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Alberta Whittle, 'Derecho de admisión'. Performance. Desde 2014. Cortesía de la artista.

ENTREVISTA

La obra artística como acto curativo: una conversación con Alberta Whittle

La artista de Barbados aborda la historia y los traumas coloniales en busca de diálogos e interacciones compasivas. Contemporary And (C&) habló con Alberta Whittle sobre la necesidad de curación colectiva, herencias aterradoras y la escena artística caribeña.

Raquel Villar-Pérez*
12 de diciembre de 2019

Este artículo apareció originalmente en Contemporary And (C&) América Latina: revista de arte contemporáneo en los puntos de encuentro entre América Latina, El Caribe y África

Alberta Whittle nació en 1980 en Barbados, en las Antillas, y actualmente reparte su trabajo entre Barbados, Escocia y Sudáfrica. Es artista, investigadora, escritora y curadora. En 2018 fue becaria de la RAW Academie en la RAW Material de Dakar, y ganó el Margaret Tait Film Award de 2018/9.

C&AL: ¿Que la impulsó a convertirse en artista?

Alberta Whittle: Siempre sentí el impulso de ser artista. Y soy muy afortunada por tener padres que me han apoyado mucho. Mi padre también es artista y hemos trabajado juntos varias veces. Cuando era niña me diagnosticaron fibromialgia. A menudo pasaba el tiempo en mi habitación pintando, haciendo collages. En cierto modo, es como si continuara haciendo eso en un loop y volviera a algunas ideas en las que trabajaba cuando estaba sola en mi cuarto.

Su obra aborda aspectos del legado colonial para crear consciencia sobre curación colectiva y reparaciones. ¿Podría explicarnos que entiende por ambos conceptos?

Lo que persigo con mi trabajo artístico y mi práctica curatorial es la esperanza de conversaciones provechosas en las podamos reunirnos, escucharnos y compartir abiertamente. Tenemos que dar comienzo a un estado de escucha colectiva que, espero, nos lleve a momentos de curación. La obra de Niv Acosta me influyó mucho para reconocer lo crucial que puede ser una escucha radical para procesar temas incómodos, en particular, la justicia reparatoria. Niv sugiere que la curación puede alcanzarse si uno se toma tiempo para lo que ella llama las “siestas negras”, es decir, para que los cuerpos negros se regalen tiempo y prioricen el descanso, ya que históricamente han estado obligados a seguir una dinámica de superproducción y exceso de trabajo. Oponerse a esas expectativas racializadas en cuanto al trabajo negro se ha transformado en una preocupación muy importante dentro de mi práctica: ¿cómo hacer para que nuestras interacciones sean más compasivas y asimismo críticas?


Alberta Whittle, Between A Whisper And A Cry. 2019. Película. Cortesía de la artista

¿Hasta qué punto su origen y su crianza nutren su obra?

Le voy a contar dos historias. La primera es que mis padres son socios del Museo y Sociedad Histórica de Barbados, de modo que de chicos íbamos con frecuencia allí. Recuerdo estar en una de las salas y había una familia de turistas británicos. Los dos hijos preguntaban una y otra vez: “¿Por qué tenemos ver esta historia? No tiene nada que ver con nosotros”. La segunda historia es que poco después que viniera al Reino Unido, siendo una niña, asesinaron a Steven Lawrence. [Nota del editor: Lawrence fue un adolescente británico negro de South East London, asesinado en un ataque de motivaciones racistas el 22 de abril de 1993 mientras esperaba el bus.]

Estos dos episodios ocurrieron con un intervalo menor de un año y tuvieron un gran impacto en mí. Lo primero me hizo darme cuenta de que en Gran Bretaña hay un distanciamiento y una ambivalencia respecto a la historia brutal entre Europa y el Caribe, y esa relación representada en el museo de Barbados fue percibida como algo totalmente ajeno por aquella familia. La esclavitud, el colonialismo y hasta las vidas de la gente negra: nada de eso tiene que ver con su vida cotidiana. Cuando me mudé al Reino Unido, vi que no se enseñaba, no se conocía lo que hizo el Imperio Británico en el Caribe o en el Commonwealth. Me pareció bastante inquietante. Me di cuenta de que en el Reino Unido mi vida y mi historia no tenían importancia.

Con la muerte de Steven Lawrence y al ver el sistema que respaldó la supresión de su vida, aprendí que la vida y la muerte negras no significan nada. Muchas de las razones por las que hago mi obra responden a ese terror de que mi vida no importe y de que mi historia sea algo descartable.

¿Cuáles son sus estrategias para hacer de las historias pasadas algo narrable el día de hoy?

Pienso que las historias del pasado y del presente están interrelacionadas. Si se observa el discurso que hace David Lamy en mi obra Sorry, Not Sorry (2018), él habla de sucesos que ocurrieron tres siglos atrás e insiste en que están conectados con la forma en que entendemos nuestras condiciones actuales. Si tomamos la historia de la generación Windrush, que no fue contada y que ahora mismo está siendo revelada por la prensa, descubrimos que el gobierno británico no se preparó a fondo para recibir a los ciudadanos británicos del Caribe que iban al Reino Unido ni los consideró bienvenidos. El acto de nacionalización no era para los negros, la gente de color. Era para gente blanca que quería moverse de modo más fácil dentro del Commonwealth. Todo esto está conectado con la forma como entendemos al Otro y cómo es leído ese Otro, lo que está relacionado con historias de colonialismo y esclavitud. Y esto tiene un gran impacto en los modos en que ciertos cuerpos y ciertas historias se vuelven sistemáticamente descartables.


Alberta Whittle, Estudios de bienvenida V. 2015. Fotografía. Foto: Nick Whittle. Cortesía de la artista

¿Qué eventos e iniciativas contribuyen a desarrollar la “escena artística caribeña”?

Yo tengo particularmente presentes las iniciativas del Caribe angloparlante. Por ejemplo, la Alice Yard, creada por Chris Cozier, Nicholas Laughlin y Sean Leonard en Trinidad; el Fresh Milk en Barbados, fundado por Annalee Davis, promueve el diálogo a lo largo de la Diáspora entre artistas locales e internacionales. Además, Davis, junto con Holly Bynoe, creó el proyecto de investigación Tilting Axis, una reunión itinerante que viaja buscando crear redes. Ha habido otros movimientos, como la Carifesta, que se inició en los años ochenta y recorre el Caribe cada dos años, aunque algunas veces ha sufrido retrasos por falta de dinero o por cuestiones medioambientales. Estos eventos abarcan todos los aspectos de la creatividad caribeña, de la danza al performance, las artes visuales y la literatura.

¿Hay una consciencia de la identidad artística caribeña?

Sí, definitivamente. La profundidad y la extensión están haciendo que la investigación que tiene lugar en el Caribe gane terreno internacionalmente y comencemos a recibir apoyo de museos e instituciones internacionales, y ante todo el mecenazgo financiero para artistas que viven fuera del Caribe. Si hay una oportunidad en el exterior, probablemente la mayoría de artistas la aprovecharán para irse a otro lado; sin embargo, hay gente muy comprometida que se queda y trabaja en el Caribe, lo que me parece meritorio.

*Entrevista de Raquel Villar-Pérez, ensayista de arte y curadora española que reside en Londres.
Traducción del inglés de Nicolás Gelormini