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Como de telenovela

Al leer la página 23 del ejemplar #952, no me quedó más que decir que refleja la actualidad nacional, que a veces más parece argumento de telenovela.

Angela María Pérez Moreno
11 de septiembre de 2000

Al leer la página 23 del ejemplar #952, no me quedó más que decir que refleja la actualidad nacional, que a veces más parece argumento de telenovela. Si empezamos por la parte de arriba a la izquierda, me parece que es una perfecta guía ‘Michelin’ para las señoras esposas de ejecutivo rico o traqueto, donde se pueden informar sobre los reencauches que se pueden hacer y su consecuente repercusión en el patrimonio familiar para poder darle al marido ‘arepa, pan y pedazo’.

Más abajo vemos el epílogo de la historia de las Hermanitas Singer que con toda frescura dicen que están en el cuarto piso, cuando yo ya vivo esa etapa de la vida (eso sí comenzando) y ellas estaban grandes cuando ya salían en televisión y mi programa preferido era El abuelo bailarín y su panchima nené, panchima.

Luego, al lado derecho, existen dos perfectos artículos comparativos, el de arriba, habla de los efectos matrimoniales del perfecto macho en recesión, que comparado con la insatisfecha y exigente Aleida, nos dejan ‘fritos’. Y, para completar, entre esos dos artículos está escrita una máxima de Napoleón Bonaparte que en buena medida dirime el conflicto que toda la vida nos ha preocupado a todos, por qué no funciona el Estado colombiano. La máxima del señor don Napo es tan importante, que con ella se marca el porqué en Colombia la empresa privada es tan diferente a la pública, y todo por las ‘benditas’ ¡comisiones!

En la empresa pública para todo se nombra una comisión, que cree que para ganarse el sueldo en franca lid, necesita gastar tiempo, para llegar a la misma conclusión que en la empresa privada se advierte en un segundo, por tener un único responsable.

Por todo eso gracias ‘don Napo’ descubrió años después por qué Colombia no funciona.

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