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22 de julio de 2017

Palabras prohibidas
Dice SEMANA en su edición n.º 1836: ‘¿En qué momento se acabó la ética en Colombia?’. Ética, parte de la filosofía que trata de la moral y las obligaciones del hombre. La ética la construye la verdad, y la destruye la mentira, la traición. Dos palabras prohibidas de pronunciar o escribir en los medios de comunicación, como vigilantes, de la moral política y defensores de la sociedad, responsables de decir la verdad y condenar la traición.
Dice el doctor Mockus: “…la violencia entre liberales y conservadores tuvo efectos negativos sobre la construcción de una ética civil…”. El doctor  Mockus dice que Dios murió, yo no le creo;  pero no sabe, igual que politiqueros y sabios de hoy, que Colombia era una fortaleza ética y moral, con amor de patria, respeto a la vida, honra y bienes, antes de la violencia política. Que la violencia política no fue una guerra entre liberales y conservadores, sino un exterminio ordenado por el sectarismo conservador con hombres y armas del Estado, falangistas españoles y turbas de maleantes contra la población campesina inocente e indefensa, para llevar a la Presidencia a Laureano Gómez. La guerra de los Mil Días fue en campos de batalla (Palonegro, La Humareda), la violencia política en ninguno.

Para no condenar a los responsables llevamos 70 años repitiendo esta mentira, esta traición a la patria, en beneficio del político, que quiera seguir haciendo “invivible el país”.

Los respetados académicos nada dicen de la corrupción que multiplicó la amistad entre políticos y narcotraficantes, inhumó el amor a la patria y desterró principios y valores.

Esta y otras reflexiones comprensibles para el pueblo recomiendo para la próxima reunión de la academia.  
Isaac Vargas Córdoba
Florencia


Medicina y alimento
Felicito a la revista SEMANA por su interesante contenido y, como suscriptor, me siento un privilegiado al tenerla conmigo semanalmente. Artículos como ‘El pueblo de los centenarios’ (edición n.º 1837) son de un valioso contenido y  deberían llegar a un mayor número de lectores. Los autores enfatizan en lo que ya, unos 350 años antes de Cristo, había dicho Hipócrates de Cos: Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento. El artículo titulado ‘Con mira telescópica’ es de gran importancia para el tratamiento futuro de las neoplasias. Sin embargo, debo manifestar que este contiene un error histórico, ya que las lunas de Galileo no son cinco, sino cuatro. Él las llamó: Io, Europa, Ganímedes y Calisto (también se conocen como lunas jovianas). Esta observación la hizo Galileo el 17 de enero de 1610. Io es mayor que nuestra luna, y Ganímedes es más grande que Mercurio. Gracias a diversas misiones espaciales modernas, hoy sabemos que las lunas de Júpiter son 61.
Alberto Orrego Uribe
Manizales

Bacterias y virus
Como médico agradezco la divulgación que hacen de los avances en ciencia y tecnología en cada una de sus publicaciones; sin embargo, me resulta preocupante la confusión que existe en su equipo al hablar de virus y bacterias como una misma entidad.

En su artículo ‘La supergonorrea y el sexo oral’ (edición n.º 1837) explican que “Este virus es causado por la bacteria ‘Neisseria gonorrhoeae’”; es importante aclarar que la gonorrea es una bacteria y nada tiene que ver con un virus. 

La resistencia antibiótica, tema central de este mismo artículo, es un problema a nivel mundial que, en muchos casos, ha ocurrido por el mal uso que se le da a este tipo de medicamentos; precisamente porque la gente pretende tratar gripas, causadas por un virus, con antibióticos, diseñados para erradicar bacterias. 
Mauricio Chaparro Solano 
Bogotá

Huele a mala fe
Oportuna y pertinente la columna de Antonio Caballero ‘La mala fe’ (edición n.º 1837), pues la religión, como bandera de agitación política, no ha desaparecido en Colombia pese a la Constitución que lo declara un país laico, e incluso se la utiliza así con la visita del papa. Y ni se diga del fanatismo ‘religioso’ de tantos autoproclamados pastores, y lo mismo esos alcaldes que han entregado simbólicamente a
Jesucristo las llaves de sus municipios y que proclaman que si se organizan, pueden elegir presidente. El hecho es que hoy y aquí todo huele a mala fe.
Benjamín Barney Caldas
Cali

Adiós a Cristo Rey
En relación con la columna de la edición n.º 1837 de Antonio Caballero, de acuerdo con los argumentos esgrimidos por el idiota que hizo suprimir la asistencia del presidente de la república al Te Deum tradicional del 20 de julio, creo que hay que presentar un proyecto de ley que retire todas las 12 festividades religiosas, a saber: Navidad, Circuncisión, Epifanía, Ascensión, Corpus, la Inmaculada Concepción, la Asunción, San Pedro y San Pablo, Todos los Santos, el Sagrado Corazón y por supuesto el Jueves y Viernes Santo, al igual que las procesiones de Semana Santa.
Al eliminar los 12 festivos aumentaría inmediatamente el índice de productividad de Colombia.
Ídem, creo que a nuestro himno nacional hay que quitarle aquello “del que murió en la cruz”.
También, en ciudades como Cali, a los cerros de las Tres Cruces y Cristo Rey deberán cambiarles su nombre y su imagen.
Enrique Álvarez Quelquejeu
Cali

De eso se trata
Bienvenidas las Farc a la batalla política de las ideas sin armas (SEMANA n.º 1833). De eso se trata el proceso de paz, que las diferencias entre los colombianos las dirimamos sin violencia dentro de las reglas de juego de la democracia: el partido o movimiento que logre el apoyo mayoritario de los votantes a su proyecto político se gana el derecho de llevarlo a cabo desde el gobierno a través de la acción de todas las entidades del Estado, y el que no logra ese apoyo a erigirse en oposición, en fiscalizador de la acción del gobierno.

Por eso igualmente bienvenido que las Farc se estén preparando para la acción política y a ofrecer al pueblo colombiano una alternativa política distinta a la de los partidos políticos tradicionales. En lo que se refiere a la portada y el artículo central de la edición de la revista, sin duda, eso contribuirá a mejorar nuestra democracia y a darle más legitimidad.

El reto para los partidos políticos tradicionales es el de prepararse, a su vez, para hacer frente al movimiento político de las Farc, en el que si a mediano y largo plazo quieren triunfar, ojalá no se equivoquen; deben cambiar radicalmente su comportamiento de poner el Estado al servicio de sus intereses particulares y volcar su acción a solucionar los grandes problemas que día a día agobian a la inmensa mayoría de la población colombiana, originados todos en la extendida pobreza que padecen.

Si no lo hacen, si no cambian su manera de hacer política, le estarán prestando al proyecto político de las Farc la mejor contribución o apoyo para su desarrollo y éxito; por supuesto, si a su vez estas tienen el pragmatismo de asimilar los cambios de los tiempos que vivimos y abandonan con convicción su pretensión de imponer un sistema político-económico que fracasó estruendosamente en todo el mundo, el comunismo, a pesar del innegable sentido de justicia social que lo inspiraba.

El tiempo dirá qué visión y proyecto político se hará acreedor al apoyo de las mayorías del pueblo colombiano; en todo caso, se avecinan tiempos muy interesantes. Por ello, bienvenidas las Farc a la política sin armas.
Segismundo Méndez Méndez
Bogotá

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