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DE JORGE MARIO EASTMAN

11 de marzo de 1996

Las afirmaciones de Antonio Caballero sobre mi renuncia al cargo de embajador pasan a ser aventuradas si se conoce su texto: el cual pueden avalar tanto la Cancillería chilena como la seriedad del ministro Pardo y de sus viceministros Cardona y Reyes. Más todavía, por cuanto mi renuncia sólo fue aceptada el día 7 de febrero y el trámite del beneplácito para mi distinguido sucesor yo mismo lo cursé horas después de haber recibido tal encargo. Mi renuncia dirigida al presidente Samper y a su canciller, en el aparte correspondiente, dice así: "Debo reconocer la confianza que me han depositado hasta la fecha, no obstante, en mi condición de embajador político nombrado por su digno antecesor. El hecho de que su gobierno no haya solicitado para nadie beneplácito como sucesor mío, tal como puede certificarlo la cancillería chilena, me da la satisfacción del deber cumplido". Como retorno al país para engrosar el multitudinario equipo de bomberos que requiere la crisis actual, esta rectificación no pretende, ni mucho menos, echarle más gasolina a la hoguera de odios que hoy está incendiando a Colombia, sino, evitar que el debate soporte impunemente, otra mentira más como es la supuesta 'destitución' mía de una embajada que he venido desempeñando con decoro, tal como muy seguramente lo certificaría el gobierno del presidente Frei. Jorge Mario EastmanSantiago de Chile.

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