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Ojalá el candidato Zuluaga desarrolle su propio personaje

2 de noviembre de 2013

Territorio de dictadores
Respecto a la portada de la revista SEMANA, ‘El hombre de Uribe’, Óscar Iván Zuluaga me recuerda a Joaquín Balaguer, el presidente títere que tenía Rafael Leónidas Trujillo en Santo Domingo. Vargas Llosa narra en La fiesta del Chivo los días aciagos de la dictadura en Santo Domingo y es inevitable acordarme de Uribe, por sus ínfulas de semidiós y su ilusa convicción de ser el redentor de la Patria, igual que Trujillo. América Latina ha sido un territorio de dictadores; históricamente las masas ignorantes han sido gobernadas por populistas y demagogos que han pasado por encima de las instituciones. Todo el país sabe que quien va a gobernar, si gana Zuluaga, es Uribe. 

Es escalofriante escuchar que Zuluaga, con la sangre fría de un espartano, dice que el camino para la paz es la guerra, que en caso de llegar al poder romperá con los diálogos en La Habana y arremeterá contra las guerrillas. ¿Acaso no son suficientes los miles de muertos y las millones de víctimas para poner fin a esta guerra dantesca? Si Colombia reelige a Uribe (que es elegir a Zuluaga) nuestra endeble democracia sufriría un tropiezo irremediable. 

Solo queda que la izquierda una sus fuerzas, deje a un lado el orgullo y lance un candidato que recoja, por lo menos en lo fundamental, los ideales de todos los sectores de ese espectro político. La Colombia urbana aplaude las propuestas del Centro Democrático, pero las consecuencias de la guerra las padecerá la Colombia bucólica y deprimida. 

Volveremos a las masacres, a los desplazamientos masivos, a los impuestos para sufragar la guerra, a los asesinatos de sindicalistas y a la omnipresencia del presidente en todas las instituciones del Estado. Somos uno de los países más violentos y desiguales del mundo. 

Es hora de despertar, no podemos anhelar la paz aceptando la guerra. Tenemos una oportunidad de oro para la reconciliación y el perdón. No es justo echar los diálogos por la borda en favor de la demagogia de un populista nostálgico de poder. 

Carlos Andrés Peralta
Bucaramanga

Decisión acertada
Una máxima popular dice: ‘Presidente que se respete pone presidente’. El doctor Uribe, al direccionar la elección del doctor Óscar Iván Zuluaga como candidato presidencial, dio jaque mate. Anteriormente ya lo había hecho con el doctor Santos, a quien puso en el solio de Bolívar.

Fue una decisión acertada, producto de la metamorfosis que sufrió el Partido de la U, ahora con el nombre de Centro Democrático. El efecto camaleón, también lo está sufriendo la izquierda, comenzaron con un color púrpura; después azul, blanco y rojo; luego amarillo pollito y ahora verde. Yo les recomiendo que adopten el arco iris como logotipo político. Los electores deben saber que estos ilustres personajes son políticamente el mismo producto con diferente etiqueta.

Ahora, toca diferenciar si el doctor Zuluaga es candidato uribista o del Centro Democrático. En este aspecto hasta el redactor político de la revista (edición n.° 1643) se encuentra confundido. ¿A quién creerle?

Danilo Yepes Recalde 
Pasto

Como títulos nobiliarios
El artículo de la edición n.° 1643 de SEMANA titulado ‘¡Todo un acuario!’ sobre los delfines políticos es una muestra más sobre cómo la nuestra no es una democracia sino una verdadera dinastía republicana, en la que al igual que los títulos nobiliarios, el poder político nacional y local se hereda de generación en generación, sin que tengan para ello en la elección –mejor: en la selección– ninguna importancia los méritos personales de los delfines herederos, pues al fin y al cabo la gleba, o el inepto vulgo al que se refería un ilustre dirigente conservador del siglo XX, sin ningún reparo continúa ungiendo con su voto a los así escogidos. 

Ustedes recordarán que en las elecciones de 1974, caso único en el mundo, se disputaron la Presidencia tres ilustres hijos de expresidentes, el doctor Alfonso López Michelsen, hijo de Alfonso López Pumarejo; el doctor Álvaro Gómez Hurtado, hijo de Laureano Gómez Castro y doña María Eugenia Rojas de Moreno, madre de nuestros incorruptibles recordados alcaldes de Bogotá y de Bucaramanga e hija del general expresidente, Gustavo Rojas Pinilla.

Un buen trabajo para la unidad investigativa de esa prestigiosa revista sería hacer una investigación departamento por departamento para constatar cómo ese saludable fenómeno democrático se repite. Así se apreciará –por citar algunos pocos– que en Córdoba, Sucre, Atlántico, Antioquia, Caldas, Cauca, Nariño o Norte de Santander hay familias que llevan generaciones elección tras elección monopolizando el poder político. El análisis se tornaría aún más interesante si se lo contrastara con los indicadores socioeconómicos de los respectivos departamentos. Tengan la seguridad que se encontrarán muy buenas sorpresas.

Segismundo Méndez Méndez
Bogotá

Otro partido inventado
Estoy seriamente preocupada por las sugerencias camufladas de imposición que Álvaro Uribe está planteando en la democracia colombiana. No supe cuándo Uribe pasó de ser un buen expresidente a un manejador de marionetas políticas, nombrando al señor Óscar Iván Zuluaga (SEMANA Nº. 1643) para la candidatura de un partido de reciente invención del que aún no me grabo el nombre, ni me cuadra... Siempre que pienso en él, me sale el nombre del UCD español de la transición, otro partido inventado, en una democracia recién inventada también. 

Al respecto me digo, el partido Uribe es como de ‘talla única’, es de derecha pero también de izquierda y ahora de centro, ¡es de todas! Se plantea como la santísima trinidad, todo un misterio. Al señor Zuluaga le va a quedar muy difícil sacar al controvertido, mal hablado y sibilino José Obdulio Gaviria, simplemente porque pareciera que el nuevo patrón Uribe, no quiere (¿o no puede?) mandarlo al desván político... ¿Qué será tan gordo lo que le debe políticamente Uribe a José Obdulio, que aún el país pidiendo a gritos su marginamiento, no lo hace...? Con esa actitud solo santifica Santos.

Ángela María Pérez Moreno
Palma de Mallorca (España)

Gana la ciudad
En relación con el artículo ‘Pulso de damas’ edición n.° 1642, es del caso decir que el Instituto Colombiano de Ballet (Incolballet), gracias a la excelente gestión de su directora, la maestra Gloria Castro, durante los últimos siete años ha venido realizando el Festival Internacional de Ballet, de tal manera que al mismo evento asisten y confluyen grupos de diferentes países, brindando una magnífica muestra de ballet clásico y de danza contemporánea. 

Tal evento es importante porque ha logrado romper con el paradigma según el cual el ballet solo es para ciertas clases sociales, o solo puede ser entendido por los estratos altos. Es de aclarar que en el marco del Festival  se ofrece a la ciudadanía la posibilidad de asistir –inclusive de manera gratuita– a los espectáculos tanto en escenarios al aire libre, como en recintos cerrados. La asistencia de los caleños ha sido plena, hasta el punto de que en la última inauguración hubo lleno total en Cañaveralejo. 

Ahora bien, en relación con la otra dama, la señora Amparo Sinisterra de Carvajal, es del caso mencionar que si bien es cierto ha sido gestora de la cultura en Valle del Cauca, también es cierto que su obra no es tan notoria   en lo que respecta a la gestión en los sectores deprimidos de la ciudad. Queda la sensación agridulce que sí existe cierto favorecimiento clasista en lo que atinge al apoyo del Ministerio de Cultura a la Bienal de Danza. 

Ojalá que algunos de sus espectáculos sean gratuitos e incluyentes y quizás el año entrante, sin   recelos ni vanidades, el Ministerio de Cultura ofrezca patrocinio al Festival Internacional de Ballet. De todas formas, en Cali existe la cultura del baile y lo que habrá en adelante para beneficio de todos los caleños será ballet y danza, gracias a estas dos grandes damas de nuestra región.

Carlos Andrés Borrero Valencia
Cali

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