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Un novelista dudoso

Lina María Naranjo
15 de mayo de 2000

Definitivamente se excedió en elogios la doctora Noemí Sanín al calificar al señor Samper como un novelista de ficción, pues un verdadero novelista nos hace soñar, nos transporta a otros lugares, nos hace imaginar y vivir las situaciones relatadas, y la verdad, la lectura del capítulo del libro publicado en SEMANA, no genera este tipo de sensaciones, sino otras muy distintas, como desprecio y vergüenza. Sólo a alguien tan... particular como él, se le puede ocurrir escribir, cuando está narrando supuestamente su semana de pasión (al menos para él sólo fue una semana, para los colombianos fueron cuatro años), cosas tan ridículas como la narración que hace de una noche terrorífica que pasó su hermano en Palacio porque el perro (¿la fiera?) sharpei de nombre ‘Brujo’ (no es de sorprenderse) le montó un asedio implacable que le impidió en la noche, satisfacer sus necesidades alimenticias. Creo que los verdaderos novelistas deben estar sintiendo con esta inocente comparación que hace en medio de su decencia la doctora Sanín, algo parecido a lo que sentimos los abogados al ver grotescamente representada nuestra profesión por el tinterillo que demandó a Ecomoda, la empresa donde trabaja Bety.

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