En 2018, un grupo de mujeres marroquís de entre 20 y 25 años llenaron las redes de esperanza. Son mujeres que encontramos en las carreras técnicas y científicas, que pelean sus tesis buscando un título de maestría; también son dibujantes, fotógrafas, actrices o músicos. Estas mujeres se sueltan el pelo, con más o menos conflicto con familias y vecinos. ¿Cuánto faltará para que salten desde esas pantallas y ocupen las calles ? ¿Se tratará de otra generación que a poco dejará el país?
Hace treinta años, en Marruecos las mujeres que iban de minifalda a la escuela y bikini a la playa eran muchas, pero el año pasado se hizo sentir una nueva ola de fundamentalismo cuando un grupo de hombres lanzó una campaña en las redes: “Sé un hombre y cubre a tus mujeres”.
Inmediatamente el movimiento feminista marroquí contestó con una contracampaña, “Sé una mujer libre”, impulsada por la activista Betty Lachgar, portavoz del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales, quien actualmente vive en París. Siendo públicamente atea, se ha animado a organizar un picnic público en pleno Ramadán o un “besódromo en la vía pública en Rabat. Mujeres así, de su cultura, siguen siendo una minoría.
Y mientras el gobierno del rey Mohamed VI proclama leyes como la 103-13 publicada el pasado 12 de septiembre en contra de la violencia sexual, debajo de la alfombra se guardan varias carpetas de persecuciones a artistas y activistas.

Zainab Fasiki
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Este es el caso de Nabil Ayouch, director de la película Much Loved, quien tuvo que radicarse en Francia luego de denunciar en dicho largometraje las redes de prostitución que existen en Marrakech -ciudad conocida por el turismo sexual fundamentalmente de origen saudí-, y por la clausura de RACINE, una asociación dedicada a la profesionalización de artistas y gestores, censurada luego de haber invitado a miembros de Human Rights Watch a una emisión televisiva.
Si bien a nivel jurídico la legislación del país avanza, la aplicación de las nuevas leyes está lejos de ser real. Es por eso que no asombra que una encuesta de ONU Mujeres realizada en 2016 en la ciudad de Rabat confirme que un 38% de los hombres cree que las mujeres merecen ser golpeadas, mientras que un 62,8% de ellas aseguró haber sufrido alguna situación de violencia. El simple hecho de caminar por la calle sigue siendo para muchas de estas mujeres un desafío.
Pero mientras la gran mayoría de mujeres porta velo, no sale en las noches ni baila, toma y fuma a escondidas, se casa a temprana edad y ojalá virgen (aunque en las clases más altas eso se puede arreglar pagándole a un cirujano, práctica existente y extendida), una artista nacida en Fez, una de las ciudades más antiguas y conservadoras del país, avanza a paso firme con ilustraciones que rompen los estereotipos de género de su cultura.
Zainab Fasiki es la hija menor de una familia de cinco hermanos. “Cuando era niña era una especie de varón más, no para mi madre –dice–. Pero hacía la vida de mis hermanos. Cuando llegué a mis 16 años, mi cuerpo empezó a cambiar. En un momento empecé a depilarme y eso hacía enojar mucho a mi madre, me decía que estaba haciendo algo contra la tradición. Me pedía que fuera natural, que no me maquillara. Me pedía que negara mi feminidad, que no fuera como yo quería ser. Y esta soy yo”.

lustración: Zainab Fasiki
Zainab lleva un estilo pin-up que la distingue del resto. Es atea y vegetariana. Le pregunto cómo tomaron sus padres la decisión de volverse artista. Ella dice: “Al principio mi padre me dijo que él no me había financiado para que dibujara mujeres desnudas. Pero desde que hago dinero me respetan. La independencia económica les hizo entender que ser artista también es un trabajo, es todo cuestión de dinero. Ahora me ven en los medios, ven que tengo un poco de éxito, que gano premios y me respetan. Aunque no somos iguales, respetan las diferencias. Y ese es mi objetivo: aunque no te guste lo que hago, tienes que dejarme hacerlo. Por otro lado, en la cultura magrebí la familia tiene un papel fundamental- Si bien el padre es el jefe de la familia, y a quien se le pide permiso antes de tomar grandes decisiones, la madre tiene un papel no menor. Está encargada de la casa y de la educación de sus hijos e hijas, es el hilo conductor de los aspectos religiosos y morales de una generación a otra. No existe musulmán que pueda entrar en el paraíso sin la aprobación de su madre, he ahí su grado de influencia”.
Zainab decidió ser artista sin estudiar Arte. Es ingeniera mecánica, estudió en Casablanca y en sus tiempos libres dibujaba para controlar el estrés o alejar la depresión que le causaban el control de su familia, la presión de la sociedad y la discriminación de sus compañeros. Siendo estudiante, comenzó a vender sus dibujos. “En 2015 empecé publicando mis dibujos en las redes sociales y me empezaron a proponer trabajos, publicaciones en revistas. Fue así que me volví una artista profesional. Mi ambiente natural son las redes sociales, todo lo que constituye la open media es donde desarrollo mi trabajo”. Terminada su carrera, decidió dedicarse de lleno a la ilustración, y desde entonces dibuja mujeres desnudas con el objetivo de normalizar el cuerpo de la mujer en Medio Oriente y África del Norte, basándose por lo general en su propia imagen.
“Mi mensaje es para la gente que no acepta al otro, que violenta a los demás, que no acepta las diferencias de género u otras tendencias. Cuando hablo de géneros también me refiero a las mujeres que son tratadas como objetos y no como personas”. Sus cómics están escritos en darija, árabe dialectal marroquí, “porque muchas de las personas de este país no entienden inglés o francés. De todas formas, utilizo el inglés cuando desarrollo un proyecto en el exterior”.
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lustración: Zainab Fasiki
Su proyecto Hshouma (que significa “tabú” en árabe marroquí) muestra a una serie de mujeres desnudas que representa los tabúes más arraigados en la sociedad marroquí y tiene como fin establecer una plataforma educativa que permita entablar una discusión acerca de todos los temas: la homofobia, el machismo, la educación sexual, discriminación, violencia.
En las ilustraciones de Hshouma podemos ver a mujeres con mucho pelo en situaciones cotidianas, como en el día que se dedica al Hammam (baño público), con tatuajes de la tribu amazigh (los primeros pobladores de África del Norte y la más extensa en el país), con la vagina y los senos tapados por la palabra tabú, con cabeza de animales cocinando el típico tajine o haciendo música con instrumentos que hasta ahora, casi exclusivamente, usan los hombres.
Zainab quisiera que este proyecto, que nació de una residencia en Madrid, se convierta en un nuevo glosario donde se permita la creación de palabras como gay o vagina, aún inexistentes en su dialecto. Hshouma es también un proyecto interactivo, montado en un sitio web al que se puede enviar mensajes, videos, audios, etc.
Zainab sigue viviendo en casa de sus padres como la gran mayoría de las marroquíes que raramente se van. En su caso, se trata más de conservar un sitio seguro que intercala entre un viaje y el otro. “Mi familia está en Fez pero allí no pasa nada...”. Pero para el resto de la juventud magrebí se trata de la única forma de economía posible, ya que conseguir un empleo fijo que les permita pagar un alquiler es bastante difícil, aún más tratándose de mujeres donde el hecho de vivir solas conforma una suerte de desafío para sus familias, motivo por el cual muchas de ellas se casan para poder salir de sus hogares.

Ilustración: Zainab Fasiki
Al final de nuestra conversación le pregunto qué mujer la ha inspirado para tratar de desafiar su propia cultura. Y me dice: “Admiro muchísim a la reina Dahia. El Norte de África supo ser un solo reino, un reino Amazigh, y ella fue su última reina. Se batió en los campos de batalla por la libertad. No es que yo esté en contra del Islam, pero luego de la llegada de los árabes, y con ellos la religión, todo cambió. Las mujeres amazigh eran mujeres fuertes. Pero cuando la religión se juntó con la política las mujeres pasaron a ser lo más bajo de la sociedad”.
Al terminar la entrevista, acompañamos a la artista a la presentación del libro. El sitio se llenó una hora antes, y varias personas se quedaron por fuera. La galerista nos contó que muchas personas visitan semanalmente la muestra; sobre todo mujeres, de todas las edades (muchas de ellas portan velo e incluso hijab). Una hora más tarde, al menos una veintena de personas esperaban aún bajo la llovizna. Querían dejarle regalos, hacer firmar sus cómics y agradecerle por su trabajo.
En un futuro cercano, la artista saldrá reseñada en Francia y publicará una versión más extendida de Hshouma que se venderá por Amazon. A más largo plazo, quiere llevar a lo real un proyecto que nació en un grupo de Facebook llamado Woman Power. El objetivo, abrir una galería en Marruecos donde funcione una especie de incubadora para artistas jóvenes.
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