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Las relaciones de la Iglesia

Édgar Orejuela Jordán<br>Popayán
9 de mayo de 2005

Los comentarios de la edición #1.199 de SEMANA 'A la diestra de la diestra', 'El Santo Halcón' y 'No me gusta el Papa' son desde luego respetables por cuanto cada quien es libre de opinar sobre cualquier tema, aunque parezcan presurosos y con olvido de la calidad intelectual del alemán Joseph Ratzinger. Una persona y su orientación mental era el cardenal prefecto de la Congregación de la Fe -inquisidor moderno- y otra muy distinta el Pontífice máximo de la cristiandad. Por su indiscutible formación de intelectual y teólogo de primera línea, la diferencia de cargos y responsabilidades es sustancial y fundamental, pues como Papa entiende que debe atemperar las relaciones de la Iglesia con los valores de la modernidad, desarrollar un pluralismo y diversidad cultural que lo posicione como líder de la comunidad cristiana y católica. Como prefecto de la fe era fundamentalista, pero como Benedicto XVI evitará obnubilaciones ideológicas y doctrinales cerradas y hará resplandecer el pensamiento creador de la cultura universal, a la que no es ajeno ni un recién llegado. Para que la verdad trascendente no sea opacada por la premisa, pudiéramos decir 'partidista' de un conservadurismo tipo Castrillón o López Trujillo.

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