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Reto histórico

Tanto Colombia como Nicaragua se disputan un archipiélago y sus aguas marinas

Randy J. Taylor Julienne
1 de octubre de 2001

Tanto Colombia como Nicaragua se disputan un archipiélago y sus aguas marinas (SEMANA #1.023). Pero los dos olvidan el siguiente potosí. Fueron los isleños nativos —nuestros bisabuelos y tatarabuelos— los que en el año de 1821, en forma voluntaria, decidieron adherir a la República de Colombia con ocasión de la Constitución de Cúcuta.

Como isleño nativo, así como la inmensa mayoría de los nacidos en el archipiélago no dudamos de nuestra nacionalidad. Somos leales. Somos colombianos. Ahora bien, es el Estado colombiano quien no ha sido leal. Durante muchos años con inversiones pingües ha pretendido hacer soberanía y mantiene a este bello país en condiciones de postración tanto económica como social.

Hoy cuando el negocio jurídico se encuentra radicado ante el Tribunal Internacional de La Haya, y el Estado colombiano se alista para defender sus títulos, el honor y su orgullo de poseer un archipiélago que merece lo mejor, Dios quiere que la primera autoridad del Estado no venga a las islas a pasear argumentando soberanía tapando el sol con las manos. Obras son amores y no buenas razones. Es hora de hacer las inversiones que mejoren económica y socialmente las condiciones de vida de los isleños. Si en una de esas salidas salomónicas la Corte de La Haya solicita al pueblo de las islas pronunciarse nuevamente, —remember 1821—. El Estado colombiano tiene un reto histórico.

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