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Los jóvenes, a liderar

Muy afortunada y conveniente la nota sobre el Valle del Cauca y Cali, en especial el sondeo de opinión que ayuda a clarificar la actitud de los vallecaucanos sobre los problemas locales que actualmente enfrentamos.

Leopoldo Romero Gálvez
10 de julio de 2000

Muy afortunada y conveniente la nota sobre el Valle del Cauca y Cali, en especial el sondeo de opinión que ayuda a clarificar la actitud de los vallecaucanos sobre los problemas locales que actualmente enfrentamos.

De todo lo que percibí, creo que existe la acertada convicción de que los gravísimos problemas económicos y sociales que adolece el departamento y la ciudad, se deben en gran parte a la clase dirigente local y a la farsante sociedad caleña, incapaz de liderar con nobleza y de manera democrática, la renovación de los valores y principios que se desnaturalizaron con la aceptación del negocio del narcotráfico.

Como caleño exiliado voluntaria y temporalmente en procura de una formación profesional ideal, no me cabe duda que somos nosotros los jóvenes los que debemos liderar tal proceso. Para ello se hace indispensable derrocar los sofismas que hemos aceptado pusilánimemente, como el de creer que el Valle del Cauca posee una clase empresarial ejemplar que no merece reparos. Esa es la excepción, 4 ó 5 empresarios que no sólo han aportado bienestar y desarrollo a Cali y al Valle del Cauca, sino que han contribuido a la formación de valores y costumbres en procura de generar una identidad regional. Por lo demás, está vigente la regla general: aquellos empresarios que se hacen llamar ‘prohombres’ cuando no son sino simples creaciones del dañado ayuntamiento entre la corruptela de la clase política local y las más altas esferas de la sociedad caleña, camaradería que funciona en procura de satisfacer intereses particulares, aparentando y engañando sobre su preocupación por el bienestar general, soportados por la hipocresía de sus comentarios y condenando en tertulias a aquellos que han sido capaces de enfrentarlos sin temerle a caer en la ignominia.

Para que nos vuelvan a sentir, los caleños debemos de una vez por todas despertar del prolongado letargo y convencernos de que no existen actualmente los llamados ‘prohombres’, que no hay salvadores. Somos nosotros, los del común, que conscientes de querer para nuestro departamento y nuestra ciudad un bienestar general, debemos liderar en nuestro núcleo particular la motivación para generar las ideas que terminen en soluciones acertadas para cada uno de los problemas que enfrentamos.

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