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Fotograma del largometraje.

Reseña

‘Primero mataron a mi padre’: una película de Angelina Jolie

La actriz dijo que decidió distribuir esta película a través de Netflix, y no de salas de cine tradicionales, con el argumento de que así más personas podrían verla. Este filme, además, representará a Camboya en los Óscar.

Ana Gutiérrez
20 de septiembre de 2017

Primero mataron a mi padre, la cuarta película que ha dirigido Angelina Jolie, es un logro y a la vez, más de lo mismo. La directora partió de las memorias de Loung Ung, una de los siete hijos de una pudiente familia que perdió todo cuando los jemeres rojos llegaron al poder Camboya entre 1975 y 1979.

Jolie habla de la brutalidad de la guerra a través de la mirada de una niña. Y no pierde el tiempo explicando el régimen anterior, las vicisitudes del nuevo gobierno o la guerra en la que está sumido el país. La audiencia empieza sabiendo lo mismo que la protagonista, que no es mucho. Como ella, los espectadores están aturdidos por el caos mientras tratan de entender un mundo que no parece tener sentido.

El cine que explora la guerra desde el punto de vista incompleto de los niños no es nada nuevo. Incluso Netflix ya lo ha hecho con la magistral Beasts of No Nation en 2015. Con su película, Jolie no dice algo que no se haya dicho sobre la crueldad, el dolor y la carencia de orden y lógica que trae consigo la guerra. Aunque los actores son excelentes -en especial Sareum Srey Moch, de nueve años, que hace de Loung Ung; Sveng Socheata (la madre) y Phoeung Kompheak (el padre)-, lo interesante de la película es que narra una historia que poco se ha retratado.

Jolie la grabó completamente en la lengua jemer, con una o dos frases en francés, pues Francia colonizó al país. Hasta los créditos están en jemer. Es un esfuerzo concentrado para contar una historia camboyana en una voz camboyana. Los jemeres rojos mataron a un 25% de la población del país hace menos de medio siglo y los camboyanos siguen lidiando con las heridas físicas y psicológicas que dejó el régimen. Jolie, quien tiene dos hijos adoptados en Camboya, y tiene la ciudadanía camboyana desde 2005, se resiste a la convención de Hollywood de narrar una guerra ajena desde el punto de vista de un personaje occidental. Al contrario, ella cuenta una historia personal, algo que solo le da más fuerza a su retrato alusivo que hace de la guerra y la muerte que rodea a la familia.

En vez de buscar impactar al espectador con montañas de cadáveres o enormes batallas, el largometraje llega y conmueve con el dolor y el esfuerzo diario de los dos padres para proteger a sus hijos. El padre no muere hasta casi el fin de la primera mitad de la película. En otro caso ese detalle podría no funcionar, pues el espectador empieza a ver la película con el anuncio, por el título, de que el padre morirá más pronto que tarde. Pero el cariño, la humanidad y las continuas humillaciones de un hombre visiblemente bueno solo sirven para darle peso emocional a una muerte anunciada. La directora también agrega toques oníricos, pequeñas fantasías y recuerdos de Loung Ung que recalcan lo violenta que es la nueva realidad que la rodea al contrastarla con lo cotidiana que era su vida antes.

Primero mataron a mi padre es una buena película que se ha comprometido con un tema fuerte que narra con respeto y prudencia. Sin embargo, para una audiencia colombiana es más de lo mismo: un drama meditativo y casi silencioso sobre lo terrible que es la guerra en un país tropical que se desgarra a sí mismo.

Está disponible en Netflix, Jolie dijo que decidió distribuir esta película a través de la plataforma y no de salas de cine tradicionales, con el argumento de que así más personas podrían verla. Además representará a Camboya en los premios Óscar 2018.