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POR UNA IGLESIA PARTICIPATIVA

13 de mayo de 1996

¿Acaso los católicos debemos guiarnos por lo que dicen los periodistas? ¿Cuántas veces vimos publicadas páginas enteras de los Extraditables, como publicidad pagada? Las críticas a la intervención de los obispos en sus sermones de Viernes Santo son abiertamente injustas. La función de la Iglesia Católica no solo es apostólica, que consiste en la propagación de la fe, sino la defensa acérrima de la moral cristiana, sobre la cual debe descansar la existencia y funcionamiento de la sociedad. La intervención de los obispos, unos con más energía que otros, ha sido para condenar la corrupción reinante, derivada principalmente del narcotráfico, y del comportamiento de los políticos. En este caso, los pastores de la Iglesia no han pedido más que sobresalga la verdad, que se haga justicia, que se acabe la corrupción, que desaparezcan los asesinatos y los secuestros, o sea lo mismo que dicen y apoyan la mayoría de los colombianos. Ante esta situación, y en los momentos actuales, la Iglesia no podía permanecer callada, sino por el contrario estaba obligada a intervenir y señalarle a los fieles la conducta a seguir, de acuerdo con las normas y preceptos de la doctrina católica, y en este campo los periodistas no están capacitados para deslindar entre lo espiritual y lo político. La época del padre Almansa a que alude D'Artagnan, cuando se decían las misas y oraciones en latín, ya pasó. Ahora tenemos y apoyamos una Iglesia participativa, no en el sentido de favorecer a determinados partidos políticos, sino en la defensa de los principios de paz, justicia y libertad, que nos inculcó nuestro propio Señor Jesucristo.Enrique Páez de RíoBogotá

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