desarrollo humano", resume Rincón. También resalta que la sentencia trae consigo la posibilidad de cambiar la relación que tenemos con el medio ambiente.

Río Atrato en Chocó. Crédito: Paola Castaño / Semana.
Con eso en mente, del 16 de noviembre al 2 de diciembre de este año se celebró el ‘Circuito cultural Todos somos guardianes Del Atrato‘. Fue un éxito, propagándose con una variedad de actividades y campañas en redes sociales que invitaban a la gente a usar #TodosSomosGuardianesDelAtrato o #YoSoyGuardiánDelAtrato para acompañar selfies u otras publicaciones. Parte de la recepción se debe a que Tierra Digna ha comunicado la cantidad de posibilidades de empezar a pensar la gestión de cuencas nacionales o internacionales que ha generado la sentencia, incluso la posibilidad de generar políticas que funcionen a nivel regional o continental.
También hubo mucho interés por el proceso legal, ya que tomó alrededor de cinco años y varios intentos antes de que la sentencia saliera. A pesar de que fue necesario gestionar los aspectos políticos del trámite en Bogotá, hubo esfuerzos para conectar a los habitantes de la ciudad con las regiones y abrir espacios interculturales con participación indígena, mestiza y afrocolombiana.
Rincón rescata que desde que inició la sentencia en Chocó se han hecho muchas actividades, en especial pedagógicas, en los espacios académicos, institucionales y culturales del departamento. "Hay mucho movimiento y mucha expectativa en Chocó, ya que después de una lucha tan larga, sus promotores ven que salió la sentencia y tienen la posibilidad de recuperar su medio de vida, porque el río Atrato en estas comunidades lo es todo".
Ha sido necesario construir relaciones entre los guardianes de la comunidad con los del estado para trabajar en términos de cómo generar unos trabajos concertados de planeación y cómo hacer, en las palabras de Rincón, "que los ministerios no hagan sus planes de trabajo y no pase lo que siempre pasa, que es que desde Bogotá se planifican los territorios". Por eso los guardianes locales entraron en un proceso de fortalecimiento y de formación temática de habilidades para poder exigir que todo lo que se vaya a hacer en su río se haga con su participación y sea una construcción colectiva.

Maryury Mosquera Palacios, guardiana del Río Atrato; Felipe Clavijo, magistrado auxiliar Corte Constitucional; y Bernardino Mosquera, guardián del Atrato.
Este es solo el principio de los esfuerzos que tienen planeados Tierra Digna y las otras entidades que componen los guardianes del Atrato. Rincón dice que es necesario entender que esta es una apuesta a largo plazo y todo se trabaja desde esa visión. “Este proceso es muy complejo. Implementar la sentencia tiene cuatro órdenes: una es la descontaminación del río, que está destruido por la minería donde hay muchos actores y muchos intereses. Otro es la erradicación de minería ilegal, donde de nuevo hay muchos actores, muchos intereses. Los otros dos son el tema de toxicología y el tema de la soberanía alimentaria, que es cómo generar o garantizar o recuperar la soberanía alimentaria en el río”, explica Rincón.
Debido a lo complejo que es generar esos cambios, es necesario trabajar en muchos frentes durante mucho tiempo. "El cultural es uno, el tema jurídico es uno, el institucional, el político, el económico y otros tienen que empezar a trabajarse de manera paralela. Ninguno, por sí solo, va a solucionar o va a implementar la sentencia". Además de crear sinergia entre los frentes, es necesario contar con una voluntad política desde los entes del estado colombiano. Sin embargo, debido a que es por definición un proyecto a largo plazo, también están buscando proteger el proyecto de la campaña electoral.
A pesar de que es un proyecto que tomará varias décadas, ya existe una idea del futuro ideal. "Hace pocos meses fuimos a las comunidades para ver qué es lo que quieren de su territorio dentro de 20 años. Básicamente es la eliminación de actividades nocivas, la recuperación del río lo que implica una recuperación de fauna y de flora, la reforestación y lograr que las personas no permanezcan confinadas, que puedan moverse libremente por su río".
Hay una visión clara de lo que se quiere, asi no sea fácil. Lo más necesario es una concertación en la planificación e implementación del río. Es necesario un reconocimiento de la comunidad por parte del Estado, y de la visión de desarrollo que esta tiene sobre su territorio, que puede ser diferente a la del gobierno.

Río Atrato en Murindó, Chocó. Crédito: León Darío Peláez / Semana.
El tema pedagógico también es transversal en la implementación de la sentencia, sabiendo que la población que depende del río es heterogénea. Se debe trabajar con una visión de cuenca mucho más amplia y más intercultural, dado que no puede ser un proceso solamente indígena, mestizo o afro. “Es un proceso donde tres visiones de mundo tienen que sentarse y conciliar y tomar decisiones sobre su medio de vida". Rincón señala que para poder hacerlo, hay que partir de lo que tienen en común: todos son campesinos y todos están defendiendo el territorio, que es su medio de vida.
A pesar del panorama desalentador al que se enfrentan, desde el complejo paisaje político en el que está sumido el país hasta la gran cantidad de trabajo que queda por hacer, Rincón transmite una visión positiva del proceso. "Todas las dificultades existen, pero lo alentador es que las personas que están ahí tienen claridad sobre su realidad y sobre cómo actuar en ese territorio complejo. Son gente que se levanta en un país donde matan líderes sociales casi a diario a defender su territorio con todo lo que eso implica”.