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“Si no salimos de este atolladero, les dejaremos esta vergüenza a nuestros hijos y nietos”, Camilo Montoya, Bogotá.

28 de marzo de 2015

Más prevención, menos corrección

Con relación al oportuno y gran despliegue que hace la revista SEMANA en su edición n.° 1716 sobre la crisis que se desató en la Justicia, con un par de escritos titulados ‘¡Vergüenza!’  y  ‘Una salida a la crisis’, nos permitimos hacer las siguientes consideraciones.

Vergüenza,  no solo es el escándalo ante el país y  la comunidad internacional. Vergüenza es la que no parece tener el magistrado Jorge Pretelt, quien en vez de actuar como lo que es, un funcionario del más alto nivel de la Justicia y renunciar a su investidura, primero para proteger la institucionalidad, y después para enfrentar y defenderse de las graves acusaciones que se le endilgan, por el contrario, de manera grotesca y al mejor estilo impuesto en Colombia por el expresidente Uribe (quien dicho sea de paso fue quien lo postuló), se despachó con el archirrepetido argumento de la persecución política y acto seguido con acusaciones que salpicaron al fiscal, a sus colegas de la corte y a funcionarios del gobierno.

Estas actuaciones confirman una vez más que se están postulando y eligiendo en las altas cortes no a los más idóneos sino a los más convenientes para los diferentes colores e intereses políticos.

Por otro lado estamos en desacuerdo con la opinión de los autores del escrito ‘Una salida a la crisis’  cuando consideran que la mejor salida es la renuncia de todos los magistrados de la corte y que estos mismos magistrados cuestionados elijan a sus reemplazantes. ¡Por Dios!  Eso no soluciona nada.  Está planteado hace mucho rato que los dos grandes generadores de corrupción y clientelismo en las altas cortes son por una parte el  famoso “Yo te elijo, tú me eliges” o carrusel de nombramientos, y por la otra la designación o postulación de aspirantes al cargo de magistrados en manos de los políticos.

Pero a manera de conclusión, ¿qué es lo más triste de esta historia? Que conociéndose las posibles consecuencias de estas fallas en la estructura de la Justicia, se esperó a que estallara una crisis de esta envergadura para tomar decisiones de fondo, como lo acaba de hacer el presidente Santos de forma tardía, con la expedición de decretos que intentan remediar la crisis,  lo cual  lamentablemente demuestra que  Colombia es un país donde aún en muchas de las  áreas políticas, sociales y económicas se  trabaja más en corrección que en prevención.

Eduardo Piñeres Foliaco
Cartagena de Indias



El magistrado Morón

Qué bueno que SEMANA haya  recordado los 25 años de la Séptima Papeleta en su edición n.° 1715. Sin embargo, creemos que hubo omisión de un hecho que fue fundamental para el buen suceso de esa iniciativa; las sentencias en la Corte Suprema de Justicia del magistrado, ya fallecido, Fabio Morón Díaz. Es menester recordar que la reformas constitucionales propuestas por los presidentes Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala y Virgilio Barco Vargas se frustraron en  la Corte Suprema de Justicia de esos periodos; solo cuando a Morón Díaz le correspondió elaborar esas sentencias en la sala constitucional y en sala plena de la Corte Suprema de 1990 fue posible liberar al país de la Constitución de 1886.

Vale la pena acotar: “Barco, mediante Decreto de Estado de Sitio, autorizó que se contabilizaran las papeletas por el sí y por el no en las elecciones de mayo de 1990 para la convocatoria de la Asamblea Constituyente, que  fue a revisión de constitucionalidad en la corte, y Morón Díaz fue el ponente, derrotado inicialmente en su propia sala, pero triunfó luego en la plenaria,  sobre la ortodoxia jurídica con el criterio por él expuesto de que había que respetar la voluntad popular, expresada antes en marzo de ese año, de manera espontánea y no vinculante, con la famosa Séptima Papeleta”. Editorial  de  El Heraldo, 21 de junio de 2011.

Elías David Esquivia M.
Montería


      
El ejemplo de Medellín

En SEMANA n.° 1716 se analiza el caos que se presenta diariamente en TransMilenio convertido en un mercado persa y una tortura para los pasajeros. La crisis por el pésimo servicio, robos, inseguridad, los colados se debe a la ausencia de suficientes  controles policiales. La seguridad debe estar en manos no de policías bachilleres sino de policías profesionales. TransMilenio debe seguir el ejemplo del Metro de Medellín.

César Cárdenas
Medellín

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