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Todos pagan

Con un cordial saludo me permito remitirles lo que puede uno concluir luego de leer el excelente informe que trae la edición #1.011 sobre Nueva York.

Luis Raúl López M.
29 de octubre de 2001

Con un cordial saludo me permito remitirles lo que puede uno concluir luego de leer el excelente informe que trae la edición #1.011 sobre Nueva York.

Se equivocan quienes creen que el elevadísimo costo económico de los daños causados por el atentado contra Nueva York lo asumirá sola la municipalidad de la Gran Manzana, con la ayuda de fondos federales y los que recauden con sus conciertos los grandes artistas.

Lo que se perdió, no sólo lo tangible sino especialmente lo intangible (los cerebros humanos y los electrónicos de los centenares de bancos y multinacionales de diversa índole que allí operaban), no se resarcirá bombardeando unos rastrojos y unos peñascos áridos en un país miserable como lo es Afganistán.

Si, como se sabe, desde el punto de vista bélico es mucho más eficaz y mortífero un solo portaaviones gringo que todas las fuerzas armadas latinoamericanas juntas, semejante despliegue de flotas enteras para combatir a un grupo de 20.000 o 30.000 ignorantes mal armados no tiene otra explicación que la urgente necesidad de atemorizar al mundo mostrándole los dientes.

Como lo dije al comienzo, el gasto no lo harán solos los norteamericanos, no; eso lo tendremos que pagar todos los terrícolas. La colecta la harán de muchas maneras y con ello el nivel de vida para todos, especialmente para asiáticos, africanos y latinoamericanos, bajará aun más.

Después de lo ocurrido es claro que nadie está a salvo de un atentado, y si lo que se viene —¿o vino?— es una guerra irregular caracterizada por el terrorismo, ya se imaginarán ustedes el nuevo costo de las primas de seguros y la incidencia de ello en los precios de todos los bienes y servicios. Entre tales servicios el alza por tal motivo en el transporte aéreo y marítimo de carga tendrá un efecto demoledor sobre nuestras exportaciones.

Los múltiples programas de ayuda humanitaria verán drásticamente recortados sus presupuestos por cuenta de los aportes norteamericanos. Por su parte, con excepción de la petrolera y de la de telecomunicaciones, la inversión fuera de ‘Occidente’ se verá muy restringida. Nosotros no hacemos parte de ese occidente porque tenemos grupos declarados como terroristas por Estados Unidos. Por la misma razón no sonará razonable que se le concedan beneficios arancelarios a un país cuyo gobierno tiene tratos con grupos de esa naturaleza.

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