Colombianos 1. Soplo de río, Antonio Arnedo y Hugo Candelario Dos músicos invaluables de la escena colombiana, un renovador del jazz y un maestro de los ritmos de la costa Pacífica, encabezan esta exploración sonora de nuestra identidad. Pero no desde la evocación nostálgica, sino con nuevas melodías e interpretaciones enérgicas. El saxofón y la marimba juntos son magia.

2. Ságan II, Ságan El experimento electrónico de Felipe Ortega y María Mónica Gutiérrez llega a un punto más maduro. En su debut (2015) parecían jugar con las posibilidades de unir la voz cantante y los recursos electrónicos. Ahora conocen sus alcances y lanzan una colección más contundente.

3. Río mar, De Bruces A Mí Este año la Unesco declaró al reggae patrimonio de la humanidad, lo cual ayuda a visibilizar a los intérpretes de este género en Colombia. Con casi dos décadas de trabajo continuo, esta banda paisa lanza un disco impecable, contagioso y de espíritu conceptual, lleno de referencias al agua y la cultura de los navegantes.

4. Buitres, Diamante Eléctrico Más conscientes de su identidad latina –como dijo en una entrevista el guitarrista Daniel Álvarez–, este grupo llega a su cuarto disco permitiendo a nuevas raíces permear ese sonido rock un tanto más inflexible de sus anteriores grabaciones. Para los ganadores de Grammy Latino, reinventarse fue un riesgo y un acierto.

5. El tutti Fruty Vol. 1, Varios No son comunes las antologías en estos listados de fin de año, pero esta plantea una nueva mirada sobre la cultura musical del Caribe, con más presencia del rock, el reggae o la electrónica que del sonido tropical. Empezó con un premio del Portafolio de Estímulos de Barranquilla; el resultado, una auténtica sorpresa.

Internacionales 1. El mal querer, Rosalía De vez en cuando sucede que un disco llega a estremecer los cimientos de lo que creemos que es un género musical. Rosalía lo ha hecho con el flamenco, que es un género al que suele cuidarse como una pieza de museo. Ella decidió acompañar su voz dramática con una colección de recursos sonoros que marcan una ruptura.

2. Heaven and Earth, Kamasi Washington Grandilocuente es la primera palabra que viene a la mente cuando uno escucha a este joven saxofonista, compositor y director de orquesta. Enamorado de las extensas obras psicodélicas que hacían sus ídolos John Coltrane y Sun Ra, produjo un álbum doble de más de dos horas de duración.

3. Songs of Resistance, Marc Ribot Este álbum busca rendir un homenaje a canciones que han tenido una trascendencia social y política en distintas culturas. Para ello, el guitarrista estadounidense llamó a varios cantantes a secundarlo. El eje es el sonido de su instrumento, un poco rústico, con mucho eco y pocas notas, pero pertinente para el ambiente de trovadores que se evoca.

4. Soar, Catrin Finch & Seckou Keita Dos mundos se encuentran a través del arpa. Ella es británica, muy reconocida en el ámbito de la música clásica; él, un músico tradicional de Senegal, en la costa occidente de África. Son escuelas muy diferentes, como la forma y los materiales de sus instrumentos. De ahí la riqueza de este álbum, un llamado a la tolerancia en un modo muy dulce.

5. Dionysus, Dead Can Dance En los años noventa, la australiana Lisa Gerrad y el inglés Brendan Perry llamaron la atención con esta música imaginativa que mezclaba ritmos e instrumentos del mundo: canciones hipnóticas que alguien definió como la música ritual de una tribu que no existe. Regresaron luego de seis años de silencio con un disco contundente y sugestivo.