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Me parece interesantísimo el informe. Lástima que me quede muy poco al final del mes. Emilia Sánchez B, Bogotá.

6 de diciembre de 2014

Buenas historias

Celebro que la revista nos ‘castigue’ de vez en cuando con buenas historias como hace unas semanas con la del drama de expolicías y exmilitares en un barrio de Palmira. O, como en la pasada edición, de la mujer holandesa que fue a Siria a rescatar a su hija de las garras de Isis (SEMANA n.° 1699). Está bien que la revista haga análisis, pero no en demasía y menos si priva al lector del gozo que provoca leer una buena historia y mucho mejor si está bien escrita. Como dijo el escritor Frank Herbert: “La verdad sufre cuando es sometida a un análisis excesivo”.

Raúl Cortés
Cali


Para qué duquesa

En el país nos seguimos descrestando, hincando la cerviz ante reyes, reinas, condes y duquesas en pleno siglo XXI. Seguimos siendo una aldea, no de otra manera podría explicar el despliegue que le dieron ustedes la semana pasada a una tal Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba, una señora que no le aportó nada a nadie en este país, que a lo sumo dejaría en unos pesos en algún viaje a Cartagena, si no es que fue invitada por la cohorte criolla o por algún plebeyo colombiano que le rindió sin clemencia pleitesía. No es modelo de nada una señora rica y malcriada, atiborrada de cirugías (dizque “libre y sin ataduras del machismo” dice el artículo). Entiendo que una revista como Hola, de España, le dé portadas, es su país, su problema y la naturaleza de esa publicación. Pero no de SEMANA, como lo hizo en su edición n.° 1699.

Alba Lucía Suárez
Bogotá


Que conozcan más

Sobre su artículo ‘Anticolombianismo’ (SEMANA n.° 1699) hablan mal de Colombia porque no la conocen, sino por lo que oyen y por las ‘maravillas’ que mostramos por televisión o en cine.  Así que: conviene mostrar fotos lógicas y normales de nuestra patria, para que dejen de pensar que esto es  un monte lleno de vagos jugando a la guerrilla.  Contar que hablamos el mejor castellano del mundo, que en nuestra cultura los señores se levantan cuando llega una dama, le abren la puerta, le dan el brazo… Que no hay los fríos del invierno ni los horrores del verano sino una eterna  primavera. Todo florece y favorece la vida de los animales. Y la nuestra. Que si hay narcotráfico es porque de otros países nos piden lo que aquí se produce. Que hemos manejado 50 años de guerrillas y ahí estamos. Hay libertad de prensa. Cosas peores suceden en muchos países, pero las callan. Que aquí se piensa, se inventa y se crea. El marcapasos lo inventó nuestro doctor Reynolds. La válvula para sacar el agua del cerebro enfermo, nuestro doctor Hakim. Muchos de los trasplantes de órganos, por ejemplo el de tráquea, se han iniciado aquí. Al doctor Rodolfo Llinás no lo dejan venir de Nueva York. Hay varios médicos colombianos en la Clínica Mayo, Rochester. Y un total de 116 en Estados Unidos.

Varios cantantes  famosos actuales son precisamente colombianos. Basta con mirar los premios Grammy Latinos.

Que aquí llegó una cultura europea, latina, las mujeres nos cuidamos, nos acicalamos y tenemos fama de bellas y nada bobas. Intervenimos en política y gobierno, estudiamos y enseñamos. Sabemos comer, leer, escribir, bailar, decorar, ser sociables, mirar a los ojos, vestirnos... y ser felices, a pesar de vivir en este mundo. Que lean sobre Colombia, en lugar de ver u oír cuentos de lo que la gente se imagina o asocia. Que pongan atención sobre lo que se enseña en clases de geografía e historia.  No a los chismes que corren.

¡Preguntarse si les gustaría trabajar en prensa y radio, televisión,  cine o teatro y en ese caso, cómo se comportarían en el estudio o escenario, en una escena improvisada en Colombia! Que ensayen. Hablar es muy fácil. El desafío es hacer.

Mariluz Uribe de Holguín
Bogotá


Prioritaria para el país

Asociando ‘¿Metro 2019?’ y ‘¡Qué desespero!’  de la edición n.° 1693 de la revista SEMANA, expreso: la prolongada desconexión de la clase política y dirigente con las necesidades prioritarias de los ciudadanos y la no exigencia de estos, en este caso, del transporte y la movilidad en el distrito capital, ha sido descomunal, corrupta, omitida y muy dañina para los intereses de la ciudad, con sumo perjuicio del bienestar ciudadano.

Desde hace décadas, la capital ha sufrido el grave problema de inmovilidad y mal transporte, debido a la falta de políticas técnicas,  serias, a largo plazo, ajustadas al plan de organización territorial, primando el Metro como eje cruzado, abastecido por las distintas movilizaciones, desarrollando un sistema integrado de transporte para solucionar tan inmensa problemática. Este proyecto se construirá por etapas. El costo, 15 billones de pesos iniciales, con una extensión de 27 kilómetros de línea 1, sur-norte, 100 por ciento subterráneo, estará financiado por el gobierno nacional en un 70 por ciento y en un 30 por ciento por el distrito. En estudios se han invertido 100.000 millones de pesos. La construcción de un Metro aéreo en lugar de subterráneo traería menos complejidad y menor costo. El primero podría salir a 50 millones de dólares por kilómetro. El subterráneo a 283 millones de dólares por kilómetro. Grande diferencia digna de valorar. La escogencia del tipo de Metro para otros tramos, será materia de estudios entre expertos. Esta megaobra macroeconómica requiere del esfuerzo nacional para su financiación, y es la más necesaria a nivel de infraestructura del país. No se puede continuar con políticas, carentes de planeación a futuro, permitiendo un flujo de automotores destructivos del medioambiente y sin eficiencia en la movilidad.

Bogotá en la última década aumentó  sus carros de 400.000 a 1.400.000 y las motos de 16.000 a 400.000. La requerida congelación vehicular de particulares y taxis debe examinarse. Imposible mantener una infraestructura vial que cubra con eficiencia la ambiciosa acumulación del capital por superproducción de automóviles, y la vanidad de cada habitante. La tendencia universal es reducir el transporte particular y de baja capacidad en pasajeros para fortalecer el transporte masivo, ecológico y rápido. Esta crisis capitalina no acepta argumentos presupuestales de altos costos, ni por incomodidades de trabajos a largo plazo.

La inmediatez a la solución de la angustia y ultraje que padecen los pasajeros, debe ser definitiva y prioritaria. No más violencia ni molestias en el TransMilenio: hurtos, violadores sexuales, vendedores, artistas, llegadas tardes al trabajo con sanciones laborales injustas a los distintos planteles educativos, al hogar con detrimento familiar, y finiquitar los terribles trancones. La pedagogía cultural para mantener los bienes públicos en excelente estado de funcionamiento y preservación está a cargo del Estado. El ciudadano debe ser un vigilante y defensor de sus bienes públicos.

Es cierto que cuando al ciudadano se le proporciona lo necesitado y eficaz para su desarrollo, educación y bienestar, el cuidado por los bienes, introduce en su personalidad autoestima, reconociendo su dignidad humana. El Distrito Capital con más de 8 millones de habitantes y su densidad poblacional creciente día a día, amerita nutrirse de maneras diferentes de  transporte y movilidad, tales como: tranvía, tren de cercanía, transmilenio, metrocable, bicicleta,  patines y caminantes.

Es indignante para los colombianos que no posea la capital un sistema integrado de transporte con Metro. En América Latina, Brasil tiene diez sistemas de Metro,;  Venezuela y México tienen cuatro cada uno. En América Latina son pocas las capitales que no tienen  Metro. El retraso en el transporte y en la movilidad en  la capital colombiana, hace más costosa, dispendiosa, urgente y solidaria la financiación para el Metro. Esta megaobra estatal debe  ser declarada prioridad nacional.

Omar León Muriel Arango
Medellín
      

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