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PALABRA DE CAMPESINO

5 de agosto de 1996

Además de ser un asiduo lector de su revista, soy un campesino que vive en una vereda montañera, cultivando algunos frutos y un hogar, con una mujer maravillosa y dos hijos que, como ángeles, aún creen en la bondad de la Patria.En este mundo de luz, solo hay sombra: cómo hablar de valores y principios a esos hijos que un día tendrán que ir a vivir a una ciudad.¿Podré decirles que, como aquí en el campo, tampoco en la ciudad el dinero lo puede comprar todo?¿Podré hacerles creer que allá, como aquí, se respeta a las personas por lo que son, y no por lo que tienen?¿Podré garantizarles que al cumplir 16 años no tendrán que ir a aprender a matar a los otros campesinos que no estén de acuerdo con las ideologías del gobierno de turno?¿Podré decirles que la ley obliga a todos y que nadie la cambiará para borrar los delitos de quienes las manejan?¿Podré hacerles creer que el dinero de los impuestos se reparte equitativamente entre el campo y la ciudad?¿Podré decirles que la conciencia de los mandatarios obedece a la moral y no al color del trapo que agitan en las elecciones?¿Podré pedirles que no renuncien a la sombra del yarumo, del arrayán, del roble, del guadual, que no se olviden del canto del querquez y del ruiseñor, del salto de la ardilla y del rumoroso caudal de la quebrada, porque se puede sacrificar el progreso en aras de la naturaleza?Ustedes, que pertenecen a la ciudad, que la ciudad les pertenece: ustedes que han enarbolado sin temores la bandera de la verdad, ¿pueden decirme qué podré decirles a mis hijos el día que, con dolor, les ayude a empacar una maleta con tres pantalones, tres camisas y una foto de mamá, para ir a enfrentar ese mundo incomprensible para nosotros los campesinos?`Por su intermedio, quiero decirle gracias a Serrano el policía, a Valdivieso el fiscal y a Ingrid la congresista, por hacernos conservar la fe en que la Patria aún tiene guardianes, y a ustedes por creer que las personas tenemos derecho a conocer la verdad, aunque seamos campesinos; y esta sí es, como dijera un alto funcionario: ¡Palabra de campesino!
Benicio Echeverri S.
Girardota

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