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De Álvaro García Romero

Álvaro García Romero, senador de la República<br>Bogotá
12 de febrero de 2006

No es tarea fácil defenderse de tantas calumnias, infamias y verdades a medias como las que utiliza el periodista Coronell para referirse a mí en su última columna. (SEMANA #1.231). Intentaré hacerlo brevemente, por una sola vez, rompiendo mi convicción de tiempo atrás, de que estas situaciones se deben aclarar es ante la justicia y no ante los medios. En primer lugar, deseo aclarar inequívocamente que el homónimo al que se refieren ciertos casetes del proceso 8.000 como "gordo García" sí existió, que claramente no soy yo, y Coronell, que es más informado que yo, lo sabe, pero lo oculta para calumniarme. Nunca necesité recursos de otros para financiar mis campañas políticas, pues mi padre, que fue un reconocido y acomodado agricultor, ganadero y exportador de tabaco entre otras actividades y mi familia en general, siempre financiaron mi actividad política con sus propios recursos. Jamás he estado vinculado a ninguno de los escándalos que habla Coronell, motivo por el cual no he sido llamado por ninguna autoridad judicial a responder por casos como los de Termorío, Dragacol o Chambacú, pues es absolutamente claro que nada tengo que ver en ello, Coronell, que es muy aguisado periodista, lo sabe, pero lo oculta para calumniarme. Sobre el tema de Macayepo no voy a debatir en público, pues está bajo investigación, sé que se demostrará mi absoluta inocencia, pues lo que sostienen algunas personas a quien Coronell escucha, no tiene ningún asidero en la realidad y las mismas grabaciones de las que él habla son editadas y recortadas como Coronell lo sabe, pero lo oculta para calumniarme. No soy vocero, ni portaestandarte del gobierno, jamás le he pedido un cargo de ninguna clase al presidente Uribe para ningún familiar, Coronell, quien tiene muchísimos informantes, lo sabe pero lo oculta para calumniarme. Apoyo la reelección de Uribe como la gran mayoría de los colombianos, porque me parece un buen gobernante, ya que está haciendo lo que el país requiere y ha demostrado ser un mandatario incólume, aunque eso me cueste el odio del señor Coronell. La actividad de dirigente político tiene inherente la de someterse al escrutinio de los actos propios de la política, nunca me he ido del país excusándome en amenazas para no responder ante los cuestionamientos, como lo hizo Coronell, una vez empezaron por medio de reconocidos periodistas a circular noticias sobre sus pleitos contra el Estado, esos si verdaderos 'dragacoles', de los cuales el señor Coronel aún debe muchas explicaciones, allí sí que cabría preguntarse entonces, ¿dónde está el verdadero Eslabón Perdido?

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