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No darle la espalda

Devoré con gran fruición el artículo que hablaba sobre el río Magdalena, pieza cumbre periodística de la edición #997,

Angela María Pérez Moreno
23 de julio de 2001

Devoré con gran fruición el artículo que hablaba sobre el río Magdalena, pieza cumbre periodística de la edición #997, pero con un poco de tristeza advertí que carecía de argumentos clave, para lograr que el gobierno nacional nuevamente entendiera que el país debería funcionar con el río como eje y no dándole la espalda, tal vez como resultado de ser patrimonio de la guerrilla y de los paramilitares en cada uno de sus tramos.

A pesar de no manejar muy bien el castellano, el autor logra cautivar al lector, pero se le olvidó anotar las influencias que ejercieron los inmigrantes sirio-libaneses en la arquitectura de cada una de las ciudades puertos, porque no hay que despreciar la belleza de Magangué, de El Banco y otros sitios, que aunque no son patrimonio de la arquitectura colonial como Mompós, son elementos invaluables en nuestra historia.

Se le olvidó profundizar un poco en la navegación de los vapores, de la importancia de puertos como Berrío. De sus grandes hoteles, donde las gentes ricas de las ciudades pasaban sus vacaciones con gran boato. Se le olvidó igualmente anotar esa gran concordancia con el ferrocarril, ya que el transporte de pasajeros empezaba en tren y terminaba en vapor, probablemente para llegar a Europa o Estados Unidos.

Ahora el gobierno nacional piensa entregarlo en concesión para su lucro, pero creo que ni los ‘paras’ ni los ‘guerrillos’ van a soltar un feudo de tal magnitud, eso pasa por tenerlo abandonado tanto tiempo.

El problema del río no es de tipo ecológico, lo importante es que no se convierta en territorio de nadie, que se conserve la soberanía sobre él y que por ende no se vuelva uno de esos “agujeros negros” de zona de despeje similares al Caguán (pensando en la nueva zona de despeje del sur de Bolívar).

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