Por Johana Bahamón, actriz y activista

Me asusta y me gusta este momento. Me asusta lo que lo rodea, lo que separa y excluye. Me gusta lo que nos exige, implica y compromete. Me gusta que ha generado solidaridad, me asusta el egoísmo por la supervivencia.

Parece una película, pero no, en este momento no hay espacio para la ficción, estamos volviendo a la esencia, a la verdad, a la realidad. Es el momento de abrir el alma y corazón de manera sincera y reflexionar sobre nuestras vidas y cuestionarnos qué tan reales eran.

Nuestra indiferente normalidad era el problema. La pandemia nos ha permitido ver mejor dónde estamos como planeta y particularmente como nación. Se ha caído el velo para ver mejor, problemas estructurales que tiene el país y que se reflejan en una polarización que le hace daño.

El mensaje que nos deja esta pandemia es de cambiar nuestra cotidianidad y mover las prioridades hacia la calidad de vida y tomarnos el concepto de desarrollo sostenible en serio, se debería trabajar como país en movernos hacia las economías circulares, la economía del cuidado, prestarles más atención a las ciencias sociales, a la investigación y al desarrollo de nuevas tecnologías.

Hay que entender que el aspecto monetario de los negocios es solo parte de la discusión pero que allí no se deben agotar las prioridades. El país debería aprovechar y empujar empresas en los sectores que más lo necesitan a futuro: sector alimentario, economía del cuidado, economías circulares como el aprovechamiento de los residuos sólidos

La crisis a la que nos debemos preparar es justamente la de la sostenibilidad y a mitigar y prevenir los efectos del cambio climático. Imagínate que la nueva crisis, en lugar de no poder salir, fuera la del racionamiento de agua. Hacia allá vamos si no tomamos acción responsablemente.

Sobrevivir a la cotidianidad es un reto diario. Pienso en las cárceles, ese sí que es un gran reto y para superarlo se necesita firmeza y decisión.

No debería habernos incomodado tanto el estar encerrados en cuatro paredes que seguramente miden más que una celda de 3 x 2 metros cuadrados, la cual se comparte con mínimo 8 personas que no se conocen, mientras nosotros estamos en nuestras casas en compañía de la familia y con un baño propio. En las cárceles un baño es compartido por 150 personas de un pabellón.

En el caso de la población carcelaria, con la que trabajamos, se ha hecho más evidente el hacinamiento y las malas condiciones de las prisiones en el país. Este hacinamiento es resultado de una política carcelaria que ha sido insuficiente y que tiene muchos problemas estructurales. Uno de los objetivos principales debería ser disminuir el hacinamiento carcelario y mejorar las condiciones de reclusión de las PPL, en línea con el respeto por los derechos humanos y para que las cárceles cumplan su función de resocialización.

Ahora hemos evidenciado que la tecnología nos puede ayudar a conectarnos con las personas importantes para nosotros y esta debería ponerse también a disposición de la población más vulnerable, dentro de ellas, la población carcelaria con normas y procedimientos claros. Una de las causas de la reincidencia es la desconexión con los seres queridos y eso sería un cambio que solo requiere voluntad política y le traería grandes beneficios a la población carcelaria.

Esta pandemia me ha permitido creer cada vez más en las segundas oportunidades y a generar mucha más empatía con nuestra población carcelaria. Trabajar con mayor ahínco en la reconquista de los principios y valores que muchos han extraviado, profundizar en sus vidas, prepararlos y capacitarlos para afianzar el coraje que se requiere para volver a vivir, para volver a la sociedad y volver a empezar.

Esperamos que el gobierno nacional y los gobiernos locales entiendan la oportunidad que se deriva para mejorar la política carcelaria y de reclusión para mejorar las condiciones de hacinamiento. En eso los estaremos acompañando permanentemente.

Como complemento de lo anterior, para generar segundas oportunidades debemos trabajar para sensibilizar a la población sobre la necesidad de trazar rutas de resocialización efectivas y en ello también seguiremos apoyando y acompañando a nuestra población carcelaria, ahora con mayor fuerza que nunca.

Es importante que como sociedad tomemos conciencia que debemos construir un proyecto colectivo como nación y todos empujemos para el mismo lado. Si los colombianos no entendemos esta situación como una oportunidad para comenzar a construir ese proyecto de nación estamos desperdiciando una oportunidad y volveremos a lo mismo.