CICLISMO
Crónica del día | Giro de Italia 2021: Un día largo en Bagno di Romagna
Egan mantuvo su liderato tras la etapa 12 del Giro de Italia. Daniel Martínez defendió su décimo puesto en la general y seis corredores debieron abandonar la carrera, que mañana irá de Ravena a Verona, en un terreno liso que podrían aprovechar los velocistas.
En la casa de Catalina la monja, Catalina la beata, Catalina la santa, los sobrevivientes al tortuoso Giro de Italia 104 partieron, con el sol sobre sus cabezas, rumbo a Bagno di Romagna. Siena los despidió desde sus ecos antiguos y con la iluminación de Galileo, a quien Bertolt Brecht le dedicaría una magistral obra, estrenada en el Pequeño Teatro de Milán en 1963, año en el que el Giro lo ganó Franco Balmamion y Franco Magnani, de Cesena, ganó su primera y única etapa en la “Corsa Rosa”.
La obra relata a un Galileo vagabundo que recorría Italia a pie, quedándose de tanto en tanto acampando en los bosques, cerca de los ríos, espiando la luna por las noches, como un Romeo enamorado. En Siena la vio, tan desnuda en su palidez celestial, y fue para él una epifanía.
Como los viajeros medievales que salían en busca de las tierras santas, ese Galileo anduvo, durante largos años, en busca de otro tipo de bendiciones, las científicas. Pasó por Bagno di Romagna, por Lucca y por Siena, decenas de veces, y rescató a la humanidad del oscurantismo asesino, al igual que Bartali salvó a cientos de judíos, también en esas fronteras de la Emilia Romagna y la Toscana, ayudado por Elia Dalla Costa, Arzobispo de Florencia, en los años de la Segunda Guerra Mundial.
Lejanas están esas historias de los ciclistas del presente, habituados, casi todos, a tiempos calmos, como el lago Garda, el veronés. Una calma, sin embargo, que no hace parte del pelotón, que tira de la cuerda todos los días, sin descanso, para alcanzar las fugas.
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Porque todos los días hay fugas, como todos los días hay cuervos y golondrinas, anunciando el fin de la primavera. Y qué más quisieran los ciclistas que el fin de la primavera, con sus lluvias, con su frío, con sus momentos de sol picante, y con el polen en forma de hilachas al viento que se meten por la nariz y hacen estornudar a los impávidos.
Los de hoy se escaparon desde la vetusta Siena, casi que desde la Plaza del Campo. Geoffrey Bouchard, Andrea Vendrame, Dires de Bondt, Simone Ravanelli, Natnale Tesfatsion, Giovanni Visconti, Nicolas Edet, Mikkel Honore, Vincenzo Albanese, Simone Petilli, Niv Guy, George Bennett, Chris Hamilton, Victor Campenaerts, Gianluca Brambilla y Diego Ulissi, eran los pasajeros de ese vagón.
La fuga tomó amplia ventaja porque, en el lote de Egan, “el patrón del Giro”, según palabras de Damiano Caruso, no hubo ningún ánimo de persecución, quizás pensando en la jornada del Zoncolan, la primera de los Alpes y la que cierra la cortina de la segunda semana de la ronda.
Entre tanto, en Bagno di Romagna los lugareños esperaban con ansias ver a sus ciclistas. Vistieron cada casa, cada ventana y cada institución con flores, camisetas, sombrillas y mantos color rosa. Incluso los templos, desde cuyas cúpulas se ven las faldas algodonadas de los Apenninos, también fueron decorados con bicicletas, rosas y fotografías de grandes gestas del pasado.
La ciudad fue una fiesta desde la mañana, aunque la llegada estaba programada para las 5:17 de la tarde.
Y esa fiesta llegó, antes de la hora señalada, con la fuga siempre por delante. El joven Vendrame, italiano del Ag2r, fue capaz de vencer a Chris Hamilton, del DSM, y a los veteranos George Bennett y Gianluca Brambilla, quienes cruzaron a 15 segundos.
Los niños de Bagno di Romagna se agolparon 300 metros más arriba de la llegada, deseosos de obtener el premio mayor de cualquier aficionado, el bidón o caramañola, o “borraccia”, como dicen en Italia.
Los corredores les correspondieron con alegría, incluso los del lote de favoritos, que llegaron sin hacerse daño. Sólo una escaramuza del Trek, con Ciccone y Nibali, movió la carrera al final, pero sólo fue eso: una débil escaramuza. La general se mantuvo igual, con Egan primero, Vlasov segundo y Caruso tercero.
Mañana será una jornada para los velocistas, entre Ravena y Verona, y luego la esperada subida al Zoncolan, que en realidad no es tan dura, pero es que van tantos kilómetros que, ufff, duro será subir esos kilómetros finales con una pendiente por encima del 11 y 12 %.
Queda menos Giro, pero no menos batalla, habría trovado Franco Battiato, el músico que amó el ciclismo como a su familia, pero que nunca logró ser ciclista. Como músico, en todo caso, les dedicó varias sonatas a sus héroes y, de estar vivo, alguna serenata inventaría para Egan.