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"¡Por fin terminó esta campaña y dejamos atrás tanta barbaridad!" Carlos Mario Londoño

15 de junio de 2014

Por Bogotá

Reconforta saber (SEMANA n.° 1675) que un grupo de empresarios y personas sobresalientes se han ocupado de la excepcional idea de apoyar a nuestra ciudad capital en la búsqueda de soluciones para la acentuada problemática administrativa que actualmente la aqueja como es de público conocimiento, la cual diariamente incide de manera negativa en la calidad de vida de quienes aquí residimos.

Ojalá esta iniciativa se extienda a la posibilidad de proponer un candidato para la próxima elección de alcalde mayor con la requerida formación académica y gerencial para este cargo considerado como el segundo más importante en el país, pues la ausencia de requisitos constitucionales para su postulación y ejercicio ha permitido el acceso de personas sin la suficiente preparación y experiencia administrativa para los retos que impone una Alcaldía de esta categoría.

Fernando Afanador Núñez 
Bogotá

Nairo para rato

La más importante gesta deportiva en la historia de Colombia, glorificada en la portada de su edición SEMANA n.° 1674, liderada por el fantástico Nairo Quintana y los antioqueños Urán y Arredondo, confirma a Colombia como una verdadera potencia deportiva mundial, resultado de una política bien dirigida y respaldada con los mejores recursos técnicos, humanos y económicos. No menos protagónico resultó el desempeño de Duarte, Pantano y Chalapud, integrantes del Team Colombia, el cual, con el apoyo del Estado, cumple la importante función de servir como el semillero que surtirá de escarabajos a los más importantes equipos europeos en las próximas temporadas, uniéndose a Betancur, los primos Henao, Chávez y Jaramillo para completar una generación excepcional de ciclistas colombianos.

Pero más allá del logro deportivo, nuestros ciclistas han demostrado ser los mejores embajadores de paz de Colombia ante el mundo,  poseedores de una credibilidad que ya desearían muchos de los actores de la actual contienda electoral. Con sus declaraciones después del triunfo, indicando que “Colombia no es guerra sino amor” e invitando a conocerla, Nairo se convierte en el mejor ejemplo para nuestra juventud; con tan solo 24 años, su bondad y humildad son una inspiración para todos por lo que, seguramente, ¡tendremos Nairo para rato!

Carlos Eduardo Villegas Estrada
Bogotá

Siento pena por mi país

Los colombianos poco a poco se sumergen ingenuamente en definir en los sufragios qué conviene más, si la derecha republicana de Santos o la extrema derecha de Zuluaga-Uribe, como plantean ustedes en la edición n.° 1675. Pero muy pocos, por desgracia, caen en cuenta de que ni el uno, ni el otro, conviene al país, o por lo menos, sus programas no resuelven los mayores problemas de la Nación y que en todo caso, no es el tema de la paz.  En efecto, tantos son los problemas de la patria, que quizás el término que mejor los recoge es ‘desigualdad social’, siendo la misma el foco donde emana la violencia. 

Y es que no existe una fórmula mágica y única para resolver los problemas, pero sí se puede trazar su camino de partida seguro hablamos de educación con calidad y gratuidad, al punto, que sea uno de los mayores rublos de inversión social, por encima del presupuesto militar. La educación crea desarrollo, igualdad y equidad social, y en respuesta a ello, bajan sustancialmente los niveles de violencia, delincuencia y miseria, además, aumenta el PIB y la consecuente calidad de vida. 

Sin embargo, los candidatos actuales concentran principalmente su discurso sobre “cuáles serían las condiciones del proceso de paz” y por detrás, en realidad, orientarán la ejecución de su política de Estado en facilitar la concentración de capital y en favorecer a una pequeña clase emergente, la que de la mano de dirigentes políticos sacrifican el bienestar social por el egoísmo de acaudalar fortuna para sí, declarando tener un buen gobierno por el solo hecho de ir a sus fincas de descanso en forma segura. Hoy, mientras en Colombia los partidos se pelean con rapiña la curul presencial, a fin de llenar sus arcas y alimentar su ego a través de la consecución de obras mediocres, con la venia de su majestad la corrupción el resto del mundo discute la obra del Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, texto que propone el impuesto al capital, alternativa para bajar los índices de concentración de capital mundial. 

Por todo lo que antecede, siento pena por mi país, pues como borregos muchos acuden a las urnas no a fin de exigir una respuesta acorde con las necesidades del país, sino en algunos casos a vender su conciencia: o comparecen por falta de ella. 

En todo caso, asisten para entregar el poderío para que se siga zanjando la brecha entre los más ricos y los más pobres.

Alejandro Garzón
Bogotá 

Salir del atolladero

Gracias Antonio Caballero, con periodistas como usted me vuelvo optimista porque Colombia salga de este atolladero.  Su frase “Los jueces se venden. Pero también se venden los más encopetados magistrados de las altas cortes” es para enmarcar.   Su columna ‘La majestad de la Justicia’ (SEMANA n.° 1666) dice la verdad.

Luis Vicente Malaver Hernández
Palmira 

Aclaración

Confidenciales hizo en su edición n.° 1675 una errónea lectura de mi crónica sobre las guerrillas del Tolima en los años cincuenta titulada ‘Limpios y comunes’ y publicada en El Espectador.
Yo escribí: “Hay que recordar que por aquellos días las guerrillas de Guadalupe en el Llano emboscaron un contingente del Ejército en Puerto Gaitán, Meta, y le causaron 98 bajas. Ramsay, un investigador norteamericano, calcula que en 1951 las guerrillas del Llano tendrían unos 3.000 hombres; las del sur del Tolima, 6.000, y las de Cundinamarca y Antioquia, 12.000. Es decir, unas 36 unidades orgánicas en conjunto, sin unidad de mando. Por su parte, el Ejército tenía 15.000 soldados, y la Policía, 25.000. La situación era muy peligrosa para un gobierno debilitado en lo político”.

Confidenciales leyó y publicó: “Cambian las proporciones”.  “Alfredo Molano escribió un artículo sobre el origen de las Farc con motivo de los 50 años de esa organización guerrillera. Lo interesante es que antes de que se convirtiera en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, cuando eran simplemente guerrilleros liberales, el grupo insurgente contaba con más hombres que el Ejército colombiano. Manuel Marulanda en ese momento controlaba la guerrilla del Llano que tendría unos 3.000 hombres, las del sur del Tolima, con 6.000 y las de Cundinamarca y Antioquia, con 12.000 para un total de 21.000. Mientras tanto, el Ejército tenía apenas 15.000 soldados. Hoy esa proporción ha cambiado bastante. Las Farc cuentan con cerca de 7.000 miembros y las Fuerzas Militares se acercan al medio millón”.

Alfredo Molano Bravo
Bogotá

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