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Del fondo del alma

Nada más doloroso para las numerosas viudas de estratos 0, 1, 2 y 3 que ha dejado esta violencia que parece no tener fin, que el artículo ‘Corazón valiente’ (SEMANA # 928) y que hace referencia a la señora Nancy de Lara.

Lucila Rincón Henao
10 de abril de 2000

Nada más doloroso para las numerosas viudas de estratos 0, 1, 2 y 3 que ha dejado esta violencia que parece no tener fin, que el artículo ‘Corazón valiente’ (SEMANA # 928) y que hace referencia a la señora Nancy de Lara. Personalmente no tengo nada en contra de dicha señora, pero yo perdí a mi esposo policía hace siete años, de cuya unión me quedaron tres encantadoras niñas, la última de las cuales nació cuando su padre ya había muerto. Tuve que venirme a Bogotá, a vivir en una pieza que nos dieron mis padres y desde entonces he tenido que pasar las duras y las maduras para tratar de sobrevivir. Esta situación la hemos vivido miles de mujeres que no tuvimos la oportunidad de que nos dieran un cargo ni de aseadora en ninguna embajada... Por eso resulta triste pensar que para tener un ‘corazón valiente’, se necesite ocupar altos cargos en las embajadas, con altos sueldos en dólares. ¿No le parece que las penas con pan son más llevaderas? Estas diferencias sociales son las que tienen al

país sumido en la desgracia. ¿O es que el llanto de una viuda de estrato bajo no es igual al de una de estrato alto?

Espero que esta revista no haga discriminaciones y pueda ser publicada esta queja que me sale del alma.

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