Doble lucidez contemporánea

10 de abril de 2012, 6:13 p. m.

Novios imaginarios, corazones rotos, historias de vida y la incertidumbre misma de vivir sin saber muy bien hacia dónde vamos, son solo algunas de las grandes-pequeñas preocupaciones que mueven a la artista francesa Sophie Calle. Aclamada por muchos, tal vez odiada por más, esta mujer ha logrado hacer de su propia vida –por cierto bastante inquieta- una obra de arte. Piezas entre la realidad y la ficción, construidas intuitivamente a medida que avanza el tiempo, como en una película y narradas en off por su propia consciencia, son puestas en escena a manera de documentos vivenciales. Una mujer llena de astucia que siempre revela un misterio cómodo, una picardía familiar y una ironía controlada. Esa es la misma artista-striper que Paul Auster supo poner en palabras mejor que nadie bajo el título Leviatan, y que estuvo en Bogotá el 23 de marzo hablando sobre su obra y compartiendo anécdotas sobre su próxima exhibición “historias de pared”.

Aquí los dejo con el enlace publicado y compartido por Esfera pública en días pasados. Actualmente y hasta el 3 de junio expone en el Museo de arte Moderno de Medellín y a partir del 20 de junio la tendremos en las salas del Museo de Arte del Banco República.

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Paralelamente, como en una grata conspiración del universo, el Museo de la Universidad Nacional de Colombia, en colaboración con la colección Daros Latinoamérica, nos trajo a otro terco del arte, a un intelectual que resiste y a un ser humano que se divierte. Se trata del uruguayo y alemán, Luis Camnitzer, quien como Sophie Calle, se sale del mainstream grandilocuente, monumental tipo Showbiz, y en cambio hace un uso lúcido y consciente del arte, para decir lo que piensa y poner en duda ciertos fundamentos que construyen la sociedad y el arte mismo. Piezas sutiles, de una fineza comunicativa envidiable y un humor negro resonante, son tal vez las principales características de ese hilo conductor que atraviesa su producción, que como el mismo lo intuye, ni siquiera debería terminar en objetos sino que debería limitarse al territorio de las ideas: “Por un lado el medio ideal sería la telepatía, entonces no trabajás, no hacés nada y lo que pensás va directo al cerebro del otro. Esa es tal vez la forma más precisa del arte. Pero… no soy buen telepata. “

He aquí la entrevista realizada por la revista Arcadia.

¿Qué más los une? Probablemente una necesidad constante de entenderse y descifrarse a si mismos a través del arte. Personas que tienden a hacer pública su vida y a compartir sus pensamientos de forma diferente, pero que sin embargo, y muy seguramente, les cuesta expresar sus sentimientos e ideas de la forma convencional. Por eso son artistas y para nuestra gran fortuna, nos visitan en Bogotá.