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De El Nogal para María Isabel Rueda

He leído con detenimiento y sumo interés su columna de esta semana sobre los hechos trágicos del club El Nogal

Fernando Ruiz Llano,
17 de marzo de 2003

He leído con detenimiento y sumo interés su columna de esta semana sobre los hechos trágicos del club El Nogal, que enlutaron a Colombia el 7 de febrero pasado.

Las reflexiones y reacciones en torno a la tragedia han sido, como podrá usted suponer, del más amplio y variado espectro. A todas ellas hemos respondido con diligencia y agradecimiento, sin eludir responsabilidad alguna.

La opinión pública sabe que estos actos atroces son impredecibles, desestabilizadores y amenazantes para todos. En este caso, escogieron como víctima a El Nogal y burlaron el proceso de selección y aprobación de socios, de uno de los contados clubes de Colombia que cuenta con el certificado de excelencia y calidad ISO 9000 en todos sus procesos.

No descartamos que se deben reforzar los procedimientos y protocolos en aras de la seguridad, acordes a las nuevas e infortunadas circunstancias globales. Pero de ahí a responsabilizar del atentado a la junta directiva del Club nos parece totalmente injusto e improcedente.

Aprovecho la oportunidad para recordarle que el club El Nogal es una asociación de empresas y empresarios, en su gran mayoría ejecutivos jóvenes y asalariados, que se benefician del club, tanto como herramienta de trabajo, como por los beneficios de bienestar y esparcimiento social y cultural para sus familias.

Adicionalmente, quisiera asegurarle que los casos particulares de ingreso de algunos socios al club, serán ampliamente discutidos durante la asamblea general de accionistas. Lo que la sociedad colombiana necesita es que el club El Nogal vuelva a reanudar sus actividades en el menor tiempo posible. Por definición, El Nogal, es un árbol de madera dura y apreciada, con raíces profundas y extendidas.



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