Violencia y muerte

Leyendo el artículo de Antonio Caballero en la revista #1.083 llamado 'El alcaldazo', me queda la sensación de que el brillante columnista quiere salirse por la tangente en lo que concierne al tema de las corridas de toros.

El asunto no es la sabrosa bota con la dosis personal de alcohol, ni el justificado veto a la entrada de menores; la cuestión de fondo es el absurdo despliegue publicitario y la inadmisible parafernalia comercial en que se ha convertido la calculada tortura y la instrumentada masacre del pobre animal.

En un país sembrado de violencia y muerte, donde a diario tenemos que convivir con estocadas hasta la empuñadura, borbotones de sangre saliendo por el lomo y por boca de asesinados de uno y otro bando, faenas de picadores ensañándose con sus indefensas víctimas, pares y pares de coloridas banderillas luciendo sobre el curvado lomo de miles de desplazados y, hay que reconocerlo, con los pocos compatriotas indultados que luego son sacrificados en los corrales del encierro, no es justo ni mucho menos necesario que tengamos que asistir impávidos a un espectáculo más de violencia y muerte.