OPINIÓN

Cantinflesco

La actual política exterior colombiana deja un saldo en rojo grave en todos estos episodios. Su ciego alineamiento con Washington, sus posturas sobre Cuba, su manejo de Venezuela son ejemplos de la falta de liderazgo.

Camilo Granada, Camilo Granada
20 de mayo de 2020

Persisten muchos interrogantes y dudas alrededor del fracasado y cantinflesco intento de incursión militar en Venezuela del pasado 3 de mayo. Lo que está claro hasta el momento es que Juan Guaidó sale debilitado y cuestionado y que la oposición le regaló en bandeja de plata argumentos a Maduro.

 La tragicómica operación tenía como objetivo, según sus instigadores, capturar y trasladar a Maduro a los Estados Unidos donde es acusado de narcotráfico y terrorismo. Todo lo relacionado con esta intentona parece sacado de una mala película. Un mercenario gringo, Jordan Goudreau, un exmilitar estadounidense y dueño de una empresa de seguridad privada, es el autodenominado cerebro de la misma. Cliver Alcalá, un general acusado de narcotráfico y ahora preso en Estados Unidos, anunció que la operación estaba en preparación cuando una parte del arsenal que iban a usar fue decomisada por autoridades colombianas. Se dice que 150 exmilitares venezolanos eran parte del plan y que se estaban entrenando en Colombia, pero no tenían armas, pertrechos, ni alimentación.

 A pesar de tantos errores en la preparación, dos lanchas zarparon hacia Venezuela desde la Guajira. Pero aún faltaba más. Una de las lanchas se quedó sin gasolina en la mitad del trayecto. Por supuesto, el resultado de tanta improvisación y amateurismo solo podía ser el fracaso. Las fuerzas armadas venezolanas los interceptaron, capturando a más de una docena y matando a seis más. Es una pésima novela hecha realidad.

 Más allá de lo absurdo de esta aventura, queda claro que Juan Guaidó sale mal parado de este episodio. J.J. Rendón, uno de sus más cercanos asesores reconoció haber estado involucrado en la discusión de esta opción con Goudreau, haberle pagado e incluso haber firmado un contrato para avanzar en el proyecto, en el que además aparece la firma del presidente interino. Rendón y Vergara, otro asesor de Guaidó tuvieron que renunciar. Este fiasco viene a agravar la situación política de Guaidó, ya bastante maltrecha por los escándalos de corrupción en su gobierno, develados en diciembre pasado y por su difícil reelección como presidente de la Asamblea Nacional en enero.

 A lo largo de este año y medio que lleva ejerciendo como presidente interino, Guaidó ha fracasado. Mientras Maduro sigue atornillado al poder, el gobierno de Guaidó ha sido incapaz de organizar una visión de país que trascienda el cántico reiterado de “que el usurpador se vaya”. No ha conformado un equipo de gobierno sólido y serio que presente ante el país y ante la asamblea propuestas estructuradas sobre el futuro de Venezuela y las soluciones realistas para superar las múltiples crisis que enfrenta el país. Parece que todo lo dejara en manos del gobierno de los Estados Unidos, que venga y resuelva sus problemas, desde la permanencia de Maduro, hasta la economía nacional, la salud, el empleo.

 El tiempo se agota. Las elecciones legislativas deberían realizarse en diciembre de este año. Y habrá que ver que si la oposición decide participar en las inaceptables condiciones actuales o deja que el chavismo gane ese espacio por ausencia de contrincante. Guaidó no puede resolver ese dilema. Su única opción es que la situación cambie radicalmente antes de esa fecha. Si no lo logra, su era podría terminar siendo un paréntesis.

Pero Guaidó no es el único perdedor en este episodio. El Gobierno colombiano debería que responder a varias preguntas difíciles.

¿Apoyó o toleró a sabiendas los preparativos de la incursión? De lo contrario, ¿cómo es posible que no lo supiera? Esa debería ser la labor de la inteligencia militar colombiana, que parece estar más preocupada en hacer perfiles de periodistas que detectar planes de derrocar el régimen de la puerta de al lado. Ese sí que es un tema que amenaza la seguridad nacional, pues exacerba el riesgo de conflicto abierto con el vecino país.

Goudreau afirma que él prestó la seguridad para el famoso concierto Venezuela Live Aid, realizado en el lado colombiano de la frontera, en febrero del año pasado. Algunos dicen que fue en esa oportunidad que el Goudreau conoció a los dirigentes opositores venezolanos y desde donde surgieron las primeras especulaciones sobre una incursión armada para capturar a Maduro. ¿Cómo es posible que se haya contratado a una organización mercenaria para ese evento en suelo colombiano? ¿Quién lo hizo? ¿Quién lo pago? ¿Sabía el Gobierno colombiano de la entrada de personal armado extranjero para brindar seguridad a un evento con la presencia del presidente Duque?

La actual política exterior colombiana deja un saldo en rojo grave en todos estos episodios. Su ciego alineamiento con Washington, sus posturas sobre Cuba, su manejo de Venezuela son ejemplos de la falta de liderazgo, conocimiento y sentido geopolítico que la aquejan. Pasada la emergencia del covid-19, estas falencias van a pasar factura.

Mientras tanto, Maduro se regodea de la ineptitud de sus adversarios y el pueblo venezolano sigue sufriendo por cuenta de la dictadura y la sin salida política, económica y social a sus gravísimos problemas.