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Diana Bustamante nació en Medellín y es egresada de la Universidad Nacional de Colombia. Crédito: Diana Rey

ENTREVISTA

“El cine que no incomoda es fácil y de cosas fáciles está plagada la televisión”

Diana Bustamante participará este año como jurado en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. La directora artística del FICCI será la primera persona colombiana que desempeñe ese papel en el evento. Hablamos con ella sobre su participación, el arte, la gestión cultural y el cine colombiano.

Daniella Tejada García
16 de mayo de 2017

Diana Bustamante es la directora artística del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias desde 2014. Se ha preocupado por consolidar un festival sensible y coherente en el que participan contenidos independientes. Esta labor ha sido determinante en el proceso de gestión cultural, cooperación internacional y formación de audiencias en el país. Es la productora de películas como La tierra y la sombra de César Acevedo, Los hongos de Óscar Ruíz Navia, Asilo y Un gran dragón de Jaime Osorio Márquez. Es la primera persona colombiana que participará como jurado en la Semana de la crítica, una de las secciones del Festival de Cannes. Hablamos con ella sobre el arte y el cine.

¿Cómo llegó a la Semana de la crítica?

Llegué como jurado a Cannes por decisión de los directores artísticos del evento, con quienes ya he tenido contacto. En varias ocasiones las personas que han formado parte de esta sección están vinculados a un cine más joven, más autoral, más radical, como le he hecho yo. Es una sección que quiero mucho porque ahí fue donde presentamos La tierra y la sombra (2015). A partir de esta experiencia la película fue premiada por ‘La Cámara de oro’, otra competencia grande de Cannes.

La Semana de la crítica es una sección muy particular porque acoge ocho películas, es decir, si es una semana completa de cine en la que participan óperas primas o segundas películas de cineastas alrededor del mundo. Hay, entonces, mucha coincidencia entre lo que he realizado a lo largo de mi carrera y lo que haré en Cannes: apoyar los nuevos talentos. 

¿Qué evaluará?

Cada jurado tiene una dinámica diferente. El comité de la Semana de la crítica será dirigido por el brasileño Kleber Mendonça Filho. Tenemos que vernos para acordar cuál va a ser nuestro criterio. Generalmente el jurado escogido tiene algunos gustos afines que corresponden con la categoría que van a evaluar. Lo que siempre debe primar para un jurado son las cualidades integrales de una película. Escojo el término ‘integral’ porque se refiere a algo redondeado o completo. En la categoría es difícil la evaluación porque las primeras producciones suelen tener más errores por lo que apenas se está empezando. En ese sentido, es un reto grande cumplir bien el papel como jurado. Hay mucha responsabilidad de nuestra parte con lo que estamos haciendo y con lo que validaremos.

Hay que tener claro que el cine no es una cuestión de gustos. El gusto es un criterio muy estrecho para lograr cualquier cometido. Es muy importante para mí que las películas no sean un corrientazo efímero. Deben ser producciones que te generen preguntas y te muevan cosas en el tiempo. 

¿Qué lugar tiene el cine latinoamericano en Cannes 2017?

Hemos tenido más presencia cinematográfica otros años, en esta edición la competencia oficial, por ejemplo, no tiene ninguna película latinoamericana. Pero igual es una versión magnífica del festival. Unas pocas producciones como La defensa del dragón de la colombiana Natalia Santa y Los perros de la chilena Marcela Said están en secciones más pequeñas de Cannes. Y aunque me parece aterrador pensar en aspectos de género, este año la mayor parte de participantes de cine latinoamericano y colombiano somos mujeres.

Cuéntenos sobre la curaduría que ha emprendido en el FICCI desde hace algunos años.

El cine es una forma de generar y construir pensamiento y eso está relacionado con lo que hago anualmente en el FICCI. Desde esa perspectiva, las películas deben ser estimulantes en diferentes ángulos. Tienen que ser retadoras, innovadoras, o deben al menos proponer cosas.

También es importante el diálogo que establecen con los espectadores porque el cine es una retroalimentación. Como directora sí tengo la responsabilidad sobre qué preguntas y qué inquietudes estoy sembrando en el público al escoger películas. Es más interesante ese cine que impacta, a uno que se te olvida o no causa nada en ti. Lo que no incomoda es una vaina fácil, y de vainas fáciles está plagada la televisión. Por eso es más fuerte tomar un camino para escoger películas que sean más retadoras.

Las películas que fueron partícipes del FICCI 2017 se destacaron por mostrar diferentes caras de la sociedad colombiana. Más allá del conflicto armado hay todo un entramado social que interviene con aspectos humanísticos y espirituales. ¿Esta podría ser una época de cine contestatario?

Hay que reconocer que estamos en un momento cinematográfico del país que está relacionado con su realidad. Definitivamente es un país muy diferente al de hace 15-20 años. Antes los cineastas no nos podíamos formar acá, ahora hay muchísimas posibilidades. Quienes hacen cine tienen la posibilidad de mostrar diferentes manifestaciones de la violencia.

Son muchas coincidencias que nos permiten madurar y se nota en unas obras más sólidas, más libres también y que se permiten hablar más allá de una coyuntura nacional. Se concentran más en la humanidad. Eso permite que la gente se cuestione y pueda pensarse otras historias. 

Cada año, cuando programo las películas del festival, recuerdo una frase del director artístico de Cannes: “El programa es como una foto de un tiempo histórico”. Así se van formando estéticas, tendencias y se ve a lo largo del evento. Este año yo creo que se notó una necesidad de búsquedas espirituales por medio de varios caminos. La gente joven y mayor pudo llevarse una idea resignificada de la espiritualidad.

Todos los años esos temas cambian. Al principio nunca se escogen temas sino películas y luego me voy dando cuenta del rumbo que va tomando el festival porque estas asumen una temática especial. Es un misterio. Las siguientes películas que voy programando las voy pensando de acuerdo al diálogo que tienen entre ellas. Son un diálogo generacional.

¿Qué se ha pensado para la próxima versión del FICCI?

Soy bastante cercana al cine asiático, es algo que aprovecho bastante y por eso he tratado de introducir algunas de estas producciones en el país. Asia es un poco más grande de lo que uno se imagina. Me parece que el cine de ese continente nos confronta con la idea de que somos muy diferentes de ellos y no es así. Me gustaría tratar de construir esta idea a partir de lo simple que es la conexión entre seres humanos y entre las historias humanas. Como lo dice una frase de Joyce: “Todos somos historias que se van cruzando”.

Las primeras películas que empiezo a ver en festivales como el de Cannes y el de Róterdam, son una pauta para próximas versiones del FICCI.

Hay quienes dicen que es difícil hacer cine en Colombia. ¿Qué les puede decir a partir de su experiencia y el camino que ha labrado con el tiempo?

Cuando yo entré a la universidad, hace más o menos 16 años, había un solo programa formal de educación superior de cine en Colombia. Actualmente hay 86 programas formales vinculados al cine y lo audiovisual. En mis tiempos de aprendiz hasta la piratería era difícil. Ahora es súper fácil. El cambio tecnológico ha ayudado muchísimo en todo sentido. El acceso a internet y la tecnología digital de cámara hace que todo sea más llevadero. Siento que el problema no es de un desarrollo técnico sino de expresión.

Las cosas son más fáciles ahora, por supuesto, pero significa también que hay más competencia. En esa medida yo no creo en la idea de éxito o fracaso. Los cineastas se pueden dar el lujo de hacer lo que quieran mientras que sea auténtico. Así van a encontrar algún lugar en el mundo para expresarlo y van a poder tener un nicho de mercado. Tienen que creer y hacer.