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"El ELN es la nube que atormenta mi panorama hacia la paz. Sin ellos nada saldrá bien". Josefina Bernal C. Bogotá.

5 de marzo de 2016

Mucho deterioro

Qué buena la columna de María Jimena Duzán, publicada en la edición n.º 1764, bajo el nombre ‘El fin del periodismo’. Refleja la realidad que actualmente vemos muchos colombianos y alerta al periodismo acerca de lo que están haciendo: “… se comenzó a ejercer con los mismos estándares éticos con que se hace política en el país”,  lo que ha significado mucho deterioro tanto para el mismo periodismo como para la política –cuya calidad ya de por sí venía deteriorada–. Ojalá que el análisis y el contenido de esta columna sean tenidos en cuenta por los comunicadores, para evitar que esta crisis se profundice más.

Enrique Carrizosa Umaña.

Pacho.

No sin el ELN

Soy santista desde 1938, año en que tomó posesión de la Presidencia de Colombia el gran ciudadano Eduardo Santos Montejo. Pero ¿estará convencido el presidente Juan Manuel Santos de que la paz llegará una vez firmados los acuerdos de La Habana? Que no se haga ilusiones porque la paz no llegará en 50 años si no se quita de encima ese criminal sirirí que se hace llamar Ejército de Liberación Nacional, el cual buscará aliarse con las bacrim, los renegados de las Farc y no sé quién diablos más. Además, las cosas no están tan sencillas toda vez que Pablito, jefe eleno, dice que no está dispuesto a un sometimiento. Todo esto lo digo, teniendo en cuenta su justa preocupación manifestada en la página 22 y siguientes de su edición n.º 1765.

Aníbal Camelo Leaño.

Bogotá.

Todos son responsables

¿Qué será más grave? ¿Una paz a medias, ‘La paz sin el ELN’ o de papel, como bien la llamó María Jimena Duzán en su última columna, ‘El miedo a la paz; o un país descuadernado económica y financieramente por tanta omisión? (Léase corrupción). Que nos digan tanta mentira vía los medios y nos crean tan pendejos, me indigna. Las últimas tres ediciones de SEMANA, las n.º 1763, 1764 y la actual 1765, con sus excelentes carátulas y artículos, bien nos presentan una situación actual de nuestra patria. Todos, incluido el presidente, exministro de Hacienda en épocas difíciles, los miembros de las juntas directivas, sabios de la economía, dirigencia y el Conpes son responsables. Saldré a la calle con los sindicatos e indignados en la anunciada huelga pacífica, seamos campesinos o citadinos, a gritar que estamos indignados y que no nos crean tan pendejos. Una desviación presupuestal del 100 por ciento en proyectar el precio del barril, se llama sencillamente, torpeza; una mentira de grandes proporciones que no se puede tolerar. ¿Qué respeto podemos tenerle al gobierno con tanta mentira? Ahora sí es verdad que la extrema izquierda, llámase Partido Bolivariano o Farc y sus futuros
partidos políticos, se tomará el poder. Les va a ser fácil, gracias a los desaciertos de nuestros políticos gobernantes y dirigentes; y no solo de la actual administración. Pasó en Chile con Allende, en Argentina con los Kirchner, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Parece ser que ya nos llegó ese cáncer; hizo metástasis. Lo irónico es que el presidente Santos, quien anunció que sería odiado por su clase, será el responsable de no haber extirpado la corrupción cuando tuvo la oportunidad, y según la recomendación de sus profesores. Y no hablemos de tanto Conejo. ¿Quién sigue creyendo en la buena voluntad de las Farc? Creo que ahora sí llegó la hora de irnos. O será que nos tocará votar el No del plebiscito; y no porque no creemos en la paz. Sí la queremos como todo ser humano. Sencillamente, le perdí la confianza al gobierno, y la poquita que le tenía a los negociadores de las Farc.

Roberto Wills Obregón.

Bogotá.

Llena de misterios

En su edición n.º 1765, el reportaje ‘Lamento wayúu’ es una radiografía bien documentada de la triste realidad de la etnia wayúu. Al escribir, “Pero, a decir verdad, este no reside en sus creencias y costumbres, como algunos quieren hacer creer, sino entre quienes gobiernan a este pueblo que ni los españoles fueron capaces de someter”, se hace una acertada conclusión ya que La Guajira era una tierra lejana y olvidada, llena de misterios y leyendas. Ante esta crisis, escuchamos solo las mutuas recriminaciones entre algunos estamentos del Estado y, muy rara vez, la voz de dirigentes de la etnia wayúu, a los cuáles se les margina y no son atendidos desde la época de la Colonia, ya que La Guajira era una zona que no ofrecía tierras productivas ni riquezas y, por ello, fueron abandonados a su suerte.

En el siglo XIX, el olvido fue mayor y la política del colombianismo dejó la península en un estado de postración, de tal manera que para el wayúu era natural dedicarse al contrabando como lo hicieron desde el levantamiento armado de sus clanes en 1769, con el apoyo de comerciantes ingleses, holandeses y franceses. Fue el primero en el Virreinato de la Nueva Granada e inició el retroceso definitivo de las pretensiones ibéricas de controlar su territorio. Esta práctica es complementaria para su subsistencia por el ciclo ecológico que los obliga a una economía mixta, agravada por el abandono del Estado también durante el transcurso del siglo XX y que, solamente, a partir de los años ochenta se manifestó por la extracción del carbón con la llegada de ingenieros alijunas (aquel que no es wayúu). Una nueva realidad les fue impuesta al ver que su estilo de vida era en algunos casos destruido por el progreso de estos en contraposición con el bienestar de los wayúus y su cultura. En una ocasión una mujer de esta etnia expresó esa realidad con simplicidad y dijo: “Los alijunas comen carbón pero los wayúu no saben comer carbón”.  

El wayúu no conoce el concepto moderno de Estado. Para él no existen fronteras, su territorio es ese desierto peninsular, seco e inhóspito, de escasas y mal distribuidas lluvias. El mestizaje (wayúu-alijuna) ha tenido una influencia en su cultura por la ambigua identificación social del mestizo, que al aparecer cada vez y en mayor número es parte de su hábitat. Siendo conocedores de las dos culturas se aprovechan en muchos casos de ese dominio en detrimento de su economía y su mundo, situación cada vez más relevante ante la rampante corrupción cohonestada desde los estamentos del Estado; el wayúu siempre ha desconfiado del alijuna por las experiencias del pasado y esta desconfianza no es fácil de vencer. Si el Estado escuchara la voz de la única autoridad entre los wayúus, el ‘palabrero’ (putchipu), y también la de auténticos líderes de la etnia, y de manera concertada buscara soluciones a sus necesidades de supervivencia y su voluntad de ver respetados sus derechos culturales y, además, tomara en serio la corrupción, se evitarían otros de los tantos ‘etnocidios culturales’ y ‘ etnocidios físicos’ que han sufrido los indígenas ‘colombianos’, por los procesos de desarrollo que violentan las estructuras sociales y culturales de estas etnias.

Alessio Mazzanti Thiault.

Barranquilla.

Foto de Camilo George

N. de la R. En la edición n.º 1756, esta revista publicó en la sección Primer Plano una foto del calendario Goles del Alma 2016, de la Fundación Best Buddies, donde se ve a James Rodríguez junto a un niño. SEMANA aclara que el autor de la imagen es el fotógrafo Camilo George.

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