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"Creo que la oposición política es absolutamente necesaria para el buen funcionamiento de la democracia". José Miguel Aldana, Medellín.

3 de julio de 2010

Fortalecimiento democrático

Si bien es cierto que en una democracia son necesarios la oposición y los organismos de vigilancia autónomos o de actuaciones independientes, ya que no basta con la prensa y la justicia, como lo manifiesta el artículo ‘¿Sin oposición?’ (SEMANA # 1469), los partidos políticos de oposición deben aportar a la fiscalización de las actuaciones, no solo del gobierno?sino del Estado en su conjunto,?deben tomar una postura crítica y ser sólidos y unificados. Lo que no comparto es que se atribuya a que con la Constitución de 1991, al entrar micropartidos y expresiones independientes se haya debilitado el sistema y se haya producido así un fortalecimiento de las Farc.
No creo que un pluralismo político debilite al sistema. Al contrario, estoy convencido de que lo fortalece; lo que hay que lograr es la madurez de dicho pluralismo. Y creo que el fortalecimiento de las Farc se debió más a la ingenuidad en las buenas intenciones del diplomático gobierno de Pastrana que al ‘debilitamiento’ de los partidos tradicionales. En Colombia todavía nos encontramos en un proceso de evolución y maduración democrática que se ha venido reflejando a través de las?elecciones, ya que la gente no traga tan entero y no se deja convencer tan fácilmente de la politiquería tradicional. Pero aún falta mucho.

Juan Carlos Rincón Vergara
Bogotá


Que no lo cambien

Entiendo que en portugués existe el término ‘aeroviario’ para señalar, como profesión, a quienes desarrollan su actividad laboral alrededor del transporte aéreo. ‘Portuñolizando’ el nombre, y en relación con su artículo de portada de la edición #1466, me declaro aeroviario integral y además sé que represento en este punto específico a todos lo aeroviarios del país, que somos muchos, muchísimos, para quienes el Aeropuerto El Dorado es un símbolo, un emblema, un nombre que en rigor nos pertenece y que no nos puede ser arrebatado, por sana que sea la razón que se tenga para ello.
Es así como aerolíneas, agencias de viajes, talleres de mantenimiento, proveedores o simples románticos amantes de la terminal, nos unimos a las voces que reclaman el reverso de las medidas adoptadas, porque además de las razones ya expuestas, estamos convencidos de que con su aplicación, el efecto que se logra es totalmente contrario al pretendido, ya que el nombre del caudillo debe evocarse, sin excepción, en los términos de respeto, reverencia y grandeza que marcaron su vida y sacrificio.

Diego Pardo Tovar, abogado aeronáutico
Bogotá



Un icono universal

Es un exabrupto histórico cambiar el nombre del Aeropuerto El Dorado, pues es un icono universal (SEMANA #1466). Sería modificar nuestra historia, renunciar a nuestra etnia, olvidarnos de nuestra mitología y olvidar nuestros ancestros indígenas. La leyenda de El Dorado ha dado para muchos libros, estudios e investigaciones antropológicas y su cambio sería nefasto para la historia universal. Galán ya tiene demasiados reconocimientos a lo largo y ancho de Colombia. No hay museo, parque, biblioteca, escuela, etcétera, que no lleven su nombre.
Propongo que antes de semejante descalabro histórico se consulte con la Academia de Historia, con la Sociedad de Antropología y con personas de carácter académico. Que no se incluyan políticos ni politiqueros.

Danilo Yepes Recalde
Pasto


Con mano de hierro

Acerca del prólogo del libro ‘Caudillos’, de Mauricio Sáenz, publicado en su edición # 1466, me permito comentar lo siguiente: para que un gobernante pudiera “poner orden” en su patria –que había estado sometida a interminables guerras civiles– era necesario tratar a sus opositores con “mano de hierro”. Pero el doctor y general Tiburcio Carías Andino, dictador de Honduras durante 16 años, fue el único gobernante de su época que no fue castigado por sus compatriotas con su muerte violenta o su exilio político. En retribución por la paz y tranquilidad que les dejó, a don Tiburcio le permitieron vivir en su país sin guardia armada en su puerta y morir ahí tranquilamente a los 94 años.

Marta Elena Carías (nieta de don Tiburcio)
Pereira

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