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A propósito del editorial

Capitán César A. Castaño Rubiano<br>Bogotá
10 de octubre de 2004

La valerosa posición asumida por la revista y las consecuentes amenazas recibidas, reflejan el panorama de intolerancia que existe en el país. Los colombianos somos conscientes de la necesidad de manejar con prudencia la agenda de negociación, así como de evitar convertir en show político cada punto de acuerdo logrado. Sin embargo no se puede sustraer a la opinión pública del diario acontecer y mucho menos en un tema que interesa a todos. El hecho de informar no convierte a un medio en simpatizante o en parte activa de uno u otro grupo armado; sencillamente esa es su responsabilidad, por cierto bastante peligrosa en un país tan polarizado como el nuestro. Su información veraz obliga a reflexionar en torno a la precisión de los límites y condiciones del proceso, lo cual representará para el gobierno un reto político y ético particularmente delicado. Lo que sí debe quedar claro es que el esquema utilizado en estas particulares negociaciones deberá estar signado por la ética de la responsabilidad, la cual no podrá menos que imponerse. Máxime frente a un actor armado del cual es difícil establecer con claridad sus objetivos, en virtud de la presencia abierta de oscuras figuras provenientes del narcotráfico.

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