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"Yo sigo guardando la esperanza de que los presidentes gobiernen sin pensar en su popularidad", Bayron Gutiérrez, Cali

28 de abril de 2012

Arreglar la casa

Según la última edición de SEMANA (n.° 1564), la imagen en descenso del presidente colombiano Santos, en comparación a agosto de 2010, puede estar relacionada con el descontento de la gente frente a los niveles de seguridad y las no tan drásticas sanciones judiciales contra los delincuentes; el continuo desplazamiento en masa de campesinos e indígenas hacia las urbes y pueblos, por diferentes causas y motivos; el descuido social y ambiental del departamento del Chocó; la mendicidad; las inundaciones por el invierno, donde hay 21 municipios afectados, y el fallecimiento de tres víctimas, incluido el descubrimiento de mercados ya dañados que debieron haberse entregado a los damnificados por las fuertes lluvias de diciembre de 2010. Así mismo, por la falta de empleo formal, por la que en las calles de las ciudades colombianas la informalidad laboral sigue en aumento. La pacífica Marcha Patriótica del pasado lunes 23 de abril en la que participaron casi 40.000 personas, venidas de toda la nación colombiana, desde comunidades indígenas, pasando por afrodescendientes hasta jóvenes recién graduados de las universidades, fue una muestra más que palpable de que la casa debe primero arreglarse por dentro, para luego policharla por fuera y tener una buena imagen frente al resto de las casas de los vecinos del vecindario. Al respecto, contrariamente, su imagen internacional va en aumento vertiginoso, más aún con la realización de la pasada Cumbre de las Américas en Cartagena, aunque tuvo sus lunares.
Fernando Cortés Quintero
Bogotá

 
Sobre Santos

Interesante el análisis que apareció en la pasada edición (n.° 1564) de SEMANA sobre la caída de la popularidad de Santos. Comparto muchas de las apreciaciones expuestas por ustedes. Sin embargo, creo que faltó ahondar más en la división filosófica que existe entre el primer mandatario y el expresidente Álvaro Uribe Vélez.

Muchos colombianos votaron por la continuidad de un estilo de gobernar y se encontraron con unos principios distintos: Uribe era un presidente cercano al pueblo, a la gente de la provincia, Santos no. Uribe con sus mensajes y acciones guerreristas descartó un proceso de paz, Santos no. Uribe le hacía sentir a los colombianos que el respeto a la patria y su soberanía era una prioridad, Santos no. Colombia cada vez está más educada en temas de gobierno y, por eso, este tipo de incoherencias no se perdonan. Santos difícilmente llegará a tener los mismos índices de popularidad de su antecesor.

A esto habría que sumarle que las buenas intenciones del presidente en temas como la restitución de tierras o la lucha contra la corrupción se han quedado en eso, solo buenas intenciones. El ‘timonazo’ de Santos solo tiene felices a los países vecinos y a Estados Unidos, pero a los colombianos que no son de la élite les preocupa. Lo importante es que aún a Juan Manuel Santos le queda tiempo para mejorar, para mirar hacia atrás.

Juan Manuel Galeano
Medellín

 
El nuevo mesías

El despliegue mediático de la renuncia del general Óscar Naranjo es exagerado. Este tipo de cambios es natural dentro de cualquier institución. SEMANA en su artículo ‘Adiós, general’ (edición n.° 1564) pregunta en el primer párrafo por qué se retira el mejor policía que el país ha tenido en su historia, el mismo que “deja un par de zapatos casi imposible de calzar”. Seguramente dentro de la Policía Nacional habrá miembros igualmente capacitados para cumplir a cabalidad con esta labor, pero menos publicitados. No son los ciudadanos quienes catalogan al general como el símbolo de la seguridad nacional, sino los medios, que lo han engrandecido. Está bien que la revista presente sus razones para renunciar, pero se podría ahorrar estas calificaciones. ¿Será que detrás de este cubrimiento se esconden intereses de perfilarlo como una figura política a futuro? ¿El nuevo mesías?

Mario Gómez
Medellín

 
Atrasadas 100 años

Leí el artículo ‘Claridad, por favor’, de la edición n.° 1564 de SEMANA, sobre el trillado tema de la movilidad. Para el burgomaestre capitalino estamos en la etapa del tranvía y de la bicicleta, ahora de los ciclotaxistas y de las calles pintadas como una cancha múltiple en donde no se sabe en qué espacio se juega. Quiere decir que no hemos salido de principios del siglo XX. Las propuestas del alcalde están atrasadas 100 años y así es como vemos el trillado colapso, palabra que utiliza repetidamente. Debe estar tranquilo de que el Transantiago seguramente no dio el resultado esperado, no fue ningún colapso para la ciudad ya que la espina dorsal de la movilidad en tan bella ciudad son los 120 kilómetros de metro y los dos anillos que envuelven la metrópoli.

Álvaro Albornoz Roa
Bogotá

 
Reforma vil

Sobre ‘El caballo de Troya’, edición SEMANA n.° 1564, expreso: Otra vez el Congreso colombiano le apuesta a sacar una reforma a la Justicia que vulnera la Constitución, por cuanto aumenta las garantías procesales a los padres de la patria, haciendo más profundas las desigualdades entre los colombianos. Mientras a unos los asesinan, los expropian, hurtan o ‘compran’, a otros les legalizan bienes y caminan cual héroes. Se nota la vil jugada para evitar la cárcel, pues hay 39 congresistas investigados, los cuales no se han declarado impedidos para legislar a su favor. No podrán ser detenidos preventivamente, solo en caso flagrante. La Procuraduría no podrá obrar por faltas disciplinarias. La pérdida de investidura quedará prácticamente abolida. Podrá la Policía retener hasta por 72 horas a un ciudadano. Las denuncias anónimas quedan sin valor. Dejó de ser esencia de la reforma la descongestión de procesos y en vez, se trata de privatizar y ceder a particulares ciertas acciones judiciales para su ejecución. La Unión Nacional no puede continuar aumentando las desigualdades que tienen a Colombia como el tercer país más desigual del mundo y en un conflicto fraternal, inútil, de no finalizar. Señor gobierno, introduzca en la urna de cristal las acciones y saque de una vez la inmensa corrupción propiciada desde las cúpulas del poder.

Omar León Muriel Arango
Medellín

 
Pagamos doble

¿Tuvimos beneficios con la Cumbre de la Américas?, para muchos sin éxito, porque no se logró consensos y se desvió la temática fundamental. Pero en lo internacional se divulgó la seguridad del presidente Obama y la imagen de Cartagena como destino turístico y sexual. Con los suntuosos gastos en atención a presidentes, fácilmente solventaríamos los estragos de esta ola invernal. Inquieta la pésima infraestructura vial reseñada en la entrevista de Jimena Duzán, SEMANA n.° 1564, “estamos con los países pobres de África y Asia”, los colombianos pagamos doble: con el peaje y los impuestos. Ojalá que con el TLC los beneficios de las rebajas de los 5.000 artículos no se queden enredados en manos de los importadores.

Bernardo Andrade Tapia
Ipiales

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