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De Eduardo Serrano

Con todo el respeto y la admiración que me merecen los logros y las apreciaciones del maestro Fernando Botero (SEMANA #1.123) me permito disentir de sus opiniones sobre Andrés de Santa María.

Eduardo Serrano <br> Bogotá
17 de noviembre de 2003

Con todo el respeto y la admiración que me merecen los logros y las apreciaciones del maestro Fernando Botero (SEMANA #1.123) me permito disentir de sus opiniones sobre Andrés de Santa María. El artista bogotano no "copió lo que los impresionistas llevaban haciendo 30 ó 40 años". Si tenemos en cuenta que la primera exposición impresionista tuvo lugar en 1874 y que la primera obra con rasgos impresionistas de Santa María, Lavanderas del Sena, fue premiada en el Salón de Artistas Franceses de 1887, es claro que su adhesión a algunos de los principios de ese movimiento se produjo apenas una década después de iniciado y a pesar de las burlas y los ataques que el impresionismo recibió por parte de la crítica. Pero además, la obra más importante de Santa María fue producida en su período expresionista, cuando abandonó los propósitos naturalistas y comenzó su regodeo emocional con la materia y el color logrando una particularidad indiscutible. Si se considera que el expresionismo se comienza a consolidar en Europa en 1905 y que existen claras evidencias de que Santa María pintó En la Playa de Macuto en 1907 y no en 1914 como aparece fechado, pero inclusive si fue pintado en esa fecha y se compara con los inicios expresionistas de otros artistas europeos, resulta evidente la actitud pionera de este artista a quien todavía se le debe un reconocimiento internacional por los visionarios aportes de su obra.

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