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La ética del mar menor

20 de marzo de 2008

Dice Daniel Coronell en su columna ‘XS’ (Edición #1350) lo siguiente: “El respeto a la ley –que incluye el acatamiento de los procedimientos establecidos– garantiza que la justicia se aplique sin importar las conveniencias políticas”. Se enfrentan así razón y conveniencia como situaciones excluyentes. Pero si planteáramos: “Es correcto respetar la ley y también es correcto recurrir al manejo político cuando está de por medio la seguridad del Estado y de una sociedad”, entonces la dicotomía de Coronell daría lugar a un proceso de planteamiento más complejo, pero justo. La ética del mal menor plantea que: debido a que frente al terrorismo las reglas del estado de derecho están en desventaja frente a los sin ley, es lícito recurrir a sus mismas armas, siempre y cuando sea por un tiempo determinado, con control y conocimiento de la sociedad, pues la vida está por encima de la ley. Todo el mundo ve como lícito infiltrar, engañar; hacer trampas para hacer caer al enemigo, a eso se le llama inteligencia. Pero esas mismas acciones del Estado fueron la defensa de Justiniano Torres frente al Estado alemán cuando fue acusado de contrabandear plutonio; una operación encubierta del mismo Estado para probar la ineficacia de sus políticas de seguridad no lo autorizaba a utilizar a un ciudadano inocente en una trampa. Los alemanes tienen claro que hay que defender de las operaciones del Estado la inocencia del ciudadano; pero parece que en Colombia algunas personas no tienen claro que hay que defender la vida de 40 millones de colombianos de los métodos arteros del terrorismo. Por otra parte, hay una actividad política marrullera, tramposa, interesada en el bolsillo, que todos rechazamos; y otra muy distinta enfocada hacia los mejores intereses de la sociedad. Simón Bolívar, el Libertador de nuestra patria, dijo: “Contra los canallas pueden emplearse las armas que usan ellos mismos”.  

Pedro Aja Castaño
Barranquilla

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