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'Pere Tanguy', 1887-88 (óleo sobre lienzo) Vincent van Gogh, Musee Rodin | Cortesía: Cine Colombia

Entrevista

La influencia del arte japonés en el trabajo de Vincent van Gogh

A propósito del estreno de ‘Van Gogh y Japón’ en Colombia, ARCADIA habló con David Bickerstaff, director del documental, sobre las influencias que el arte japonés tuvo en el artista holandés, así como del legado que Van Gogh tuvo en la isla nipona.

Julián Santamaría
12 de junio de 2019

Con la apertura de los puertos japoneses al finalizar el período Edo en 1853, artefactos y obras japonesas empezaron a inundar los mercados, boutiques, galerías y estudios de los artistas europeos. De esta manera, una tierra que durante más de dos siglos permaneció hermética y cuyo imaginario habitaba importantes espacios del exotismo asiático, empezó a cautivar la imaginación de todos los artistas que entonces vivían en las grandes urbes de Europa, especialmente del gran centro cultural y artístico del continente: París. Fue así como la influencia de artistas como Hiroshige y Hokusai moldeó la concepción artística de occidente al influenciar artistas como Claude Monet, Paul Gauguin y Edgar Degas. Pero de todos los artistas que vivieron a finales del siglo XIX, es quizás Vincent van Gogh el que mayor apropiación tuvo de este influjo que llegaba a las costas del viejo continente.

Como parte de su programación de 2018, el Museo de Van Gogh en Amsterdam dedicó toda una exposición que reunía 60 lienzos del artista, así como una muestra de 150 ejemplares de su numerosa colección de 660 grabados japoneses para dejar en evidencia los lazos que unen el arte del Japón a las obra y vida de uno de los artistas más populares del canon occidental.

Tal como le dijo a ARCADIA Nienke Bakker, una de las curadoras de la exposición, “los principales retos de este proyecto fueron dos: convencer a los dueños de los cuadros de prestarlos y crear un hilo narrativo lo suficientemente claro para que los visitantes apreciaran la influencia de lo japonés en Van Gogh”.

Bakker y un equipo de expertos en la historia de Japón lograron el objetivo: contar la historia de uno de los artistas más conocidos del mundo desde un ángulo no tan explorado para el gran público. Incluso, la exposición explica cómo la obsesión de Van Gogh con Japón estuvo directamente relacionada con el episodio de la oreja. “Fue muy emocionante contarlo desde esa perspectiva”, confesó Bakker.

Tan buena acogida tuvo la exposición en Amsterdam y tres ciudades japonesas que la compañía británica Exhibition on screen, encargada de hacer documentales de las exposiciones más importantes de Estados Unidos y Europa, le dedicó uno de sus largometrajes. El título no podía ser otro que Van Gogh y Japón.

ARCADIA conversó con David Bickerstaff, director del documental, sobre la influencia que la estética japonesa ejerció sobre el holandés, y también de la fascinación que tiene la isla nipona con su obra.

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Durante la investigación del documental, ¿descubrió algo que le sorprendiera sobre la vida de Van Gogh y su relación con Japón?

Ya había hecho una película sobre Vincent van Gogh antes, así que ya conocía buena parte de la biografía. Pero no había tenido la oportunidad de leer sus cartas. Y leerlas para esta ocasión fue algo esclarecedor y conmovedor. Me dio una visión completamente nueva sobre este hombre. De que no se trataba tan solo un hombre loco que pintaba. Era un artista muy instruido, muy bien informado sobre el mundo del arte. Tuvo muchas dificultades en sus comienzos. No fue un gran artista en sus inicios pero poco a poco se volvió un gran artista. Yo sabía que había mucha influencia del arte japonés en pintores impresionistas como Degas y Monet pero no me había dado cuenta de que tanto este tipo de arte influyó a Van Gogh. De hecho, creo que Van Gogh llevó a esta influencia a otro nivel. En gran medida, esto explica cómo llegó a tener una nueva manera de pensar y de ver el arte que lo separaba del resto. Además, tampoco sabía que había coleccionado tantos grabados japoneses ya fueran ukiyo-e o xilografías. Lo que inicialmente fue una inversión comercial para Van Gogh, pues compraba obras japonesas para revenderlas, terminó siendo una de las más importantes fuentes de inspiración para su trabajo.

Detalle de un ukiyo-e Kitagawa Utamaro (1753-1806) | Bibliothèque nationale de France

Como lo retrata el documental, la exploración del arte japonés en Van Gogh está estrechamente relacionada con su propia búsqueda de un lenguaje para la expresión artística. ¿Cómo se dio esta dinámica?

Creo que el público tiende a olvidar que él comenzó a pintar a los 27 años y murió a los 37. Es decir, son tan solo diez años de producción artística. Cuando pintaba en Holanda al principio, sus obras tenían un tono oscuro y un carácter realista. Para antes de la apertura de Japón a Occidente en 1853, Holanda era el único país europeo que comerciaba con la isla. Por eso, creo que no es descabellado asumir que desde temprano en su vida cuando aún residía en su país natal Van Gogh ya conocía parte de la estética japonesa.

Pero fue con la apertura de los puertos japoneses que llegó toda una inundación de este arte a Europa, especialmente a París, el centro artístico y cultural del continente de la época. Básicamente, tan pronto Van Gogh llegó a París, donde su paleta se aclaró un poco y empezó a probar nuevas técnicas, se topó con galerías y tiendas con una gran cantidad de muestras de arte japonés. Esto emocionaba a una gran cantidad de los artistas de la época. Era la posibilidad de conocer otra manera de entender y ejecutar el arte. Desde los trazos y las líneas, pasando por los colores y la luz, hasta la forma de componer. Y de todos, parece que Van Gogh fue el que más se obsesionó con esa exploración.

Pero creo que, aun entonces, él estaba muy frustrado al sentir que aún no tenía un estilo propio. No fue sino hasta su ida al sur de Francia en Arles, a donde llevó consigo varios conceptos del arte japonés, que empezó a encontrar el lenguaje que buscaba y a pintar las que para muchos son las mejores obras de su carrera. Incluso hay evidencia clara de que su técnica de dibujo empezaba a cambiar, porque es en esta etapa en la que se hace más evidente la influencia de los ukiyo-e en su arte.

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¿Qué cree que lo que lo llevó a involucrarse de una manera tan febril con el arte japonés?

Creo que es un fenómeno interesante. Él no era lo que se podría llamar un connoisseur. A diferencia de alguien como Claude Monet, que compraba obras de Hokusai, el arte japonés más costoso, Van Gogh compraba las obras más baratas que podía encontrar: le costaba lo mismo que le costaría un trago en un bar. Por eso, su colección está integrada por una gran cantidad de grabados ukiyo-e baratos. En una ocasión, compró 630 grabados por solo 100 francos, de los que pagó tan solo diez. Su hermano Theo tuvo que pagar lo que restaba.

Al no ser connoisseur y al no preocuparse por la pomposidad de obras costosas, creo que se interesó directamente en las escenas del día a día, en la simplicidad de la línea y el color. Él estaba aprendiendo, no como coleccionista, sino como alguien que observaba una forma de vida diferente a la suya que le interesaba profundamente. Encontró en estos grabados una influencia artística de la que podía apropiarse. Creo que de todos en su época, él es quien más se vio influido por los japoneses: de él es quien tenemos una evidencia más directa del uso de esta estética japonesa en la construcción de sus pinturas.

Degas y Monet incluían algunos elementos como alguien con un kimono o una tela japonesa en la construcción occidental de sus pinturas, mientras que Van Gogh se apropió con mayor solidez de elementos reconocibles del ukiyo-e como aplanar la perspectiva, la forma como incluía las figuras en su composición o la forma de mirar a la naturaleza a través de close-ups. Pero él no solo replicaba lo que veía. Sabemos que Van Gogh hizo copias de los ukiyo-e, pero no copias exactas. Siempre incluía sus propios giros como el uso de colores muy planos y pasteles.

Detalle de Pere Tanguy, 1887-88 (óleo sobre lienzo) de Vincent van Goh, Musee Rodin | Cortesía: Cine Colombia

Dentro de lo se considera como la “estética tradicional japonesa”, que se encuentra en la obra de célebres autores como Okakura Kakuzo, hay una concepción de que la estética trasciende las artes y se instala en otros espacios de la vida. ¿Hay otros elementos reconocibles de la cultura japonesa que Van Gogh haya querido transponer a su propia vida?

Van Gogh no tuvo la intención de visitar Japón. Estaba muy interesado en lo que entonces se escribía sobre la isla, en la literatura que llegaba a Francia y que daba una visión pintoresca del

de la naturaleza y la manera en que la gente vivía. Aun así, Van Gogh veía en ello un estilo de vida que él quería para sí mismo. Por ejemplo, de ahí obtuvo la idea de hacer una comunidad de artistas que colectivamente se acercaran a profundidad a la naturaleza. Por eso, cuando se mudó al sur de Francia para buscar una vida más tranquila momento en que sintió que todo lo que vivía en París era demasiado para él a pesar de todo el contacto que tenía con los otros artistas y en especial los impresionistas quiso desarrollar una colonia de artistas, la famosa “Casa amarilla”, que entonces estaba pensada para ser un lugar en que artistas llegan para compartir ideas y para pintar juntos. En su visión, esto era parte de lo que hacían los japoneses.

A pesar de que no se fue en búsqueda de Japón en sí, terminó encontrandolo de alguna manera al llegar al Sur de Francia. Cuando llegó a Arles y vio el ambiente y la luz, terminó proyectando su idea sobre Japón en el paisaje que tenía a su alrededor. De alguna manera pensaba: “Esto es como debe ser vivir en Japón”. De ahí que se perciba algo de exotismo en la manera en que pintaba el paisaje del sur Francia. Un ejemplo más radical es el hecho de que  llegó a pintarse como un monje en uno de sus autorretratos donde está afeitado de la cabeza y sus ojos denotan rasgos asiáticos. Está claro que hay una tendencia hacia lo japonés, de involucrarse en diferentes aspectos de esta cultura.

¿Qué reacciones suscitó esta experimentación de Van Gogh en sus pares?

Había algo así como una competencia entre él, Gauguin y Bernard para determinar quién se acercaba más a lo que consideraban ‘japonés’, pero en general a lo más exótico. Por su parte, Gauguin se mudó a Tahití y a la Martinica en su búsqueda de estar en un contacto directo con el exotismo asiático. Pero Van Gogh estaba más interesado en la dimensión imaginaria.

Como es bien sabido, Van Gogh no fue comercialmente exitoso durante su vida. Con frecuencia enviaba sus obras a su hermano Theo para que intentará venderlas. Sin embargo, tenía un grupo de artistas amigos muy cercanos que reconocían su talento algo que, creo, él apreció mucho. Aunque había una gran cantidad de competencia, ellos sabían que había algo en él que era único. Creo que estaba adelantado a su tiempo.

Detalle de Pere Tanguy, 1887-88 (óleo sobre lienzo) de Vincent van Goh, Musee Rodin | Cortesía: Cine Colombia

Uno de los elementos más interesantes del documental es el hecho de que la influencia no fue unidireccional. Por el contrario, Van Gogh es uno de los artistas occidentales más apreciados por el pueblo japonés...

Esto es algo que yo encontré muy curioso. Cuando iba a las exposiciones de Van Gogh durante el rodaje, me encontraba con que casi la mitad de asistentes eran “orientales”. Eso me sorprendió. Creo que antes no había pensado mucho en este vínculo. Fue entonces que me di a la tarea de investigar un poco para entender en qué momento los japoneses se obsesionaron con Van Gogh y cómo funcionaba ese intercambio de influencias. Encontré que lo más interesante de este proceso es que cuando los japoneses tuvieron su primer contacto con Van Gogh fue a través de sus cartas; es decir, antes de conocer su obra conocieron al ‘hombre’. Esto implicó que entraron en contacto directo con la historia dramática de la vida de una artista como Van Gogh antes que ver sus pinturas. Cuando hablaba con colegas y artistas sobre este contacto, decían que era muy “japonés” relacionarse con las tragedias de la vida de los humanos, a sus dificultades. En general, descubrir esto me alegró mucho. Porque al poder incluir esto en el documental, no solo estaba mostrando la cara que habla sobre Occidente mirando a Japón, sino también Japón mirando a Occidente.

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