La muerte de Jesús Santrich en Venezuela confirmaría algunas tesis de cómo se mueven las disidencias en el vecino país. ¿Quién lo mató? es la pregunta que ahora despejan las autoridades. La primera hipótesis es que el líder de la llamada Nueva Marquetalia habría sido dado de baja en un combate entre grupos armados que se disputarían el negocio de la coca. La segunda que lo habría dado de baja la Guardia Venezolana. Y la tercera que habría sido alias Farley y alias Arturo, las fichas clave de Iván Mordisco.

También se maneja la tesis de que el campamento en el cual estaba Santrich fue atacado por grupos de mercenarios, que después de un duro combate, produjeron la muerte del disidente colombiano. Santrich habría estado rodeado de un esquema de seguridad de no más de 20 personas que no pudo contener el ataque. Esta última versión estaría contenida en un informe de inteligencia en poder del gobierno colombiano que da cuenta de que el ataque habría sido ejecutado el pasado domingo en horas de la noche.

Desde hace meses se habla de guerras internas entre las propias disidencias y de la anuencia del gobierno venezolano, que protegería al grupo liderado por Márquez en desmedro de las otras disidencias.

SEMANA había publicado estas tensiones entre grupos criminales a propósito de la crisis que se vivió en Apure, en la frontera con el vecino país. Las acciones bélicas habían provocado el desplazamiento de casi 4.000 venezolanos, quienes llegaron hasta Arauquita en busca de refugio. Los enfrentamientos armados se habían registrado hace unos meses en la parte baja de La Victoria, en parroquias como Arenales, El Ripial y Guafitas, donde, según los habitantes de la zona, habría campamentos guerrilleros tanto de las Farc como del ELN.

Con datos más puntuales, las autoridades colombianas señalan que en esa región se ubican tres grandes grupos: en el borde entre el Catatumbo y Arauca, el ELN, con un bloque liderado por alias Pablito; en el límite de Arauca, unas disidencias de las Farc, bajo el mando de alias Arturo; y en los lados del Vichada, algunos del denominado frente Segunda Marquetalia.

Unos audios publicados por SEMANA, sin embargo, revelaron que en la zona también tienen operaciones hombres bajo el mando de Omar Pardo Galeano, alias Antonio Medina, jefe del frente 28 de las disidencias de las Farc.

En dichas grabaciones, Medina ordenó a sus hombres atacar bases militares venezolanas como acto de solidaridad con el frente Décimo, que recientemente fue objeto de la acción de la Guardia Bolivariana. Estos dos frentes son estructuras de apoyo de Gentil Duarte, quien sostenía duras diferencias con las disidencias de la Segunda Marquetalia, de Iván Márquez, Jesús Santrich y alias el Paisa. Una de las tesis de la muerte de Santrich sostiene que este habría muerto en enfrentamientos con ese grupo de Gentil Duarte.

La presencia de grupos guerrilleros en ese territorio y los señalamientos del Gobierno de Maduro de brindarles protección habían sido la constante de las autoridades colombianas. El ministro de Defensa, Diego Molano, aseguró “información de inteligencia señala que en presuntos enfrentamientos ocurridos ayer en Venezuela habría muerto alias Santrich y otros delincuentes. Información en verificación. De confirmarse este hecho, se comprueba que en Venezuela se refugian narcocriminales”.

En sus declaraciones, el presidente venezolano Nicolás Maduro se ha referido en varias ocasiones a algunos cabecillas de las Farc –Jesús Santrich y Márquez, por ejemplo– como “amigos de la paz que son bienvenidos en Venezuela”.

Lo que está en juego no es un tema menor. Esta región se ha convertido en punto estratégico para el narcotráfico en Suramérica, por lo que ya se habla de la presencia, incluso, de carteles mexicanos que han llegado a negociar con los grupos insurgentes.

Según el informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la ONU, en Venezuela, el número de pistas clandestinas de aterrizaje y el de presuntos vuelos de tráfico de drogas aumentaron en 2019: ese año fueron decomisadas 23 aeronaves ligeras, y destruidas 36 pistas clandestinas.

La mayoría de estas pistas se encuentran en el estado de Zulia, limítrofe con el Catatumbo, una zona importante de fabricación de cocaína; se habla de por lo menos 400, usadas para sacar droga hacia las islas del Caribe y América Central, principalmente a El Salvador y Honduras.

El informe, además, señala que en la zona hay presencia del cartel mexicano de Sinaloa, que ha aprovechado esa infraestructura ilegal para construir centros de acopio de estupefacientes con el apoyo del ELN, que ha ampliado sus actividades a territorio venezolano.

Según las Fuerzas Armadas colombianas, todo parece indicar que la Segunda Marquetalia o ‘Narcotalia’ (como la denominó el presidente Iván Duque) pretendía controlar y expandirse muy rápido en su negocio de drogas ilícitas a este lado de la frontera; pero se encontraron con la resistencia del grupo de Duarte, que tiene su propio plan de operación en Guaviare, Caquetá y Meta. Por tanto, el Ejército y la Policía están empeñados en desmantelarlos.

El ministro de Defensa, Diego Molano, fue más allá y en diálogo con SEMANA señaló hace unas semanas que en la frontera los enfrentamientos se han disparado no solo por la disputa de las tres bandas criminales, sino también por el interés de las fuerzas militares venezolanas en el narcotráfico en la zona. Y un nuevo actor se sumó esta semana, pues tras los bombardeos comenzó a tomar fuerza entre la inteligencia colombiana la presencia de militares rusos que estarían brindando apoyo y orientación a los venezolanos en los temas de sobrevuelo.

La muerte de Santrich en estas circunstancias, como dice el alto funcionario, podría confirmar todas estas hipótesis.